La exacerbación del culto al Hadiz ha sido una seña de identidad de los movimientos islamistas, especialmente desde 1970El Hadiz es el “relato” del Profeta. Es decir, toda palabra o sentencia atribuida a Mahoma y conforma un corpus doctrinal. Si los pilares del Islam son aquéllos sobre los que el musulmán expresa su práctica religiosa, las fuentes son su legado sagrado.
El Corán es fuente primaria, palabra misma de Dios. El Hadiz, tiene un papel secundario, en tanto que complementa las citas coránicas y, en ocasiones es punto de partida para interpretar su sentido. En este sentido, es de extraordinario valor para la teología. Ambos, Corán y Hadiz, constituyen una unidad básica de la Tradición (Sunna) islámica.
Aquéllos que convivieron con Mahoma, quisieron que sus acciones, palabras, silencios y negativas, permanecieran en la memoria de la comunidad de creyentes. Consideraron que, en tanto que Profeta y Enviado de Dios, era una información ejemplar para el resto de los musulmanes y debía conservarse.
De este modo, se fue gestando lo que se conoce como el “modelo profético”. Un perfil de musulmán “ideal”, sopesado cuidadosamente a través del tiempo. El Hadiz debía conservar la esencia del Profeta frente a las múltiples adherencias derivadas de la personalidad de los transmisores y de sus distintos contextos e ideologías.
Si tenemos en cuenta que el Derecho islámico (Fiqh) fue acudiendo cada vez más al Hadiz como argumento para legitimarse, la cadena de transmisión oral debía, ante todo, primar la veracidad y la credibilidad de lo que se conservaba.
De ahí que se realizaran labores críticas de los hadices. En ellas, los historiadores musulmanes han admitido siempre la enorme dificultad que suponía depurar hadices apócrifos a la hora de conformar un “canon”. Es decir, separar el Hadiz auténtico de aquellos dichos y hechos atribuidos al Profeta que, en realidad, respondían más a intereses ideológicos. El riesgo de favorecer a ciertos grupos de poder hizo que toda innovación (bid ̔a) fuera vista con recelo.
La pregunta más importante es ¿cómo saber que un Hadiz es auténtico? Evidentemente ha sido necesario seguir un método de verificación de la fuente. Así, cada uno estaba compuesto de dos elementos: una cadena de transmisiones (silsila) y un texto (matn). Ambos debían someterse a un profundo examen. Había que remontar históricamente dicha cadena hasta su origen. Corroborar que se trataba de una línea de transmisión única e ininterrumpida.
Sólo así los ulemas y alfaquíes pudieron comenzar a partir del siglo IX a separar los hadices según su fiabilidad. De mayor a menor: cierto, aceptable, endeble, desechado (por falsedad o contradicción) y apócrifo.
Se establecieron así dos tipos de clasificación: una, reagrupando los hadices según su principal transmisor (musnad) y la segunda, donde se agruparían en función de la temática. Respondiendo a este doble criterio, a fines del siglo XIII quedaron unánimemente establecidos seis corpus: al-Bujari (810-870), Muslim (817-875), Abu Dawud (817-889), Ibn Maya (824-887), al-Nasa ̔ i (915) y al-Timidi (883-893). A ellos se suelen añadir Ibn Anas (712-796) y al-Darimi (797-8690).
Los hadices abarcan una cosmovisión islámica global, desde el dogma, los rituales, asuntos cotidianos de alimentación, vestimenta, matrimonio, ocio, castigos. En cuanto al estilo revela el aprecio semita por la literatura sapiencial, pudiéndose apreciar hadices cercanos a la narración, legislativos o proverbiales.
Sin embargo, estas colecciones han quedado diferenciadas de los hadices sagrados (qudsí). En ellos, el Profeta expresa con sus palabras un contenido inspirado por Dios. No obstante, estos hadices siguen siendo secundarios respecto al Corán. Por tanto, quedan sujetos a comentario y clasificación.
Finalmente, no hay que olvidar que, al igual que le texto coránico, el hadiz ha sido instrumentalizado. La exacerbación del culto al Hadiz ha sido una seña de identidad de los movimientos islamistas, especialmente desde 1970. Alentados por un fervor proselitista, los corpus fueron utilizados para justificar y alentar cualquier tipo de ideología, fuera la lucha yihadista antisoviética en Afganistán o el laicismo salafista.