Aleteia logoAleteia logoAleteia
sábado 27 abril |
San Isidoro de Sevilla
Aleteia logo
Estilo de vida
separateurCreated with Sketch.

Aprender a decir no y a poner límites que sanan

FREEDOM

Antonio Guillem - Shutterstock

Miguel Pastorino - publicado el 20/09/17

Somos nosotros quienes decidimos cómo vivir lo que nos toca vivir.

La mayor parte de quienes tienen una gran responsabilidad terminan consumiendo los márgenes necesarios para vivir sanamente. Y es que cuando no sabemos decir que “no”, cuando no sabemos autolimitarnos, terminamos quemando nuestra propia fuente de alegría interior y somos devorados por el agotamiento generalizado, la ansiedad, la tensión constante y el mal humor. Pero estas situaciones no son como muchas veces decimos: “inevitables”. Somos nosotros quienes decidimos cómo vivir lo que nos toca vivir.

tvuffhewx7uozrjp8hc_kmaxq44el3zantwz-bwto8kdhz8womjrameovl6q3ykg6foffgqb5dqnmy4at-hsm4utzmj8sw.jpg

Una demanda interminable: ¿Qué esperan de mí?

Quien quiera agradar a todos, termina por defraudar a todos. La baja autoestima en quienes tienen cargos de responsabilidad sobre otros, es una bomba de tiempo para su propia salud y también para quienes trabajan con ellos. Un problema que no solo afecta en el ámbito empresarial.

¿Qué esperan que haga? En realidad si lográramos identificar todas las expectativas que los demás proyectan sobre nosotros, acabaríamos siempre frustrados y agobiados. Los demás incluso saben hacer reclamos de toda especie, haciéndonos sentir culpables por no responder a lo que ellos esperaban y a que no tengamos todas las soluciones o respuestas. Y aunque no se expresen abiertamente, se logra presionar de tal modo a la persona a cargo, que caerá en la indiferencia o en el desánimo por nunca poder satisfacer la interminable y sofocante demanda.

No pocas veces el temor al fracaso hace que muchos líderes se comprometan con más cosas de las que pueden realizar y eso les crea más tensión y desgaste.

Es importante recordar que no tenemos que hacerlo todo, ni complacer a todos. Y que si queremos dar lo mejor de nosotros mismos a los demás, debemos cuidar la fuente de nuestra alegría y de nuestra paz, debemos proteger nuestra intimidad y nuestros espacios con los demás y con nosotros mismos.

KOBIETA COŚ ZAPOMNIAŁA
Shutterstock

Las trampas de una baja autoestima

En una cultura donde se premia el éxito y está bien visto el hiperactivismo, las personas sienten que deben correr, no importa hacia dónde, pero estar corriendo porque hay muchas cosas importantes que hacer. ¿Qué es tan importante? A veces ni se sabe contestar a esa pregunta, porque no nos detenemos a pensarlo con seriedad y profundidad.

Las trampas de una baja autoestima, por temor a decepcionar a los demás, nos llevan a decir siempre que sí a todo y a no poder decir que no, cuando deberíamos hacerlo para proteger nuestra salud y el tiempo con nuestra familia. La necesidad de ser reconocido, de sentirse útil y poderoso, nos hace caer en la trampa de no poder decir no a los reclamos ajenos y terminamos abandonando lo verdaderamente importante.

Muchos que creen que son resistentes y que lo pueden todo, terminan destruidos sin apenas darse cuenta, hasta que es demasiado tarde. Si no hay tiempo para descansar, para orar, para pensar tranquilamente, para cuidar de los que amamos, ¿cómo puede haber tiempo para hacer algo que salga bien?

web-joy-lauren rushing-cc
lauren rushing-cc

Reconocer los límites y aceptarlos

La gente agradecida es la más feliz, y por cierto no viven fuera de la realidad, pero conocen sus límites, los aceptan y ponen la mirada en todo lo que tienen para agradecer.

La sobre-exigencia actual que muchos padecen es por no aceptar ni amar sus propios límites. Quien vive por encima de sus propias capacidades notará en algún momento que ha perdido su medida interior. También es cierto que hay otros que de tanto ponerse límites no descubren sus propias capacidades y no crecen más allá de los muros que ellos mismos construyen. Pero lo que parece extenderse en nuestra sociedad actual, es la falta de conciencia de los límites, como si solo bastara con decir: “Si quiero, puedo”. Hay veces que no podré y la vida misma me pondrá los límites que no supe ver.

Hay también quienes no aceptan los límites de los demás, invadiéndolos en su privacidad o queriendo imponer sus propios puntos de vista, como si fuera su derecho, olvidando los límites que el otro desea mantener “a raya”.

Beautiful young woman enjoying the rain in a garden decorated with eyes closed sits wooden table
Comaniciu Dan/ Shutterstock.com

Recuperar el propio centro

Quien no pierde su centro, se mantiene a salvo de muchos de estos problemas de límites. Quien está centrado en lo verdaderamente importante no permite que los demás le marquen las reglas de juego.

Cuando la presión externa, los juicios y opiniones de los demás nos condicionan demasiado, podemos perder nuestra propia singularidad, nuestro único modo de ser, para disolvernos en la interminable maraña de presiones ajenas que desean hacernos a su medida.

Ser dueño de uno mismo significa no perder la libertad interior, actuando con soberanía sobre uno mismo, como refleja aquella expresión de Jesús de Nazareth”: “Nadie me quita la vida, soy yo mismo quien la entrego, por propia voluntad”. Significa ser dueño de mi circunstancia y ser protagonista.

Se necesita libertad interior para poder decir “no” con paz, sin tener que defendernos ni justificarnos. No tener que justificar el “no”, nos ahorra mucha energía. Cuando tenemos que justificar nuestro límite, ya le hemos dado autoridad al otro para que avance encima de nuestro límite. Cuando libremente decido no hacer algo, no tengo que justificarme. El otro no tiene por qué aprobar mi negativa, porque lo que el otro piense es algo suyo y no debe preocuparme lo que el otro hace con mi decisión de no ceder a sus presiones.

Tal vez los demás sepan muy bien como persuadirme de que haga algo, que si me tomara el tiempo para pensarlo en realidad no lo haría. Cuando somos libres interiormente podemos escucharlas sin enojarnos, y reconociendo que tienen el derecho de preguntarme si yo haría lo que me piden, reconozco que también tengo el derecho de decir que no, sin tener que rendir cuentas de mi negativa.

woman joy
© Shutterstock

La humildad que nos rescata

La respuesta al problema de los límites es aceptar que no lo puedo todo, que no debo hacerlo todo. Cuando nos hemos enojado con los demás por lo cansados que estamos o porque no queríamos hacer algo, los responsables somos nosotros por no reconocer ni defender nuestros límites, no los demás; que por otra parte, siempre estarán pidiendo cosas. Es necesaria la humildad para darme cuenta qué puedo exigirme y qué no, para discernir qué cosas puedo delegar en otros y ser más libre.

La humildad es reconocer la verdad sobre uno mismo, es vivir en la verdad de nuestra pequeñez y nuestra limitación, con la seguridad de lo que realmente somos, sin querer ser lo que no somos. Por eso las personas más grandes, seguras de quienes son y de sus límites, suelen ser humildes, porque no necesitan agradar ni complacer a todos, porque no necesitan demostrar nada. Saben ser quienes son y viven con paz y alegría.

Tags:
autoconocimientolibertad
Apoye Aleteia

Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia.  Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.

  • 20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
  • Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
  • Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
  • Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
  • 600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
  • Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
  • Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).

Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.

ES_NEW.gif
Oración del día
Hoy celebramos a...




Top 10
Ver más
Newsletter
Recibe gratis Aleteia.