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El papa Francisco reza en la tumba del beato Pablo VI, ‘amigo de Dios’

Papa Francisco y el obispo Semeraro concentrados en oración delante de la tumba de Pablo VI.

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Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 07/08/17
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La homilía sobre Montini que está muy cerca a la santificación. El obispo Semeraro comentó las memorias de los últimos instantes de Pablo VI reveladas después de su muerte cuando se leyeron en la congregación general de los cardenales del 10 de agosto de 1978.

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El papa Francisco ha participado en un momento de recogimiento ante la tumba del beato Pablo VI al cumplirse 39 años de su muerte (6 agosto de 1978) este domingo, fiesta de la trasfiguración de Jesús, tras una misa en su memoria en las Grutas Vaticanas.

El pontífice estuvo acompañado por el obispo de Albano y secretario del Consejo de cardenales, quien ha presidido la misa matutina en la capilla al lado de la tumba del beato.

Semeraro ha presidido la ceremonia porque Pablo VI murió en Castel Gandolfo (diócesis de Albano), informó el periódico TG monteroni totem.

Al final de la misa, también papa Francisco llegó hasta la parte más baja de la Basílica de San Pedro para recordar la memoria del ‘Papa peregrino’, el pastor de Roma que abrió una nueva etapa en los viajes apostólicos visitando países lejanos y practicando el ecumenismo conciliar.

“Para nosotros esta fiesta (de la Transfiguración) es muy sentida también porque nos recuerda el paso al Cielo del beato Pablo VI, cuyo cuerpo, que luego honoraremos, está depuesto en esta Gruta”, manifestó Semeraro.

“En una biografía, él es definido como ‘el Papa de la luz’. Su anhelo permanente de la luz está definitivamente tallada de forma constante en sus pensamientos incluso antes de morir”, agregó.

Semeraro comentó las memorias de los últimos instantes de Pablo VI reveladas después de su muerte cuando se leyeron en la congregación general de los cardenales del 10 de agosto de 1978.

Esa lectura dejó a atónitos y conmovidos a los cardenales que luego se congregarían en cónclave, comentó.

“Nunca antes hasta ese momento había oído un testimonio tan precioso y profundo, espiritual y carnal al mismo tiempo y es algo que aún hoy, después de cuarenta años, me emociona”, aseguró el obispo.

“Andad entre tanto que tenéis luz – escribió citando a Juan (12:53). Eso, me gustaría, al final, estar en la luz”, describió.

“Se parecen, estas palabras, – continuó el obispo de Albano – a la exclamación que Pedro dirigió a Jesús transfigurado: ‘—Señor, ¡qué bien que estemos aquí!—. En ellas reconocemos el deseo y la acogida de la amistad con el Señor”, explicó.

El obispo experto en la vida de Pablo VI, lo describió como un pastor que asumió el “culto a la amistad”.

“Al leer sus muchas intervenciones – prosiguió- se nota enseguida como él une la comunión a la amistad.

La amistad con Dios, confiable y, sobre todo, que él consideraba y explicaba a la luz de la ignaciana Suscipe (la oración de San Ignacio que resume el ofrecer todo  sí mismo a Dios); pero también de la amistad humana, que no repudiaba ilustrando el amicitia de Cicerón.

Esta amistad, de hecho, a raíz de la 1 Juan, Pablo VI la consideró ‘ejercicio gradual, como preparación para el amor de Dios”, constató.

Semeraro comentó la escena evangélica de la trasfiguración en el monte Tabor que en los discursos de Milán de Pablo VI no tienen precedentes, mientras que en el pontificado se presentan dos veces en los sermones de Cuaresma.

Esa escena “Pablo VI se la imagina que trascurre en la oscuridad de la noche de manera que ‘los tres durmientes son despertados por un destello de deslumbrante luz’. No es sólo una luz arrolladora, sino también una luz parlante, ya que se transforma pronto en una audición.

Una voz, de hecho, la del Padre, que mientras subraya la identidad divina de Jesús hace hincapié en la necesidad de escucharlo. Existe la Ley con Moisés y existe la profecía con Elías, comentará san Agustín, pero al que se tiene que escuchar es a Jesús, porque en él está la voz de la ley y el lenguaje de los profetas”, concluyó el obispo Semeraro en su homilía sobre Pablo IV y la fiesta de la trasfiguración de Jesús.

Antes de la beatificación de Montini, la celebración eucarística – se realizaba en la parroquia principal de la última morada del papa recordado por su defensa de la vida y de la familia.

Ahora, la celebración de la memoria litúrgica (26 de septiembre) se traslada a la Basílica de San Pedro y continuará a realizarse la misa en el lugar adyacente a su tumba en la Grutas Vaticanas. Allí participan personas que conocen muy de cerca el legado del magisterio del Sucesor de Pedro que ha cerrado el Concilio Vaticano II, abierto, a su vez, por Juan XXIII.

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