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Descubrir los talentos dormidos

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Familia Cristiana - publicado el 07/06/16
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No importa lo que hagamos, sino cómo lo hagamos y la marca personal que le pongamos a nuestro quehacer cotidianoHabía un niño que salía todos los días,
y el primer objeto que miraba, en ese objeto se convertía,
y ese objeto se tornaba parte de él durante ese día o cierta parte del día.
O durante muchos años o prolongados ciclos de años.
Walt Whitman.

Cada uno de nosotros contamos con talentos capaces de poner un sello personal a lo que hacemos. Muchas veces no somos conscientes de poseerlos y quedan ocultos en el fragor de las rutinas cotidianas, arrumbados en el interior del alma.

Es sabido que lo que no se usa se desgasta por el paso del tiempo. Lo bueno es que hay siempre posibilidades de redescubrirlos y ponerlos a nuestro servicio para mejorar la calidad de vida.

Descubrir y usar los talentos que Dios nos regaló nos hace sentir creativos y tener un espíritu creativo es invocar la vida que está dentro nuestro; es descubrir lo que generalmente está tapado por todo lo que le ponemos encima. El que es capaz de despertar ese espíritu se siente alegre, vivaz y confiado.

No hay cursos para que nos volvamos creativos, aunque algunos pueden darnos pistas para que nos pongamos en contacto con esa fuente de sabiduría. La cuestión es darse cuenta que lo que buscamos está cerquita, dentro de uno mismo.

Podemos ser creativos en lo que somos, en lo que hacemos, con los talentos que tenemos, usando lo que nos es dado y lo que otros hicieron antes pero de otra manera.

Las cosas que hacen a la vida más creativa

Si pensamos en personas creativas y talentosas, seguramente nos vienen a la mente los grandes Miguel Ángel, San Francisco, Dante Alighieri, Newton, Shakespeare, Mozart, Einstein y otros más que se nos figuran personas excepcionales, y sin dudas lo son.

Cada uno, en su campo, se ha diferenciado del resto, han puesto un sello especial a lo que hacían y esto los vuelve inimitables.

Su genialidad era innata pero si repasamos sus vidas nos daremos cuenta de que para lograr lo que lograron se esforzaron mucho, padecieron y hasta fueron perseguidos por sus obras. No tuvieron una vida tranquila.

Sin la curiosidad inicial y sin la pasión, que todas las personas talentosas tuvieron desde temprana edad y sin años de dedicación jamás habrían experimentado la creatividad en su ámbito. Entonces, ¿qué los distingue del resto?

• buscan ver lo que los rodea de otra manera a la habitual
• se imponen desafíos
• imaginan una variada gama de posibilidades en lo que hacen
• son persistentes en el enfoque del problema
• se guían por pautas elevadas de trabajo
• no se rinden con facilidad
• tienen la sensación de misión: hay que cumplir algo que consideran importante.
• gozan en la actividad que emprenden

Si el talento solo se demuestra en el campo de las artes o de las ciencias, la mayoría nos sentiríamos muy poco talentosos.

Es que no importa lo que hagamos, sino cómo lo hagamos y la marca personal que le pongamos a nuestro quehacer cotidiano. Ser creativos es de vital importancia para todo: las relaciones, la familia, el trabajo, la comunidad.

Tratemos, por un momento de recordar a aquellos padres, maestros, religiosos, trabajadores, quienes han padecido una gran desgracia o salido de situaciones penosas y veremos que han tenido los mismos parámetros que acabamos de nombrar sobre ser talentosos.

No se amilanaron, tuvieron dudas, se equivocaron, muchas veces se frustraron pero no abandonaron lo que tenían entre manos. Atravesaron sus circunstancias y no se dieron por vencidos antes de tiempo.

Desempolvar los talentos a cualquier edad

El alma no decae, no disminuye, ni siquiera cuando el cuerpo declina. Nada de su ímpetu e inventiva se pierden con los años.

Poco importa la edad del empresario, del médico, del artista, del artesano enamorados de su oficio, que guardan en su corazón un deseo siempre presente. Feliz quien sigue teniendo siempre algo para hacer y aprender usando los dones recibidos.

La creatividad no tiene porqué disminuir a medida que se envejece. Hasta puede aparecer casi al final de la vida, pero es la prueba de que aquello con lo que nacemos estuvo siempre allí. E

l cerebro de una persona anciana no tiene nada de inherentemente defectuoso. Si se mantiene alimentado e interesado se conserva muy bien y con la edad, inclusive, puede ganar fuerza y vigor.

Miguel Ángel hasta los 89 años seguía trabajando con un increíble vigor, o Picasso a los 90, y tanta otra gente que durante su vida activa se sintieron enfrascados en su trabajo para subsistir y mantener a la familia y cuando al fin les llega la jubilación pueden empezar a hacer lo que postergaron tanto tiempo y cumplir aquellos deseos que albergaban en su corazón y que la vida no les ha permitido realizar…

Justamente mucha gente grande dejaría de considerarse ancianas si tuvieran aliciente para hacer algo que les guste ya sea sola o en compañía.

Hay experiencias que demuestran cómo personas internadas en residencias geriátricas de repente, si se les ofrecen actividades donde tengan una participación activa parecen florecer y se olvidan de muchos males.

Despertar inquietudes en los niños 

Las exploraciones del mundo que hace un niño son en sí mismos ejercicios creativos. Tienen un deseo genuino de explorar, de descubrir, de probar, de experimentar con formas diferentes.

Ofrecerles elementos para que averigüen, investiguen es parte de la responsabilidad de los adultos. Darles la posibilidad a los niños de que se pongan en contacto con manifestaciones artísticas y que aprendan sus rudimentos les despierta nuevas inquietudes.

En las escuelas de Regio-Emilia, en el norte de Italia, funcionan desde hace más de cuarenta años, propuestas educativas para la primera infancia, basadas en trabajos innovadores, con el énfasis puesto en la espontaneidad propia y el esfuerzo del grupo. Los resultados son admirables.

En parte, apoyado en estas experiencias se lanzó, al comenzar el año escolar, en la ciudad de Buenos Aires, un programa de propuestas artísticas para chicos y jóvenes de los barrios más carenciados.

Se trata de enseñar oficios a sectores vulnerables de la sociedad, como ser música, danza callejera, pintura y dibujo, participación en orquestas, iluminación y diseño de proyectos culturales. El objetivo es despertar el interés por estas ocupaciones y otras que luego faciliten la inserción laboral. ç

El programa apunta al concepto de que el arte es un fuerte instrumento de inclusión y abriga la esperanza de que cada chico que se integra a las actividades sea un chico menos que esté en la calle.

A lo mejor, más adelante los chicos no quieran continuar por esos caminos que se les muestra, pero lo más importante es haberles ofrecido los instrumentos, los pensamientos, la solidaridad de compartir, los momentos de alegría y de enriquecimiento.

Por supuesto, que este proyecto es solo un ejemplo y habrá excelentes propuestas en otros lugares a cargo de adultos comprometidos con la infancia.

Más allá de lo que pueda hacer la escuela para abrir escenarios que despierten talentos en los alumnos les cabe a los padres ayudar a que sus hijos descubran tempranos intereses que los lleven a una vida llena de entusiasmo donde se sientan protagonistas de lo que hacen y los saque de las actitudes pasivas ante los aparatos electrónicos.

La cuestión será que los pequeños puedan usar sus dotes en actos cotidianos y ganar en confianza y autoestima.

Algunos comprenderán que la fascinación inicial por las propuestas en sí misma no basta. Hay que remarcar el empeño y ayudar a no rendirse con facilidad. Solo el que siente curiosidad e interés por algo que se le muestra puede pensar que también es capaz de hacerlo.

 

Por Cecilia Barone

Artículo originalmente publicado por Familia Cristiana

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