Los llamados “book towns” atraen bibliófilos alrededor de toda Europa
Por más que se revise la historia de San Jorge (y las miles de leyendas que alrededor de él se han tejido, de Aragón a Inglaterra, y de Líbano a Cataluña) difícilmente se encuentre alguna anécdota que relacione al santo con el noble pasatiempo (u oficio) de la lectura.
De hecho, la tradición que invita a regalar un libro a alguien querido en el día de San Jorge es bastante reciente, y no tiene absolutamente nada que ver con el santo.
En 1995, la UNESCO proclamó el 23 de abril, el mismo día en el que el calendario litúrgico conmemora la muerte de San Jorge, como Día Mundial del Libro, dando origen a una nueva tradición popular que une ambas conmemoraciones en una sola.
Así, quienes celebran el día de San Jorge regalan una rosa, recordando la flor que cuenta la leyenda brotó de la sangre del dragón después de que el santo le diese muerte, y un libro, atendiendo a la proclama de la UNESCO.
Pero hay pueblos en Europa que, sin saberlo, parecen estar celebrando el día de San Jorge todo el año. Son los llamados book towns, pequeños pueblos rurales que, tras el cierre de los grandes centros industriales que proveían de trabajo a sus habitantes, se han reimaginado y reconstruido como centros turísticos en los que la venta de libros antiguos y los festivales de lectura están a la orden del día.
El primero de ellos, un pequeño pueblo galés llamado Hay-On-Wye, alberga alrededor de dos docenas de librerías. Considerando que se trata de un pueblo de apenas dos mil habitantes, el número no deja de sorprender.
Lo mismo sucede en el pequeño pueblo de Fjaerland, en Noruega; en Redu, Bélgica; o en Urueña, en la región de Castilla-León, en España, que cuenta apenas con 200 habitantes.
Este próximo día de San Jorge, ármese de un pasaje aéreo y visite alguno de estos pueblos. Eso sí, no olvide llevar su rosa.
Este artículo fue publicado originalmente por Atlas Obscura.