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Sanaciones y exorcismos en cultos neopentecostales y afroamericanos, ¿qué hay de cierto?

RUCHY CHARYZMATYCZNE
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José María Baamonde - publicado el 29/07/15
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Muchos de estos casos son inducidos con técnicas psicológicas, no hay verdadera actividad demoniaca

Al hablar de neopentecostales, especialmente en el marco hispanoamericano donde estos grupos desarrollan características particulares, popularmente surgen imágenes bien definidas y que suelen apuntar a una serie de fenómenos considerados, en mayor o menor medida, relacionados con aspectos sobre o preternaturales.

Carismas extraordinarios, sanaciones portentosas y exorcismos, todos ellos en medio de gritos jubilosos, en ocasiones desgarradores, convulsiones, desmayos, aplausos, abrazos, golpes y sacudidas.

Estos son quizás, algunos de los aspectos que más impresionan a la sociedad y que facilitan, en ocasiones, la adhesión de personas a cultos de tipo pentecostal.

Ello también se ve favorecido, por el incremento de un pensamiento o conciencia de tipo mágica en nuestra sociedad actual, al que coadyuvan ciertas técnicas publicitarias, especialmente utilizadas en medios gráficos y televisivos, como la denominada traslación pavloviana.

La comprensiva angustia que provoca en el ser humano el enfrentamiento con el misterio que implica la enfermedad, el dolor y la muerte, hace que, amén de ejercer una disminución en las capacidades de discernimiento, pensamiento lógico y análisis crítico, se busquen soluciones rápidas, concretas y, en no pocos casos, de carácter mágicas.

Y es este el carácter que revisten en no pocas circunstancias las afamadas sanaciones y exorcismos que, en medio de un gran despliegue escenográfico, realizan diversos pastores de estos cultos en toda América Latina.

Sin embargo, tales efectos no parecen responder a algo mágico, misterioso, sobre o preternatural, sino más bien a la consecuencia lógica de una técnica psicológica conocida como Inducción a Crisis.

Es decir, que responde a una técnica que trata de lograr una crisis, un shock de tipo histeriforme en uno o más sujetos.

Dicha técnica es utilizada por diversos movimientos y, en forma preferencial, por parte de aquellos que dicen realizar sanaciones y exorcismos.

En estos grupos se observa frecuentemente que al hacer una imposición de manos u otro ademán ya estipulado por parte del pastor o quién dirige el culto, se registren desmayos o crisis convulsivas en medio de fuertes y desgarradores gritos, o fenómenos de trance diversos.

La forma de llevar a cabo una inducción a crisis es relativamente sencilla, máxime si se cuenta con un auditorio previamente preparado. Para ello, si bien pueden encontrarse variantes entre los diversos movimientos, pueden observarse las siguientes fases:

Fase I: Ofertando un Producto

Las amplias campañas publicitarias, tanto masivas como selectivas, invitando a tales eventos, no dejan de resaltar que son la respuesta a todos los problemas, cualquiera sea su índole y, si bien como consecuencia de la predestinación calvinista se incluye también el aspecto laboral, social y económico, apuntan especialmente a cuestiones más existenciales como la enfermedad, el dolor y la muerte.

En las campañas masivas no dejan de resaltar estos aspectos, incluyéndose en algunas oportunidades, grabaciones donde se registrarían los efectos de sanación o liberación demoníaca, causando gran impresión en una sociedad que también se caracteriza por una muy pobre formación en su propia religión católica.

Como se expresara párrafos atrás, muchos de los asistentes van en busca de una respuesta concreta y ansiosamente esperada: la sanación de una enfermedad personal o de un ser querido, o la liberación de una opresión de difusas características, teniendo como punto común ambas posibilidades, el registro de un alto montante de angustia, muchas veces flotante, y presta a revestir diversas causas que sean presentadas como posible explicación.

Fase II: Preparación Ambiental

Al llegar al templo donde se llevará a cabo el evento (o local, carpa, cine o teatro que, generalmente, hace las veces del mismo), los asistentes son recibidos de manera cordial, en ocasiones efusivamente, generando un ámbito medianamente contenedor desde lo afectivo y logrando una soltura consecuente en lo que hace a las emociones.

El recibimiento y posterior acompañamiento se produce en medio de una serie de consideraciones esperanzadoras, generalmente presentadas casi eufóricamente y que, de alguna manera, ejerce un efecto de contagio.

Fase III: Los Cánticos

Los encuentros suelen comenzar con melodías y cánticos por lo común suaves al principio, y que progresivamente se tornan más rítmicos, siendo el público incentivado a participar del mismo con batir de palmas, movimientos pendulares en sintonía con la música y la expresión intermitente y en voz alta, de Glorias a Dios y Aleluyas.

En varias oportunidades se intercalan a los cánticos, frases bíblicas donde se resalta el poder de Dios y la no existencia de imposibles para Él, si el que pide tiene la suficiente fe.

Habitualmente puede observarse incluso, una presentación economicista de la cuestión, subvalorándose el sentido de gratuidad en el don de Dios. Esto genera grandes expectativas en el auditorio que, frente a una necesidad concreta y en una búsqueda casi desesperada de una respuesta a sus problemas, desea ardientemente contar con esa fe que solucionará sus problemas. No debe dejarse de tener en cuenta también, la angustia que puede generar el pensamiento de que, si no se lograra la fe suficiente para alcanzar la gracia esperada, pueda continuar una situación que en lo cotidiano se percibe como insostenible.

Fase IV: Los Testimonios

A la música y los cánticos se intercalan una serie de testimonios efectuados por asistentes asiduos que relatan experiencias personales y, en consecuencia, cargados de cierta subjetividad.

El contenido de los testimonios se refiere, fundamentalmente a dos aspectos. El primero de ellos, a gracias recibidas como la sanación de una enfermedad, liberación demoníaca, vencimiento de adicciones varias (tabáquicas, alcohólicas o químicas), al progreso económico o laboral, etc.; mientras que las segundas atañen a la diversa variedad de desgracias que acaecieron sobre la persona al quebrar alguna de las normas del movimiento o al abandonar las prácticas que propone el mismo. De más está decir que dichas desgracias también desaparecieron mágicamente luego del arrepentimiento del sujeto y su retorno al grupo.

La insistencia de una entrega absoluta y sin condiciones al grupo para que se mantenga el bien recibido y no ser víctima de desgracias, va generando paulatinamente cierta dependencia para con el movimiento que, con el transcurso del tiempo, se irá incrementando.

Como refería al principio de este punto, estas experiencias subjetivas por las que han atravesado, innegablemente de buena fe, cuentan con una carga afectiva importante, lo que provoca que sean manifestados muy emotivamente. Esto incrementa la sugestionabilidad y conmueve de manera profunda al auditorio, pues tiene frente a él pruebas vivas de lo que, en mayor o menor medida, fueron ellos mismos a buscar.

Fase V: La Inducción

Contando ya con el auditorio preparado, pues como se consignara, se vino remarcando con anterioridad no sólo el poder innegable de Dios a través del influenciador, sino también sobre la certeza del cumplimiento de lo prometido y angustiosamente esperado, el pastor comienza a predicar.

Si midiéramos en un gráfico la intensidad, volumen e inflexión de la voz del que implementa la técnica, observaríamos los siguientes pasos:

A. El pastor comienza predicando en un volumen normal y medianamente calmo, desde un nivel 1.

B. A poco de comenzar va aumentando el volumen e inflexión de la voz, hasta llegar a un nivel 4.

Este aumento en el volumen e inflexión es una técnica básica de oratoria que pretende, entre otros efectos, movilizar al auditorio. Si el influenciador hablara en un tono monocorde, lograría un efecto inverso casi hipnótico, de adormecimiento, también muchas veces utilizado.

En el ejemplo que estamos analizando se busca, con el aumento de tensión en la voz del influenciador, un aumento recíproco de tensión en el auditorio.

C. Al llegar a un nivel 4 de tensión, el influenciador provoca una descarga de la tensión acumulada en el auditorio. Esta descarga se lleva a cabo generalmente, por medio de invocaciones como "¡Gloria a Dios!", "¡Aleluya!" o "¡Amén!", que son repetidas por el auditorio.

Ahora bien, se observa que esta descarga es parcial y que no llega a liberar toda la tensión acumulada en el auditorio, sino que tan sólo la hace descender hasta un nivel 3, quedando en consecuencia, una carga residual de tensión.

D. Luego de la descarga el influenciador retoma el discurso, pero ya no desde el nivel 1, como en el principio, sino desde el nivel 3. A partir de allí, vuelve a aumentar el volumen e inflexión de la voz hasta llegar a un nivel 6 y provoca otra descarga.

E. Esta y las sucesivas descargas, se caracterizarán por ser más violentas y con un uso repetitivo de ciertos términos. El "¡Aleluya!" es dicho con más fuerza, y el "¡Gloria!", es manifestado repetidas veces e in crescendo. Si bien podríamos decir que con los "Aleluyas" se descarga cierta tensión, Con las repeticiones in crescendo, se genera un efecto multiplicador de la misma, por lo que aumenta la carga residual de tensión acumulada en el auditorio.

F. A partir de allí el pastor prosigue aumentando la voz sucesivamente, hasta que la tensión acumulada en el auditorio se hace prácticamente insoportable. Al tiempo que va aumentando la tensión en el auditorio, el influenciador desliza en medio de su discurso, ciertas palabras estímulo en busca de reacciones específicas en alguno de los presentes (v.gr: crisis de llanto, convulsiones musculares, etc.).

G. Estas reacciones son indicativas de una descompensación psicofisiológica, producto de esta tensión acumulada que, llegando a tal límite, necesita ser liberada violentamente y descargada en forma de shock. Dicha liberación de tensión, suele llevarse a cabo en medio de desmayos, fuertes gritos, manifestaciones grandilocuentes y diversas formas de trance, no sólo del directamente afectado, sino también del público que lo rodea, movilizados ambos por las órdenes manifestadas por el pastor.

Fase VI: Retornando al Equilibrio

Luego de la crisis el influenciador retoma el discurso de una manera calma, pausada, retornando a un nivel 1.

El resto de la tensión residual que absorbió el auditorio durante la inducción pero que no llegó a provocarle una crisis, se irá diluyendo paulatinamente a través de cánticos, movimientos del cuerpo al compás de la música, exclamaciones varias, aplausos, etc., logrando de esta manera una efectiva catarsis.

Los Efectos

El bombardeo sensitivo y estimulación del auditorio, no sólo auditiva, sino también visual y kinestésica, facilitan la inducción, a la vez que estimulan la actividad parasimpática. El estado dominante del sistema parasimpático inducido a través de estas técnicas y que implican la desinhibición del lóbulo temporal, facilitaría los estados de trance, los cuales a su vez variarían según las pautas socioculturales del grupo, amén de las pautas que deslizare el influenciador.

A su vez. la descarga violenta y en forma de shock de la tensión acumulada, provoca una gran cantidad de síntomas diversos, pero existen dos que son especialmente importantes para tener en cuenta.

El primero de ellos consiste en una especie de anestesia sensitiva a nivel de corteza cerebral. Es decir que el sujeto afectado de alguna enfermedad y que pasó por una inducción de este tipo, si bien su afección continúa, tiende a desaparecer la percepción consciente de la misma y su consecuente dolor. Ello se observa más claramente en aquellas afecciones de orden funcional o psicosomático donde, desaparece el síntoma por medio de la sugestión, más no la causa de la disfunción, la cual se manifestará con un síntoma de otro orden (4).

El fenómeno de anestesia sensitiva se produce por un mecanismo especialmente fisiológico, ya que durante la inducción se altera el funcionamiento del sistema simpático y parasimpático y, al momento del shock, también se produce una descarga brutal de diversos compuestos neuroquímicos, como la endorfina, que reduce el dolor.

Este mecanismo fisiológico, a su vez, se refuerza por otro psicológico, consistente en un mecanismo de defensa de la integridad yoica. Es decir que, si de alguna manera pudiéramos escuchar a nuestro inconsciente luego de pasar por una experiencia tan traumática, le oiríamos decir algo como "no pasé por toda esta tensión para seguir igual. Necesariamente no me debe doler más" o "... necesariamente tengo que ser distinto". Es por ello que este fenómeno es denominado, generalmente, como Sindrome Psicofisiológico de Anestesia.

El segundo efecto que produce la inducción a crisis, consiste en un fuerte estado confusional, por lo que el sujeto al salir del shock, obnubila de manera notoria la capacidad de pensamiento lógico y análisis crítico, aceptando fácilmente la consigna o explicación que el influenciador realice de lo sucedido, sin casi ningún tipo de censura. Es por esta razón que es tan frecuente ver salir de estos cultos a personas, muy contentas y convencidísimas de "que has sido liberadas de una posesión demoníaca".

El Fenómeno de Incorporación o Posesión en los Cultos Afrobrasileños

Si bien en los movimientos afrobrasileños podemos observar ciertos elementos distintivos, el mecansimo que hace posible el desarrollo del fenómeno de incorporación o posesión por parte de las entidades que en estos cultos denominan Orixás, es básicamente similar al que hemos referido con anterioridad.

Lo que en los movimientos de tipo pentecostal realiza el pastor o influenciador con la voz, se efectúa en los movimientos afrobrasileños con la música.

Esta, fuertemente marcada y con instrumentos de percusión, suele comenzar con ritmos lentos y monótonos, facilitando la inducción al trance. También es frecuente que dicha música vaya, progresivamente, acelerando su ritmo y aumentando su volumen generando, consecuentemente, un aumento de tensión en los participantes.

Asimismo encontramos en estos movimientos ciertos elementos que, a diferencia del caso de los pentecostales, son facilitadores en el proceso de inducción, como ser el enrarecimiento del aire en general, el consumo de tabaco a través de cigarros, la ingesta de alcohol en cantidades considerables y el baile en círculos que, aunados, favorecen la experimentación de estados alterados de conciencia y trances de diversa profundidad que están relacionados más que con la forma de inducción, por el condicionamiento de las creencias religiosas del sujeto y por los hábitos adquiridos en ejercicio inicial de tal facultad.

Otra diferencia que podemos encontrar entre los movimientos pentecostales y los afrobrasileños, consiste en que en estos últimos suele preceder al desmayo, un 
desdoblamiento de la personalidad. Es decir, el logro de cierta disociación de la conciencia respecto del conjunto o de una parte de las funciones que, habitualmente, se encuentran bajo el gobierno de esta: los sentidos (vista, oído, tacto, etc.), la motricidad (movimiento de los miembros y del habla), y la imaginación (eidética, kinestésica, cenestésica, etc.).

Merced a este desdoblamiento aflora en el adepto su subconsciente, y dice allí, llevarse a cabo el fenómeno de posesión o incorporación por parte de los Orixás u otras entidades del nutrido panteón de estos grupos.

Esta última diferencia obedece, fundamentalmente, a la internalización por parte del sujeto que pasa por tal experiencia, de los conceptos socioculturales y religiosos que rodean a tales prácticas.

Estos conceptos internalizados son también los que provocan marcadas diferencias observadas por diversos investigadores, en lo que se refiere a la manifestación de la supuesta entidad que incorporó al sujeto. Ha llamado la atención de algunos estudiosos cómo un mismo Orixá u otra entidad, manifestaba comportamientos bien distintos según incorporara a un sujeto de uno u otro terreiro que, como se sabe, son autocéfalos y consecuentemente pueden registrar grandes diferencias no sólo en lo cultual, sino también en lo doctrinal. De esta manera pudo saberse que la diferencia de comportamientos de una supuestamente misma entidad, no obedecía a lo presuntamente polifacética de la misma, sino al preconcepto que de ella tuviera el sujeto que se decía incorporado por la misma.

Aquí lo que se encuentra a la orden del día es el fenómeno conocido clínicamente, como personalización y que consiste en la aptitud de un sujeto, bajo la influencia de la sugestión, de imitar personalidades según lo preconcebido.

Fenomenológicamente un estado  de posesión o incorporación tiene mucho en común con la epilepsia, con estados de disociación histérica y con un estado hipnótico. En ambos casos se facilita la liberación de impulsos básicos, la liberación de las presiones del super-ego, de inhibición y del sentimiento de culpa, como así también en ambos se registra una amnesia retrógrada.

El propio procedimiento llevaría a una satisfacción de las necesidades narcicísticas y exhibicionistas. Por un momento, en el estado de incorporación, el sujeto asume la estatura del temido y adorado dios y, en su fantasía, ejerce un tremendo poder.

La similitud no sólo de comportamientos, sino también de reacciones psicofisiológicas, apoya la idea de que no haya distintos tipos de trance (hipnótico, mediúmnico o espírita, parapsíquico, etc.), sino uno solo. Las diferencias tan sólo la observaremos en el grado de profundidad del mismo, y en las formas en que esta haya sido inducido. Estas similitudes, también, indicarían la inconveniencia de fomentar estos estados alterados de conciencia, por el riesgo implícito de generar serias perturbaciones psíquicas a raíz de personificaciones y automatismos inconscientes que, en ciertos casos, asumirán el carácter de delirios sistematizados.

Originalmente publicado por la revista Arbil

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