San Justino nació en la antigua Siquem, actualmente Nablus (Palestina) a comienzos del siglo Il.
Se interesó desde joven por la Filosofía porque buscaba la verdad. Estudió a los estoicos, a los pitagóricos, a los platónicos… En esa búsqueda recibió la fe y se convirtió gracias al testimonio de los cristianos de su época y a las Escrituras de los profetas de la Biblia, "los únicos que han anunciado la verdad".
Una vez en Roma, en la época del emperador Marco Aurelio, fundó una escuela de conocimiento que aunaba filosofía y teología. Era la primera escuela de filosofía cristiana.
Su aportación está centrada en la defensa argumentada de la fe, es decir, la apologética. Aunque nos han llegado referencias sobre otras obras, hoy conservamos solo dos apologías y el Diálogo con el judío Trifón. En este escribe:
"Cuanto más se nos persigue tanto más crece el número de los que se convierten a la fe por el nombre de Jesús. Nos sucede como con la cepa, a la que se podan los sarmientos que han dado ya fruto, para que broten otros más vigorosos y lozanos".
Pero san Justino no se conformó con un conocimiento teórico de la fe en Dios sino que selló su fe con su testimonio. Murió mártir, decapitado, en el año 165.
Santo patrón
San Justino es patrón de los apologetas, de los que se considera el principal.
Oración
Señor, tú que has enseñado a san Justino
a encontrar en la locura de la cruz la incomparable sabiduría de Cristo,
concédenos, por intercesión de tu mártir,
la gracia de alejar los errores que nos cercan y de mantenernos firmes en la fe.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
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