La Basílica de San Pedro acoge una emotiva misa por el centenario del “martirio” armenio
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La Basílica de San Pedro acogió este domingo 12 de abril una misa por el centenario del "martirio" armenio, antes de la cual el Papa Francisco denunció que "también hoy estamos viviendo una especie de genocidio causado por la indiferencia general y colectiva, por el silencio cómplice”.
Como lo ha hecho en ocasiones anteriores, el Papa se refirió al tiempo actual como a “un tiempo de guerra, una tercera guerra mundial “por partes”, en que asistimos cotidianamente a crímenes feroces, a matanzas sangrientas y a la locura de la destrucción”.
“Lamentablemente aún hoy oímos el grito sofocado y descuidado de tantos hermanos y hermanas nuestros inermes, que a causa de su fe en Cristo o de su pertenencia ética son asesinados pública y atrozmente -decapitados, crucificados, quemados vivos–, o constreñidos a abandonar su tierra”, denunció en su saludo a los armenios antes de la Eucaristía.
En referencia al genocidio armenio, Francisco destacó: “Hoy recordamos, con el corazón traspasado de dolor, pero lleno de esperanza en el Señor Resucitado, el centenario de aquel trágico hecho, de aquel exterminio terrible y sin sentido, que sus antepasados padecieron cruelmente”.
Y consideró “obligado recordarlos, porque donde se pierde la memoria quiere decir que el mal mantiene aún la herida abierta; esconder o negar el mal es como dejar que una herida siga sangrando sin curarla”.
Por otra parte, el Papa subrayó: “Profesamos que la crueldad nunca puede ser atribuida a la obra de Dios y, además, no debe encontrar, de ningún modo, en su santo Nombre justificación alguna”.
Ya en la homilía, el Papa destacó que las llagas de Jesús, “llagas de misericordia” muestran el misterio de Dios, el único que puede llenar el vacío que provoca la maldad humana.
“Frente a los acontecimientos trágicos de la historia humana, permanecemos a veces como desalentados y nos preguntamos por qué”, reconoció el Obispo de Roma ante numerosos católicos de rito armenio y sus representantes, algunos de los cuales expresaron al final de la misa su visión sobre el genocidio armenio.
El Papa constató que "la maldad humana puede abrir en el mundo abismos, grandes vacíos: de amor, de bien, de vida”. Nos preguntamos cómo podemos colmar esta vorágine, dijo, y respondió: “Para nosotros es imposible, sólo Dios puede colmar este vacío”.
¿Y cómo? Francisco afirmó que la vía que Dios ha abierto para salir finalmente de la esclavitud del mal, y de la muerte y entrar en la tierra de la vida y de la paz “es Él, Jesús, crucificado y resucitado, y son en particular sus llagas llenas de misericordia”.
"Es Jesús hecho hombre y muerto en la cruz quien colma el abismo del pecado con el abismo de su misericordia", sintetizó el Papa.
Retomando el Evangelio de este domingo, fiesta de la Divina Misericordia, el Papa destacó que Jesús nos invita a mirar sus llagas, a tocarlas, para curar nuestra incredulidad, “nos invita sobre todo a adentrarnos en el misterio de estas llagas, que es el misterio de su amor misericordioso”. “En sus llagas hemos sido curados”, dijo.
El Papa destacó que “los santos nos enseñan que el mundo se cambia a partir de la conversión del corazón”, gracias a la misericordia divina, y citó a san Bernardo, quien enseñó que a través de las heridas del cuerpo de Cristo, se manifiestan "los secretos de su corazón", la entrañable misericordia de Dios.
las heridas que su cuerpo recibió nos dejan ver los secretos de su corazón; nos dejan ver el gran misterio de piedad, nos dejan ver la entrañable misericordia de nuestro Dios
Por eso ante las tragedias, “la conciencia se turbará”, pero “no perderé la paz porque me acordaré de las heridas del Señor”, de su amor y su misericordia que es “eterna” y “con estas palabras impresas en el corazón caminamos en el camino de la historia, de la mano de nuestro Señor el Salvador, nuestra Vida y nuestra esperanza”.
Al principio de la celebración tuvo lugar el rito de la proclamación de san Gregorio de Narek “Doctor de la Iglesia”. También se rezó por las víctimas de las guerras y genocidios, especialmente las del pueblo armenio.
En la misa de esta mañana, participaron veinte obispos del Sínodo de la Iglesia armenio-católica, a los que el Papa recibió en el Vaticano este jueves 9 de abril, cuando les invitó agradecer al Señor que el pueblo armenio, reconocido por la tradición como el primero en convertirse al cristianismo en el año 301, haya sido capaz de mantenerse fiel incluso en los momentos más difíciles.
La celebración de este domingo conmemora el centenario del llamado "Gran mal", en el que alrededor de un millón y medio de armenios fueron exterminados y deportados por el gobierno de los Jóvenes Turcos en el imperio otomano.