La paz es de Dios, pero también es obra del hombre, recuerdan los convocantes
Varios miles de fieles católicos y personas de buena voluntad, se unieron el domingo a la octava marcha por la vida y la familia convocada ahora por el recientemente nombrado obispo en Cuernavaca (México), monseñor Ramón Castro y Castro.
La exigencia fundamental de los convocados –entre los que se encontraba el activista y poeta mexicano Javier Sicilia, quien perdió a un hijo hace tres años, asesinado por el hampa—fue la exigencia de paz y de mayor seguridad en un Estado como el de Morelos, larvado por el crimen y el secuestro.
Con amor se lucha por la paz
La marcha inició a las 9:00 horas en el sur de Cuernavaca, y de acuerdo con cálculos de la Policía municipal hubo cerca de 5 mil participantes a los que se unieron otros tantos en el camino hacia la Plaza de Armas de Cuernavaca, una ciudad al sur de la capital, célebre por su clima de “eterna primavera” y por el turismo que año con año atrae.
Escuelas y organizaciones católicas, y de otras confesiones formaron parte de la movilización portando banderines, mantas y cartulinas con frases como: "Yo amo la paz", "Yo amo la vida", "Amo la familia", "Yo te amo a ti" y "Jesús es Amor". Otras de las consignas es: "¡No al aborto, sí a la vida!"; “Todos con amor, luchamos por la paz”, “No más violencia”, “Si quieres la paz, defiende la vida”, “La familia jamás será vencida con Cristo y María”.
Destacó la participación de niños y jóvenes en la marcha que –por vez primera en la entidad—anexó a las consignas a favor de la vida la exigencia de seguridad, especialmente en contra del secuestro y la extorsión, conductas criminales que se han hecho presentes en Cuernavaca y en el Estado de Morelos de forma por demás sanguinaria.
Justamente, el obispo de Cuernavaca había convocado la marcha frente a las problemáticas “dolorosas e inéditas” que cimbran la vida de los habitantes del Estado de Morelos. “Como la familia perseguida de Nazaret, nuestras familias siguen padeciendo y sufriendo la falta de oportunidades y la desintegración y no podemos quedarnos cruzados de brazos”, escribió monseñor Castro en su invitación a los morelenses para que manifiesten su amor a la familia integral y hagan sentir su deseo urgente de paz.
Dañar la vida es provocar una paz ilusoria
Entre los testimonios más significativos están los de los padres de familia que han dicho estar preocupados por la seguridad de sus hijos al interior y al exterior de las escuelas: “en todo el estado en distintos municipios hay situaciones de inseguridad, tanto en preparatorias, en secundarias, en primarias hay secuestros, entonces por supuesto que como padres de familia estamos preocupados, nos preocupa la seguridad de nuestros hijos”, dijo Adriana Monzón, miembro del comité estatal de la Unión Nacional de Padres de Familia UNPF)..
En este sentido, monseñor Castro dijo que “la población se ha cansado, se ha pasado el límite; la gente necesita manifestar de alguna manera firme y fuerte su deseo de paz y de justicia, y yo creo que con un cierto límite, como se ha estado haciendo, pues puede ser algo que ayuda como se ha visto en algunos poblados a conseguir esa paz que se necesitaba. El pueblo tiene derecho de manifestar su cansancio cuando se pasan ciertos límites soportables, esta es una de las maneras, y mientras estén dentro de la ley, tiene derecho a manifestarse en contra de la situación de inseguridad”, expuso el obispo de Cuernavaca, Ramón Castro y Castro.
En su discurso el obispo de Cuernavaca entreveró los yerros de la política gubernamental en materia de seguridad pública y expuso que “la paz es de Dios pero también es obra del hombre. Lo mejor que puede hacer cualquier Estado es proteger y promover la institución de la familia. Al revés, un Estado avanza hacia la violencia cuando daña o destruye el núcleo familiar”.
El obispo de Cuernavaca terminó su alocución pública diciendo que quienes soslayan el valor de la vida no se han dado cuenta de que proponen la búsqueda de una paz ilusoria. “Cada agresión a la vida provoca daños inevitables a la paz y el desarrollo. Tampoco es codificar de manera oculta falsos derechos o libertades que basadas en una visión reductiva y relativista del ser humano, o mediante el uso hábil de expresiones ambiguas encaminadas a favorecer unos pretendidos derechos humanos, amenazan el derecho fundamental de la familia”.