Hablar de sexualidad a un hijo supone, para muchos, un verdadero dolor de cabeza, especialmente en una sociedad en la que la sexualidad se extiende por todas partes y se muestra distorsionada, degradada y deformada.
Este rompecabezas se combina con otra dificultad mucho mayor, es y que el sexo es una cuestión propia de la intimidad. Esta intimidad conyugal es el secreto más profundo de la vida familiar. Sin ella nuestros hijos no habrían venido a este mundo y no estarían allí frente a nosotros haciéndonos ciertas preguntas - o, al menos, no estaríamos haciéndonosla, e incluso torturando nuestras mentes, para saber cómo deberíamos hablarles sobre sexualidad.
1El pudor de los padres
Para los padres que son normalmente equilibrados y enamorados el uno del otro, el pudor es grande. Puede ser paralizante, pero es mejor superarlo, porque es esencial que nuestros hijos reciban las respuestas a sus preguntas A través de nuestro ejemplo como padres, a través de nuestro diálogo respetuoso y cariñoso.
De lo contrario, su curiosidad será aún mayor: tendrán la impresión de que se les ocultan cosas y que si se les ocultan, es porque vale la pena esconderlas, que son muy misteriosas. Y se irán, en secreto, sintiendo que están cometiendo un gran error, para obtener sus propia información desde fuentes en su entorno.
Este entorno es ante todo la escuela, con todo lo que se puede decir en el patio entre chicos sobre el sexo, sobre lo que es "sucio". Sin embargo, lo que pueden decirse unos a otros sobre el tema, a través de fanfarronadas, críticas, fotos o vídeos pornográficos, no parece ser una fuente de información muy fiable o constructiva, aunque es difícil evitarlo (¡seamos realistas!)
2Las explicaciones y los pequeños esquemas
Por otro lado, nuestro pudor nos lleva a acompañar el desarrollo normal del niño cuando llega a la pubertad, sin precipitar el movimiento con información indiscreta que mostraría más nuestra preocupación que su necesidad real.
Por lo tanto, debemos partir de lo que le interesa, de lo que observa de sí mismo, de lo que experimenta: bello, erecciones, masturbación. Es bueno indicarle que estas transformaciones forman parte de su crecimiento, que significan que se está volviendo capaz de ser padre, de tener un hijo. Es algo de lo que hay que estar orgulloso, aunque sea un poco impresionante.
Esta charla debe ser organizada sin ningún aviso, sin el conocimiento de los hermanos y hermanas (no es algo que les interesa). Debe llevarse a cabo a solas y no necesita durar demasiado tiempo, siempre y cuando el niño tenga la seguridad de que podrá volver y hacer preguntas cuando quiera, de que estamos disponibles.
3La importancia de la primera charla padre-hijo
De esta manera se establecerán las bases para el futuro. El niño recordará esta charla en la que su padre lo tomó en serio. Le estará agradecido por haber abierto su horizonte a muy buenas perspectivas.
A menudo esta primera charla se sigue de un largo silencio para algunos chicos, y de muchas preguntas para otros (más escaso). Si el niño sabe que se está volviendo capaz de ser padre, le será más fácil deducir cómo relacionarse con las chicas, y será una oportunidad para nuevos diálogos con él.
Del mismo modo, más tarde, por supuesto, vendrán las preguntas sobre la contracepción. El respeto por la vida podrá parecerle obvio.
Y un poco más tarde, cuando alcance cierta madurez, podremos incluso tener, como familia, discusiones francas sobre cómo se vive la sexualidad hoy en día, las aberraciones a las que se puede llegar y las luchas esperanzadoras que hay que librar en este asunto.
Lo más importante es tener primero una base simple y sólida. Y para hablar de la belleza de la futura intimidad conyugal, nada supera la intimidad actual de un padre con su hijo.