Campaña de Cuaresma 2025
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A sus 53 años, Charlotte será bautizada la noche de Pascua, el 21 de abril, en el santuario donde experimentó una conversión relámpago hace un año. Como muchos catecúmenos, esta diseñadora gráfica de profesión no fue educada en la fe cristiana. Pero a pesar de una infancia difícil, la pequeña Charlotte intuyó desde muy pequeña que había algo más grande dentro de ella. "Siempre me gustó ir a la iglesia. Rezaba espontáneamente, sin saber realmente cómo rezar", dice. "Ya sentía una conexión".
Finalmente, muchos años después, a los 52, tuvo un emotivo encuentro con Dios. Un día, una amiga la llevó al santuario de Vendeville, que alberga una reliquia de santa Rita. "Me senté y me quedé estupefacta ante una evidencia increíble", cuenta contundente.
Eso fue todo lo que necesitó para convencerse de dar el paso. "Me presentaron al abate Jean-Pierre, rector del santuario. Tomé su número de teléfono y me uní al grupo Alfa muy pronto, en abril de 2024. Y así comenzó una maravillosa historia de amistad con los otros seis catecúmenos de su grupo.
"Estamos muy unidos, nos sentimos como hermanos y hermanas", sonríe esta mujer de 50 años. "Hay una comunión creciente dentro del grupo. Habla de cada uno de ellos con ternura, sin olvidar a su padrino y su madrina, amigos que la apoyan mucho.

Amar a los demás, con Cristo
Cada día, Charlotte experimenta la fraternidad en la Iglesia, que la llena de asombro y ayuda a crecer su fe. "La llamada decisiva fue muy emocionante. Éramos 189 catecúmenos, ¡y realmente nos sentimos llevados por la gente que estaba allí! Nos arrodillamos ante el altar y nos dijimos: ¡esto es! Todo tenía sentido".
A diario, su amor por Jesús la lleva adelante y la tranquiliza.
"Hablo con él todos los días, trabajo con imágenes de María y Jesús delante de mí. Estoy aprendiendo a pedir perdón, a rezar incluso por los que me han hecho mal. He pasado por cosas difíciles, pero quiero honrarle y transmitir lo que aprendo, con dulzura".

Con una confianza luminosa, Charlotte no tiene miedo de hacer preguntas ni de dar un paso que parece difícil para muchos, bautizados o no. "Me confesé, era muy importante para mí. Fue muy espontáneo, pensé que era normal admitir que habías pecado. Lo comenté a mi alrededor y algunos catecúmenos secundaron mi punto de vista porque vieron que tenía sentido".
Aunque no se ha librado de las pruebas de la vida, Charlotte prosigue su camino hacia el bautismo con confianza, rodeada de sus allegados. "Podría haberme vuelto violenta, pero elegí el amor, no el odio. Es una continuación de lo que ya hacía de niña: es solo el camino hacia la luz que he elegido".
Confiesa que le da un poco de aprensión lo que venga después: "Voy a echar de menos las reuniones con los catecúmenos, necesito organizarme para estar rodeada, espero encontrar un grupo de discusión después del bautismo". Pero eso no basta para hacer tambalear la confianza de Charlotte, que ha elegido su camino, el de la comunión con Cristo y la Iglesia: "Lo que me encanta es el amor que recibimos, y el deseo de ser mejores".

