Campaña de Cuaresma 2025
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En 1974, se bautizaba a la inmensa mayoría de los niños que nacían en España. Sin embargo, Ingrid no recibió el sacramento de la iniciación cristiana. Sus padres consideraron mejor permitir que, cuando ya fuera adulta, pudiera decidir si quería formar parte de la Iglesia católica o no. Y decidió que sí, ¡50 años después!
Ingrid entrará a formar parte de la Iglesia católica el próximo 19 de abril de 2025 en la vigilia pascual en la catedral de Solsona (España). Su padre será su padrino de Bautismo. “Ellos fueron los que eligieron que yo pudiera decidir cuando fuera adulta y ahora está participando en la entrada”, explica a Aleteia.
Ingrid rebosa de alegría: “Soy más feliz que nunca. Estoy donde debería estar, por fin lo estoy haciendo bien”, exclama radiante.
Pero se pone seria para confesar: “Me da mucha pena que tantos niños se queden hoy en día sin bautizar, creo que lo van a echar de menos”.
“A los que tienen hijos les digo: bautizadlos, no sabéis el bien que les vais a hacer. Dádselo de entrada, que sea algo a lo que se puedan agarrar, que lo vivan y lo conozcan”, prosigue.
“A mí no me lo facilitaron, sin ninguna mala intención, pero realmente es una parte que te va faltando siempre”, asegura.

De la ciudad al pueblo
Ingrid nació en Barcelona. Aunque ni a ella ni a su hermana las bautizaron, sus padres -católicos pero no practicantes- sí las inscribieron en un colegio católico. Así que recibió una educación religiosa, pero siempre se sintió un poco aparte de sus compañeras, que hacían la Primera Comunión y participaban en Misa.
Ya en la edad adulta, se trasladó a un pueblo de montaña llamado Bagà. Allí empezó a compartir algunos momentos con la comunidad cristiana y sintió la necesidad de volver a sus raíces y tomar la relación con la Iglesia.
“Notaba que me faltaba algo, había alguna cosa que no había desarrollado bien”, recuerda. Así que acudió a la parroquia del pueblo a informarse. El sacerdote, Gaspar Comellas, la acogió en el catecumenado.
Y convencida de que nunca es tarde, comenzó su formación de dos años para recibir los tres sacramentos de la iniciación cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía.
Un catecumenado muy enriquecedor
Ingrid ha hecho su catequesis con los niños que se estaban preparando para la Primera Comunión en el pueblo. El año pasado eran cuatro, y este último han sido cinco niños, de entre 6 y 7 años de edad.
“Ha sido muy enriquecedor, porque como yo no pude vivir esta experiencia cuando tenía su edad, es como haber vuelto a descubrir ese amor que no viví, a través de sus preguntas tan inocentes, tan sinceras”, asegura sonriendo.
Y después de esas sesiones con los niños, trabajaba con el párroco el libro de la conferencia episcopal española editado especialmente para catecúmenos.
“Hemos ido ahondando en el credo, el Padrenuestro, en lo que significan las cosas más sencillas como qué es el cielo, el infierno, el pecado, explica.
"El sacerdote ha sido una piedra angular en mi proceso”

En estos dos años Ingrid ha redescubierto la Biblia y ha escuchado las explicaciones del cura, y también ha conocido el Espíritu Santo.
“La parte espiritual, esa energía de situarte en tu lugar, de ver que lo importante no eres tú, que hay algo más… ¡es muy liberador y tranquilizador! -exclama-. Me ha dado una calma tremenda, me ha reconfortado muchísimo”.
Del bautismo en adelante
“Esos momentos los echaré de menos cuando acabe el proceso -prosigue-, porque me han enriquecido, me han hecho redescubrir cosas que me habían explicado de niña, con una ilusión redoblada porque necesito entender el por qué de todo”.
Después de su bautismo, Ingrid quiere seguir ayudando en la parroquia con tareas de mantenimiento, participar en un grupo de reflexión en torno a los Evangelios y por supuesto, ir a Misa.
“Te enganchas, te sientes parte de algo que va más allá de ti -explica-. Este sentimiento vivido individualmente no lleva a ningún sitio, tienes que compartirlo”.
Su marido, que no ha recibido formación cristiana, la acompaña a Misa y también ayuda en algunas tareas de la parroquia.
En el proceso del catecumenado, indica Ingrid, “tienes que, quizás, desvestirte un poco de lo que te cubre del mundo exterior, centrarte, pensar lo que es importante, que estás aquí por algún motivo”.
Ser cristiano, continúa, “es vivir la vida según el Evangelio, según las consignas de la Biblia, y todo lo demás es superficial… Cuando haces 'clic' sientes una liberación tremenda”.
“Te remueve mucho, llevas muchos años esperando y es muy especial -indica-. La única parte buena de haberlo podio vivir ahora es que soy muy consciente y es muy emocionante”.
“Siempre estás a tiempo”
A esta conversa le llama mucho la atención san Agustín de Hipona, quien se hizo cristiano después de una vida desordenada, porque “no a todos nos viene dado el ser católico”.
Pero “no por el hecho de que tengas una edad debes de cesar en el intento de buscarlo y de vivirlo”, subraya.
“A veces existe la idea de que la vida cristiana te conlleva muchas restricciones, mucho sacrificio para seguirla al pie de la letra, pero es al revés: te liberas, te sientes mucho más realizado, más lleno”, afirma.
“Da igual si tienes 70 años, siempre estás a tiempo de encontrar al Señor -asegura-. Y cuando eres mayor lo vives de otra manera, lo disfrutas incluso mucho más porque te sientes acogido aunque no hayas seguido el camino habitual y eso es muy reconfortante”.
“Es como si estabas descartado pero te recuperan, Jesús te hace suyo -añade- Tienes que querer, pero para el Señor nunca es tarde. Yo podría haber dicho: ya da igual, si no lo he hecho hasta ahora… ¡pues no: hazlo!”


