separateurCreated with Sketch.

Doctrina Social de la Iglesia: ¿Para qué existe la riqueza?

Cross with Rosary and money
whatsappfacebooktwitter-xemailnative
Luis Carlos Frías - publicado el 21/03/25
whatsappfacebooktwitter-xemailnative
Los reportes macro financieros señalan un incremento de la riqueza mundial; pero, ¿de qué monto estamos hablando?, ¿quién posee este mega patrimonio?, ¿qué enseña la Iglesia acerca de la riqueza?

Campaña de Cuaresma 2025

Este contenido es gratuito, como todos nuestros artículos.
Apóyanos con un donativo y permítenos seguir llegando a millones de lectores.

Donar

De acuerdo con el informe Global Wealth Report 2024, de UBS, la riqueza mundial subió un 4,2% en 2023, hasta llegar a los 449.9 billones de dólares (trillones para los países de habla inglesa).

Resulta muy difícil dimensionar este colosal monto, pero si lo traducimos a porcentajes, y estos los aplicamos proporcionalmente a la población que posee tales recursos, podemos comprender lo siguiente:

riqueza en el mundo doctrina social de la iglesia

Las cifras anteriores evidencian dos cosas: 

a) La riqueza mundial es descomunal: 449.9 billones de dólares. En notación decimal sería: 449,900,000,000,000 dólares.

b) La distribución de la misma es escandalosa, por decir lo menos. Traduzcamos los extremos:

- Hay 58 millones de personas, cada una con un patrimonio promedio de 3.68 billones de dólares

- Hay 1,488 millones de personas, cada una con un patrimonio promedio de 1,613 dólares.

Economía y moral

La moral social cristiana instruye los principios que deben regir la economía, y para ello, señala con claridad y por principio de cuentas la complementariedad entre ambas, así como la primacía del hombre sobre la economía, no al revés:

"La necesaria distinción entre moral y economía no comporta una separación entre los dos ámbitos, sino al contrario, una reciprocidad importante. Así como en el ámbito moral se deben tener en cuenta las razones y las exigencias de la economía, la actuación en el campo económico debe estar abierta a las instancias morales: 'También en la vida económico-social deben respetarse y promoverse la dignidad de la persona humana, su entera vocación y el bien de toda la sociedad. Porque el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económico-social' (Gaudium et spes, n. 63)”.

(Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia –CDSI–, n. 331).

De este correspondencia entre economía y moral se desprende la necesidad de promover la eficiencia económica en el marco de un desarrollo integral del ser humano:

"(...) No es aceptable un crecimiento económico obtenido con menoscabo de los seres humanos, de grupos sociales y pueblos enteros, condenados a la indigencia y a la exclusión. La expansión de la riqueza, visible en la disponibilidad de bienes y servicios, y la exigencia moral de una justa difusión de estos últimos deben estimular al hombre y a la sociedad en su conjunto a practicar la virtud esencial de la solidaridad, para combatir con espíritu de justicia y de caridad, dondequiera que existan, las 'estructuras de pecado' que generan y mantienen la pobreza, el subdesarrollo y la degradación. Estas estructuras están edificadas y consolidadas por muchos actos concretos de egoísmo humano" (CDSI, n. 332).

El destino universal de los bienes según los santos

Lo anterior deja claro que la generación de riqueza es buena y necesaria, en tanto se realice con justicia; pero la historia no termina en la generación misma, sino en la correcta administración. En este sentido, la Doctrina Social de la Iglesia dice:

“Los bienes, aun cuando son poseídos legítimamente, conservan siempre un destino universal. Toda forma de acumulación indebida es inmoral, porque se halla en abierta contradicción con el destino universal que Dios creador asignó a todos los bienes. La salvación cristiana es una liberación integral del hombre, liberación de la necesidad, pero también de la posesión misma: 'Porque la raíz de todos los males es el afán de dinero, y algunos, por dejarse llevar de él, se extraviaron en la fe' (1 Tm 6,10)” (CDSI, n. 328).

En este mismo sentido, san Juan Crisóstomo, Doctor de la Iglesia, habló de las riquezas como una oportunidad para ganar méritos al compartirlas con los demás; y recuerda que éstas son un bien que viene de Dios.

"La riqueza, explica San Basilio, es como el agua que brota cada vez más pura de la fuente si se bebe de ella con frecuencia, mientras que se pudre si la fuente permanece inutilizada. El rico, dirá más tarde san Gregorio Magno, no es sino un administrador de lo que posee; dar lo necesario a quien carece de ello es una obra que hay que cumplir con humildad, porque los bienes no pertenecen a quien los distribuye. Quien tiene las riquezas solo para sí no es inocente; darlas a quien tiene necesidad significa pagar una deuda” (CDSI, n. 329).

En conclusión, la Iglesia, en su Doctrina Social, instruye la obligación moral de procurar un crecimiento económico no solo cuantitativo, sino cualitativo, que considere a ésta (a la economía) como instrumento de desarrollo de toda la comunidad humana.

¿Te ha gustado leer este artículo? ¿Deseas leer más?

Recibe Aleteia cada día.

Apoye Aleteia

Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia.  Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.

  • 20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
  • Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
  • Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
  • Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
  • 600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
  • Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
  • Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).

Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.