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Una alternativa al ayuno que puede resultar más difícil

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Philip Kosloski - publicado el 14/02/25
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En cierto modo, el ayuno puede ser fácil ya que solo implica renunciar a la comida. Hay otra alternativa que puede resultar más difícil de soportar para algunos

La Iglesia Católica no tiene muchas reglas sobre el ayuno, aparte de algunas reglas adicionales durante el tiempo de Cuaresma.

Esto no significa que el ayuno no sea importante, sino que los católicos no están obligados a ayunar siempre de la misma manera.

Los santos, por ejemplo, ayunaban de diversas maneras. Algunos ayunaban a pan y agua durante días, mientras que otros no comían nada hasta la noche.

Otros ayunaban comiendo solo patatas, mientras que otros simplemente no comían carne.

La clave de todo ayuno no está en los tipos concretos de alimentos que se evitan, sino en el espíritu que hay detrás.

Aceptar la comida que te dan

Una alternativa al ayuno tradicional es comer precisamente lo que te dan.

Puede que no parezca algo muy difícil de hacer, pero a veces es nuestro egoísmo lo que más hay que tener en cuenta. Puede que siempre queramos que nos preparen la comida de una forma específica, o que solo comamos una pequeña lista de alimentos que nos gustan.

Si no somos clínicamente alérgicos a un alimento que no nos agrada, nada debería impedirnos comerlo.

San Francisco de Sales anima a este tipo de mortificación en su libro Introducción a la vida devota:

"Me parece que debemos tener en gran reverencia lo que nuestro Salvador y Redentor Jesucristo dijo a sus discípulos: 'Coman lo que les pongan delante'. En mi opinión, hay más virtud en comer lo que se te ofrece tal como viene, te guste o no, que en elegir siempre lo que es peor; porque aunque la segunda opción pueda parecer más ascética, la primera implica una mayor sumisión de la voluntad, porque con ella renuncias no solo a tu gusto, sino a tu elección; y no es poca austeridad sostener en la mano lo que a uno le gusta y someterlo a toda clase de accidentes".

Esto significaría que cada vez que vayas a un restaurante y la camarera se equivoque en tu pedido, simplemente comerás lo que te pongan delante sin quejarte.

O si vas a casa de alguien, comes todo lo que te preparan, no eliges lo que te gusta.

A menudo decimos a nuestros hijos que coman lo que se les da, pero ¿cuántas veces seguimos esa misma admonición para nosotros mismos?

Si buscas una nueva forma de rendir tu voluntad a Dios, come lo que te den y ofrece a Dios cualquier sufrimiento que padezcas.

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