"Nada me hace más feliz que encontrarme con niños: de niño, tenía mis maestros de la sonrisa; ahora que soy viejo, los niños son a menudo mis mentores". La última autobiografía del Papa (Esperanza, Albin Michel) es una oportunidad para que los lectores conozcan a un "abuelo pontífice" que quiere dejar un legado espiritual a los jóvenes, esos "campeones de la espontaneidad y la humanidad".
A sus 88 años, el Papa Francisco ha anunciado su intención de dedicarles un documento, en forma de carta o exhortación apostólica. El anuncio lo hizo en una cumbre sin precedentes sobre los derechos de los niños celebrada en el Vaticano, a la que asistieron personalidades como la reina Rania de Jordania y el ex vicepresidente estadounidense Al Gore.
Para el argentino, los niños son ante todo un testimonio de vida, una actitud que hay que contemplar porque Dios mismo se hizo niño pequeño. A continuación, describe las cualidades que deben inspirar a los adultos: "Vive el presente, es confiado, interesado, comprensivo, no condena, es entusiasta, se conmueve, se alegra". Durante las audiencias en Roma y en sus viajes al extranjero, el Papa sudamericano muestra una sincera preocupación por los más pequeños.
En Córcega, poco antes de Navidad, bendijo a decenas de ellos en las calles de Ajaccio, y probablemente a cientos más durante su visita al sudeste asiático y Oceanía en septiembre.
Prueba de su consideración de "abuelo", quedó claro durante sus recientes visitas a multitudes que ahora prefiere dar caramelos a los niños pequeños en lugar de los tradicionales rosarios del Santo Padre. "Cuando los cojo en brazos durante las audiencias en la plaza de San Pedro, los niños sonríen la mayoría de las veces. Otros, al verme vestido de blanco, me toman por el médico que ha venido a ponerles una inyección y se ponen a llorar", cuenta divertido el Papa en su autobiografía.
En el corazón del Papa
Pero este afecto por los más pequeños va acompañado de una profunda preocupación por parte de Francisco: que puedan sufrir por culpa del mundo de los mayores. "Nada es más valioso que la vida de un niño", insistió a principios de semana ante el medio centenar de líderes reunidos para defender los derechos de los más pequeños. Derechos que comienzan en el momento del embarazo, les recordó, a veces con contundencia, al denunciar el recurso al aborto. Derechos que incluyen el derecho a vivir en paz y seguridad, a comer, a aprender y a pasar tiempo con sus padres. "Los niños sufren por la separación o la falta de amor de sus padres", machacó en una audiencia en octubre. "No dudéis en pasar tiempo con vuestros hijos, jugar con ellos", animó durante su primer año como Papa.
Pero el dolor más expresado por el pontífice es el de verlos enfrentados al caos de la guerra. El lunes, al margen de la cumbre, el Papa Francisco se dejó abrazar por un niño ucraniano de 9 años que había sufrido quemaduras en la cara por el impacto de un misil en julio de 2022, según informó Vatican News. Era la tercera vez que se abrazaban. En diciembre de 2023, el pequeño Roman se acurrucó junto al Papa Francisco, con la cara completamente enmascarada y las manos enguantadas para proteger su cuerpo herido.
Afligido por los estragos de los conflictos, el Papa cuenta en Esperanza que distribuye "en cada ocasión" una foto que, en su opinión, simboliza la "barbarie inhumana" de la guerra. La foto muestra a un niño que lleva en el hombro a su hermano pequeño, muerto por la radiación de la bomba atómica lanzada sobre Nagasaki. "Recé mucho mirando a este niño. Luego tuve la idea de publicarla, de hacer una postal para distribuirla. Simplemente añadí un título: 'El fruto de la guerra'".
