En Nicaragua se está produciendo uno de los ataques más graves contra la libertad religiosa en el hemisferio occidental, y es una cuestión que debería preocupar no solo a los católicos, sino a cualquiera que valore los derechos humanos y la dignidad.
El gobierno nicaragüense, bajo la presidencia de Daniel Ortega y la vicepresidencia de Rosario Murillo (su esposa), ha atacado sistemáticamente a líderes e instituciones católicas, por considerarlas una amenaza para su régimen autoritario.
Se han cerrado iglesias, se ha encarcelado a sacerdotes, se ha expulsado a organizaciones benéficas religiosas e incluso se han prohibido actos públicos de culto.
Esta represión es alarmante no solo porque es un ataque contra los católicos, sino porque es un ataque contra la propia libertad religiosa, piedra angular de cualquier sociedad libre.
La libertad religiosa no es solo una cuestión "religiosa"; es un derecho humano fundamental que salvaguarda la dignidad de toda persona, creyente o no.
El valor universal de la libertad religiosa
La libertad religiosa protege el derecho de todos a vivir de acuerdo con sus convicciones profundas, ya estén arraigadas en la fe, la filosofía o los ideales seculares. Es una salvaguardia contra la tiranía porque afirma que ningún gobierno tiene autoridad para dictar lo que la gente puede creer o cómo puede rendir culto.
La historia demuestra que cuando se viola la libertad religiosa, otras libertades -de expresión, de reunión e incluso de prensa- no tardan en seguirle. Nicaragua no es una excepción. La represión del gobierno contra la Iglesia católica forma parte de una estrategia más amplia para silenciar la disidencia, sofocar a la sociedad civil y consolidar el poder. El silenciamiento de una voz profética como la Iglesia deja un vacío peligroso, ya que elimina una de las últimas instituciones capaces de exigir responsabilidades a los regímenes opresores.
Para los no creyentes, la libertad religiosa sigue siendo fundamental. Garantiza que las sociedades sigan siendo pluralistas y que puedan coexistir diversas perspectivas. Cuando los gobiernos suprimen la religión, inevitablemente socavan principios más amplios de tolerancia, diversidad y respeto mutuo. En este sentido, la lucha por la libertad religiosa no es solo para los creyentes: es una lucha por una sociedad en la que se respeten los derechos de todos.
La advertencia de Nicaragua al mundo
La crisis de Nicaragua es un duro recordatorio de lo frágiles que pueden ser las libertades. La Iglesia católica ha sido durante mucho tiempo mediadora en la sociedad nicaragüense, abogando por el diálogo y defendiendo a los marginados. La respuesta del gobierno -encarcelar a obispos como Rolando Álvarez, expulsar a las Misioneras de la Caridad y cerrar escuelas católicas- muestra hasta qué punto pueden llegar los regímenes autoritarios para eliminar las amenazas percibidas contra su control.
Para los católicos, esta persecución golpea el corazón de la misión de la Iglesia de servir de voz a los sin voz.
Para el mundo en general, es una advertencia: cuando se pisotea la libertad de un grupo, la libertad de todos está en peligro.
Por qué debería importarnos a todos
Cuando se niega la libertad religiosa, las sociedades pierden un control esencial del poder. Las iglesias, mezquitas, sinagogas y templos han sido históricamente espacios donde la gente podía desafiar la injusticia, exigir responsabilidades e imaginar un mundo mejor. Cuando se silencian esas voces, el autoritarismo llena el vacío.
Además, la libertad religiosa fomenta la paz. Los estudios demuestran sistemáticamente que las sociedades que respetan la libertad religiosa son más estables y menos propensas a la violencia. Cuando las personas son libres de vivir de acuerdo con sus creencias, es más probable que contribuyan positivamente al bien común.
Cómo actuar: 4 pasos
Infórmate: si no has seguido la situación en Nicaragua, infórmate.
Denuncia: utiliza tu voz para concienciar sobre la represión en Nicaragua. El apoyo de personas de todas las creencias amplifica el mensaje de que la libertad religiosa es un valor compartido.
Apoya los esfuerzos en favor de los derechos humanos: las organizaciones que promueven la libertad religiosa y los derechos humanos son aliados fundamentales para exigir responsabilidades a los regímenes.
Solidarízate: seas o no creyente, apoyar a las comunidades perseguidas reafirma la importancia de proteger los derechos de todos.
Una responsabilidad compartida
La crisis de Nicaragua pone de relieve la importancia universal de la libertad religiosa. No es solo una cuestión católica, ni siquiera una cuestión nicaragüense: es una cuestión humana. Defender este derecho fundamental es esencial para preservar la dignidad humana, salvaguardar otras libertades y construir una sociedad en la que todos puedan prosperar.
Al defender a la Iglesia nicaragüense perseguida, afirmamos nuestro compromiso con un mundo en el que todas las personas -creyentes y no creyentes- sean libres de buscar la verdad y vivir de acuerdo con su conciencia.