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El 25 de noviembre, el Papa Francisco reconoció como mártir al padre Francisco Javier Tru'o'ng Bǚu Diệp, fallecido el 12 de marzo de 1946 en Vietnam.
El P. Francisco Javier era un sacerdote diocesano que fue asesinado durante una época tumultuosa al final de la Segunda Guerra Mundial.
Mártir vietnamita
Según la biografía vaticana, "Francisco Javier Tru'o'ng Bǚu Diệp nació el 1 de enero de 1897 en la provincia vietnamita de An Giang… [de] padres católicos. El 2 de febrero fue bautizado y recibió el nombre del gran santo misionero jesuita [Francisco Javier]…en 1909 fue acogido en el seminario menor de la provincia de An Giang. De allí pasó al seminario mayor de Phnom Penh y, tras completar sus estudios, fue ordenado sacerdote en 1924 por monseñor Jean-Claude Bouchut, de las misiones extranjeras de París".
Durante la mayor parte de su sacerdocio fue párroco en varias ciudades. Fue reconocido por su santidad y su atención a los pobres.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial, Japón invadió Vietnam y lo ocupó hasta el final de la contienda. Con la derrota de Japón, Vietnam -aunque nominalmente seguía bajo posesión colonial francesa- fue ocupado por tropas chinas e inglesas. Esto trajo sus propios problemas, ya que Vietnam estaba sumido en el caos y varios grupos luchaban por hacerse con el poder.
La biografía vaticana explica cómo el P. Francisco Javier fue asesinado durante esta época caótica:
"La situación empeoró debido a la presencia de grupos y bandas armadas y de desertores japoneses al servicio de los diferentes comandantes… en la mañana del 12 de marzo de 1946, un grupo de militantes de la secta caodaísta, dependiente de un alto exponente político con el que [el P. Francisco Javier] se había enfrentado por las tierras concedidas a los pobres, llegó frente a la iglesia y bloqueó a unas 70 personas, cristianas y no cristianas, y al propio P. Francisco Javier, y los encerró en dos graneros, a pocos kilómetros de distancia, en principio con la intención de matarlos y quemarlos a todos".
El padre Francisco Javier fue asesinado intentando defender a su pueblo e incluso bautizó a algunos de los no cristianos antes de morir.
Con el reconocimiento de su martirio, el P. Francisco Javier puede ahora ser beatificado, último paso antes de ser canonizado santo.