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Oración para prepararse para el Jubileo 2025

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Patricia Navas - publicado el 03/12/24
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Una propuesta de peregrinación interior en busca de la esperanza con el himno oficial del año santo y la oración del Jubileo 2025

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Está acabando el Año de la Oración que la Iglesia católica ha celebrado en 2024 para prepararse para acoger la esperanza en el Jubileo 2025. Quedan las casi cuatro semanas de Adviento, tiempo de espera del nacimiento de Jesús.

El próximo 24 de diciembre, víspera de Navidad, el Papa Francisco presidirá el rito de apertura de la puerta santa de la Basílica de San Pedro. Y el 29 de diciembre, se celebrarán actos de inicio del año santo en todas las diócesis del mundo.

Para estos días que faltan, te proponemos dirigirte al “seno eterno de infinita vida” rezando el himno oficial del próximo año jubilar.

Puedes empezar escuchando el himno en italiano, y rezar después la oración en español:

Oración

Llama viva para mi esperanza,
que este canto llegue hasta ti,
seno eterno de infinita vida,
me encamino, yo confío en ti.

Toda lengua, pueblos y naciones
hallan luces siempre en tu Palabra.
Hijos, hijas, frágiles, dispersos,
acogidos en tu Hijo amado.

Dios nos cuida, tierno y paciente
nace el día, un futuro nuevo.
Cielos nuevos y una tierra nueva.
Caen muros gracias al Espíritu.

Una senda tienes por delante,
paso firme, Dios sale a tu encuentro.
Mira al Hijo que se ha hecho hombre
para todos, él es el camino.

Reflexión

En la peregrinación -física o espiritual- que caracteriza a cualquier año santo, la esperanza es clave en este 2025.

Para disponerse a acogerla, el obispo español Josep-Lluís Serrano ofreció algunas propuestas en una conferencia sobre la bula jubilar, la semana pasada en La Seu d’Urgell.

Su invitación es a buscar los signos de esperanza que nos rodean y también la presencia divina en nuestro interior.

“¿Cómo mantengo la esperanza en mi comunidad?”, “¿Soy esperanza?” son algunas preguntas que animó a plantearse.

Y sobre todo, incitó a centrarse en Jesús porque la esperanza se basa en su amor. “La esperanza nace el día de Navidad porqué ahí está la clave del amor del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”, dice Serrano.

“En diálogo trinitario deciden enviar al Hijo porque han amado este mundo, y sucede la encarnación de Jesucristo en el seno de María en la compañía de un hombre que estaba al lado”, añade tomando una meditación de san Ignacio de Loyola.

Confesión e indulgencia

Tradicionalmente en los jubileos la Iglesia católica ofrece la indulgencia. Para Serrano, “el jubileo, la indulgencia, es una persona: Jesús, es la gracia de la misericordia y el perdón sin límites”.

Y una manera de “disfrutar de su presencia en nosotros es redescubriendo la confesión”.

Se trata solo de dejarse tomar por Dios, como un pez en el mar que se deja tomar por la red del pescador, explica.

Pero los malos hábitos crean unos “residuos” -por ejemplo afectos desordenados- que deben purificarse, ya sea en esta vida o después en el purgatorio, destaca Serrano. Los residuos del pecado son borrados por la indulgencia plenaria, que nos ofrece eliminar la pena.

Como imagen del pecado, el obispo propone un clavo en una pared: la confesión retira el clavo y la indulgencia plenaria rellena con yeso el agujero que había quedado en la pared.

Oración del Jubileo

Otra oración para prepararse para recibir las gracias del año santo es la oficial que propone la Iglesia para este Jubileo 2025:

Padre que estás en el cielo,
la fe que nos has donado en
tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano,
y la llama de caridad
infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo,
despierten en nosotros la bienaventurada esperanza
en la venida de tu Reino.

Tu gracia nos transforme
en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio
que fermenten la humanidad y el cosmos,
en espera confiada
de los cielos nuevos y de la tierra nueva,
cuando vencidas las fuerzas del mal,
se manifestará para siempre tu gloria.

La gracia del Jubileo
reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza,
el anhelo de los bienes celestiales
y derrame en el mundo entero
la alegría y la paz
de nuestro Redentor.
A ti, Dios bendito eternamente,
sea la alabanza y la gloria por los siglos.
Amén.

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