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"No olvidéis la Providencia amorosa del Señor, que nos acompaña y es la única guía segura", escribe el Papa en una carta pastoral en español dirigida a los católicos de Nicaragua el 2 de diciembre de 2024. Sin hacer ninguna referencia directa a los abusos cometidos contra la Iglesia católica por el régimen de Daniel Ortega, el Papa latinoamericano expresa su apoyo espiritual a esta población, marcada por la persecución pero apegada a la piedad popular, en el marco de los preparativos de la fiesta de la Inmaculada Concepción.
"Desde hace tiempo deseaba escribirles una carta pastoral para reiterar, una vez más, el cariño que profeso al pueblo nicaragüense, que siempre se ha distinguido por un amor extraordinario a Dios, al que ustedes llaman con tanto afecto Papachú", escribe el Papa en este texto, que tiene un tono muy personal.
Ante la fiesta de la Inmaculada Concepción, invita a repetir este "grito sencillo": "María de Nicaragua, Nicaragua de María". "Precisamente en los momentos más difíciles, donde humanamente se vuelve imposible poder entender lo que Dios quiere de nosotros, estamos llamados a no dudar de su cuidado y misericordia", subraya el primer Papa de América Latina.
El Papa invita a los nicaragüenses a rezar "los misterios del Rosario", que "penetran en la intimidad de nuestros corazones, donde habita la libertad de las hijas e hijos de Dios, que nadie nos puede quitar", insiste el Papa Francisco, invitando a los nicaragüenses a referirse a esta "oración poderosa".
"Quiero decirlo con fuerza, la Madre de Dios no cesa de interceder por ustedes, y nosotros no dejamos de pedirle a Jesús que los tenga siempre de su mano", dijo el Papa Francisco, quien a menudo ha sido criticado por su discreción respecto a la persecución que sufren los católicos en Nicaragua.
Nicaragua, un país en tensión
Nicaragua, el país más grande de Centroamérica, tiene una población de más de siete millones de habitantes, de los cuales alrededor de la mitad son católicos. El Presidente populista de izquierdas Daniel Ortega, que dirigió el gobierno sandinista de 1979 a 1990, recibió la visita de Juan Pablo II en 1983, en un ambiente extremadamente tormentoso. Volvió al poder por las urnas tras las elecciones presidenciales de 2006, con el apoyo de la Iglesia.
Pero se volvió contra los católicos después de que el Nuncio Apostólico intentara mediar durante las manifestaciones que incendiaron el país en 2018. El presidente Ortega acusó entonces a la Iglesia de intentar derrocarle.
La radicalización del régimen ha llevado a varias medidas, entre ellas la expulsión del nuncio apostólico, monseñor Waldemar Sommertag, y la salida forzosa de monseñor Silvio José Báez Ortega, obispo auxiliar de Managua, que vive exiliado en Florida desde 2019.
En los últimos años han aumentado las detenciones de sacerdotes y religiosos. A principios de año, el obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, el obispo de Siuna, Isidoro del Carmen Mora Ortega, dos seminaristas y quince sacerdotes fueron liberados de las cárceles del gobierno, donde algunos de ellos llevaban recluidos más de dos años. Fueron deportados inmediatamente a Roma, adonde llegaron el 15 de enero de 2024. El obispo Álvarez, que había sido condenado a 26 años de prisión, pudo participar en la reciente asamblea sinodal.
Nicaragua sigue teniendo un cardenal residente, Leopoldo Brenes Solórzano, que permanece en la capital como arzobispo de Managua. Se le considera más cauto que algunos de sus compañeros cardenales con respecto al régimen, al que su predecesor Miguel Obando Bravo (1926-2018) se había mostrado cercano tras haber sido uno de sus principales opositores.
Durante el Ángelus del 26 de agosto, el Papa Francisco expresó su apoyo al "amado pueblo de Nicaragua", en un contexto de creciente autoritarismo hacia la Iglesia y otros organismos de la sociedad civil. Alrededor de mil 500 ONG, entre ellas las filiales locales de Cáritas, habían sido disueltas por un decreto gubernamental publicado una semana antes.
"Os animo a renovar vuestra esperanza en Jesús", había dicho entonces Francisco, ciñéndose de nuevo a un mensaje puramente espiritual en un contexto de suspensión de las relaciones diplomáticas entre Nicaragua y la Santa Sede.