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El santo que impresionó incluso a la gran Teresa de Ávila

saint Pierre d'Alcantara confessant sainte Thérèse d'Avila, José García Hidalgo,

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Anne Bernet - publicado el 18/10/24
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Fundador de los franciscanos descalzos, Pedro de Alcántara era famoso por el extremo rigor de sus penitencias. Incluso la gran Teresa de Ávila quedó impresionada por su santidad. La Iglesia lo celebra el 19 de octubre

Hubo dos encuentros decisivos en la vida de Teresa de Ávila: con Juan de la Cruz, que no solo fue un maestro de vida espiritual, sino también un hijo predilecto para ella, y con Pedro de Alcántara, mucho mayor que ella, que influyó decisivamente en sus opciones. Esta amistad, por breve que fuera, parece hoy a menudo el acontecimiento principal de la biografía de este "gigante de la santidad" un tanto temible.

Según el mundo, Juan de Sanabria, en religión Pedro de Alcántara, nacido en este pueblo español en 1499, rondaba los sesenta años, lo que, para la época, le convertía en un anciano.

En 1560 conoció a Teresa de Jesús, entonces desconcertada, como sus superiores, por las experiencias místicas que experimentaba y que nadie se atrevía a afirmar que fueran de Dios o del Diablo, auténticas o fruto de una imaginación enferma, o incluso una estafa religiosa.

Al invitar a la monja carmelita a someter estos fenómenos sobrenaturales a la pericia de este franciscano conocido por el extremo rigor de sus penitencias y por haber pasado él mismo por estas etapas extraordinarias, la Iglesia hace lo correcto: nada mejor que un especialista que ha experimentado personalmente los puntos a estudiar.

Muy consciente de que en este encuentro se jugaba su credibilidad, e incluso su libertad, ya que la Inquisición estaba vigilante en esta España del "Siglo de Oro", deseosa de defenderse del protestantismo, Teresa quedó evidentemente impresionada por la persona ante la que comparecía, a la que describió de la siguiente manera:

"Era un anciano cuando le conocí, y tan perfectamente delgado que no parecía más que un manojo de raíces".

¿Por qué habría de sorprendernos? El monje vivía a base de ayunos y maceraciones, considerados comúnmente como locos, y, queriendo dedicarse sobre todo a la oración, solo consiguió dormir, según confiesa, una hora y media cada noche durante cuarenta años, lo que ya le parecía demasiado…

Aunque no pretendía imponer el mismo régimen a todos, Pedro tenía fama de duro, lo que explica que sus largos esfuerzos por imponer una reforma necesaria pero severa a los hijos de san Francisco, sumidos en una profunda crisis que les había alejado de los ideales de su fundador, tropezaran con una evidente mala voluntad en España y Portugal.

Él la tranquiliza sobre sus experiencias

Pedro, aunque pertenecía a una familia noble y poderosa y, tras sus estudios de Derecho, estaba destinado a una buena carrera, prefirió, a los dieciséis años, ingresar en un convento franciscano castellano de estricta observancia, pero que encontró un poco blando. A partir de entonces, trató de compartir sus puntos de vista con sus hermanos y con toda su provincia eclesiástica.

Aunque tras su ordenación sacerdotal, en 1524, ascendió muy pronto a altos cargos de la Orden, fracasó casi sistemáticamente y se vio obligado a cambiar regularmente de provincia, lo que aprovechó para acentuar sus reivindicaciones de vuelta a la regla primitiva, simbolizada por el hecho de andar descalzos, de ahí el nombre de Franciscanos Descalzos, dado a los frailes del convento que obtuvo permiso del Papa Julio III para fundar en Pedrosa en 1555. Esta orden parcialmente eremítica duró hasta 1897, cuando se unió a las demás ramas franciscanas.

Cuando se le confió la tarea de aprobar las experiencias de Teresa, le dijo: "Solo se debe hablar de la perfección de la vida con quienes llevan una vida perfecta, pues nadie conoce mejor el bien que quien lo practica".

No hay vanidad en estas palabras que Pedro no se aplique a sí mismo. Teresa no se equivocaba cuando confiaba: "Con toda su santidad, era extremadamente simpático".

No sólo la tranquilizó sobre la autenticidad de sus experiencias místicas, sino que pidió al obispo de Ávila que apoyara plenamente el deseo de la monja de fundar en su ciudad el primer convento de carmelitas reformadas, siguiendo en parte el modelo de los franciscanos descalzos.

Exentos del purgatorio

Cuando Pedro murió en Arenas, el 18 de octubre de 1562, Teresa tuvo una revelación de su muerte y vio el alma de su amigo, "rodeada de inmensa gloria", entrar directamente en el Cielo.

Poseedora del don de conocer el destino eterno de ciertos difuntos, confesó que Pedro de Alcántara era el único que había visto exento del purgatorio. No es de extrañar, dados los terribles e inimitables rigores de este penitente perpetuo. Pero la razón por la que el santo franciscano pronto se haría muy popular en España fue que Teresa añadió que había oído una voz celestial que le aseguraba que obtendría todo lo que pidiera por su intercesión.

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