"Cuidado con esos cocodrilos que quieren cambiar tu cultura, tu historia. Mantente fiel. Y aléjate de esos cocodrilos porque muerden, y muerden fuerte". Utilizando una metáfora desconcertante para un oído occidental, pero muy real para la multitud de Timor Oriental que reaccionó con entusiasmo, el Papa Francisco apuntó a las organizaciones que asocian la ayuda al desarrollo con medidas que socavan la libertad de las familias.
En su punto de mira: el control de la natalidad y la enseñanza de ciertas teorías de género. Allá donde va, el Papa Francisco no deja de denunciar el "colonialismo ideológico" que pretende imponer el modo de vida occidental al resto del mundo.
En Timor Oriental, una de las naciones más jóvenes del mundo tanto por su soberanía -reconocida solo desde 2002- como por su pirámide de edades, el Papa se maravilló al ver a tantos niños. Alrededor de 600 mil personas acudieron a la Misa celebrada por el Papa el martes, casi la mitad de la población total de este país, cuyos miembros más ancianos fueron diezmados por la guerra contra los ocupantes indonesios.
Pero fue con la mirada puesta en el futuro como habló el Papa. "Sois un país joven en el que se siente la vida palpitar y estallar por todas partes", se maravilló, subrayando que la juventud "renueva constantemente la frescura, la energía, la alegría y el entusiasmo" de este pueblo.
El control de la natalidad, "una ley de muerte"
Siguiendo los pasos de sus predecesores, el Papa Francisco apuesta por una cultura de promoción de la vida. En su discurso a las autoridades civiles de Indonesia el 4 de septiembre, primer discurso de esta extensa gira, el pontífice mostró una gran firmeza.
"Una parte considerable de la humanidad queda al margen, sin medios para una existencia digna e indefensa ante los graves y crecientes desequilibrios sociales, que desencadenan graves conflictos. ¿Y cómo se resuelve esto? Con una ley de muerte, es decir, limitando los nacimientos, limitando la mayor riqueza de un país, que son los nacimientos", insistió.
El Papa se alegró de ver en Indonesia "familias con tres, cuatro o cinco hijos", considerándolo "un ejemplo para todos los países" en un momento en el que la natalidad desciende a un ritmo preocupante en muchos países del mundo. "Quizá algunas familias prefieran tener un gato o un perro pequeño y no un niño. Eso no es normal", repitió Francisco, aludiendo a una actitud cada vez más extendida en Occidente, pero también en Japón y Corea del Sur, donde, curiosamente, ¡las ventas de cochecitos para perros superan ya a las de cochecitos para bebés!
Dirigiéndose a las autoridades de la ciudad-estado de Singapur, que en los últimos años se ha convertido en un bastión de las finanzas internacionales, el Pontífice argentino insistió en que "la inversión más rentable a los ojos de Dios somos nosotros: hijos amados de un mismo Padre, llamados a su vez a difundir el amor". Recordó que la familia "es el primer lugar donde cada uno aprende a relacionarse con los demás, a ser amado y a amar".
Saludando los esfuerzos de las instituciones de Singapur para "promover, proteger y sostener la unidad de la familia", el Papa Francisco reconoció que "en las condiciones sociales actuales, los fundamentos sobre los que se construyen las familias se ponen en duda y corren el riesgo de debilitarse". Por ello, el jefe de la Iglesia católica insistió en que las familias deben ser capaces de "transmitir los valores que dan sentido y forma a la vida" y "enseñar a los jóvenes a formar relaciones sólidas y sanas".
La defensa de la familia de Juan Pablo II en las mismas tierras
Estos llamamientos coinciden con los de Juan Pablo II, que visitó Singapur en 1986. En aquella ocasión, invitó a los católicos locales a rechazar cualquier política de planificación familiar impuesta, una cuestión divisoria en este pequeño territorio sometido a una fuerte presión demográfica. "Deseo asegurar a las parejas que la Iglesia les apoya en sus esfuerzos por ejercer responsablemente su derecho fundamental a formar familias, a tener y criar a sus hijos, sin ninguna forma de coacción o presión", dijo entonces el Papa polaco.
A medida que pasan las décadas y se acelera la globalización, los papas mantienen el rumbo en la defensa de la vida y la familia contra todo lo que pueda poner en peligro las libertades humanas fundamentales y los planes de Dios.