El jueves 12 de septiembre de 2024, ante más de 50 mil fieles reunidos en el Estadio Nacional de Singapur, el Papa Francisco explicó cómo el "amor" es el principal motor del crecimiento y está por delante del "dinero" o la "ingeniería". Tras 11 días de viaje y en vísperas de su regreso a Roma, el pontífice argentino volvió a estar en plena forma.
Una multitud orante, alegre y disciplinada se congregó bajo la cúpula perfectamente esférica del Estadio Nacional, frente a un gran escenario equipado con pantallas gigantes y un sistema de sonido digno de una gran producción. El edificio elegido es una de las muchas proezas arquitectónicas de Singapur, y es conocido sobre todo por su techo, que puede cerrarse mediante un mecanismo deslizante muy sofisticado.
La congregación, vestida de amarillo y blanco, los colores del Vaticano, estaba formada principalmente por singapurenses, con una notable representación de ancianos, lo que marca un llamativo contraste con anteriores etapas de la visita papal, en particular a Timor Oriental. Los fieles fueron fácilmente dirigidos a sus asientos gracias a un gran número de voluntarios especialmente bien organizados.
Entre ellos, Bernard Lim, laico de 57 años, uno de los 380 "ministros de la comunión" designados para la ocasión. Reconoce que su diócesis envejece, pero asegura que su parroquia, construida en uno de los nuevos barrios de la ciudad, es particularmente dinámica y joven desde la llegada de religiosos franceses.
Pequeñas delegaciones de iglesias cercanas
Entre los trabajadores extranjeros, "Stanislas" (sic), una enfermera de Myanmar, consiguió liberarse para venir a ver al pontífice. Esta joven confió que muchos de sus colegas no habían sido liberados por sus empleadores o no habían sido elegidos al azar para participar en la Misa.
Explicó que solo se habían reservado 153 plazas para estos trabajadores desplazados, en una plaza ligeramente descentrada. Según otra fuente de origen filipino, los trabajadores emigrantes también estaban sentados en otras partes del estadio. Singapur cuenta con casi 1,5 millones de trabajadores inmigrantes, según la Organización Internacional del Trabajo, muchos de los cuales proceden de Filipinas, país predominantemente católico.
Varios representantes de iglesias extranjeras también estuvieron presentes en el estadio, entre ellos delegaciones de católicos de Hong Kong (con su obispo, el cardenal Stephen Chow), Malasia, Filipinas y Vietnam. Una madre y su hija vietnamitas, Phu y Vu, llegadas de Saigón con unas cincuenta personas para la ocasión, explicaron a I.MEDIA que en su parroquia los fieles rezan para que el Papa venga algún día a su país.
El Papa Francisco entró finalmente en la arena en un carrito de golf entre aplausos apagados, que fueron rápidamente sustituidos por cánticos contemplativos. Antes de dirigirse a la sacristía para prepararse para la Misa.
La fuente del crecimiento
"La inversión más rentable a los ojos de Dios somos nosotros: hijos amados de un mismo Padre, llamados a su vez a difundir el amor". Este es el mensaje que el Papa llevó en su homilía a los católicos de Singapur, uno de los países más ricos del mundo y baluarte de las finanzas mundiales.
Al tiempo que elogiaba la "audaz arquitectura" de esta "fascinante" megalópolis, el Papa propuso una singular teoría del crecimiento. "En el origen de estas imponentes construcciones […] no está, como muchos piensan, por encima de todo el dinero, o la tecnología, o incluso la ingeniería […] sino el amor".
Negando ser ingenuo, el Pontífice de 87 años aseguró que "si algo bueno existe y permanece en este mundo, es solo porque […] el amor ha prevalecido sobre el odio, la solidaridad sobre la indiferencia, la generosidad sobre el egoísmo". Sin él, insistió, "nadie habría podido hacer crecer una metrópolis tan grande, los arquitectos no la habrían diseñado, los obreros no habrían trabajado en ella".
Detrás de las grandes construcciones hay "tantas historias de amor", subrayó el Papa, citando a los ciudadanos entregados a su país, a las madres y padres preocupados por sus familias y a los trabajadores honestamente comprometidos con sus tareas. "Nada duradero nace o crece sin amor", prosiguió el Papa, a modo de advertencia.
Por último, afirmó que en la raíz de la capacidad de amar del hombre "está Dios mismo […] que nos hizo nacer de forma totalmente gratuita". Haciéndose eco de las palabras de Juan Pablo II, que vino a Singapur en 1986, Francisco explicó que, a través del amor del hombre, "vemos un reflejo del amor de Dios".
Por lo tanto, el amor debe mostrar siempre "un profundo respeto por todas las personas, independientemente de su raza o credo". Estas palabras resuenan especialmente en esta ciudad-Estado, donde el 31% de los ciudadanos son budistas, el 20% ateos o agnósticos, el 19% cristianos (6,7% católicos), el 16% musulmanes, el 9% taoístas y el 5% hindúes.