"¡Siempre estás en tu celular!" es una crítica cada vez más común entre los esposos, y demuestra hasta a qué punto la pareja puede sentirse herida por la falta de atención, o incluso la indiferencia, del otro en determinados momentos. Es lo que los anglosajones llaman "phubbing": ignorar y desairar a los que te rodean para concentrarte en tu teléfono.
Los argumentos son comprensibles: la necesidad de desconectar tras una jornada de trabajo, la urgencia de responder a un correo electrónico laboral, la necesidad de organizar el acompañamiento para la próxima salida scout, etc. El riesgo, sin embargo, es que el teléfono puede dañar la relación, por la frustración, la rabia o el dolor que genera cuando su uso se considera excesivo.
También puede ser una vía de escape de la relación, revelando una disfunción en la pareja. El primer paso es identificar las razones para prestar atención al teléfono en detrimento de la pareja. ¿Es falta de ganas de compartir algo con tu pareja, una urgencia real o la necesidad de relajarte?
¿Qué posición tiene el celular en un matrimonio?
Según una encuesta de Ipsos, el 61% de las parejas jóvenes (de 25 a 35 años) considera que el teléfono ocupa demasiado espacio en su vida conyugal, pero las parejas mayores no se libran. Muchas parejas deploran los perjuicios causados por la omnipresencia del teléfono, pero pocas establecen normas para limitarla.
Sin embargo, el cuestionario menciona algunas reglas de sentido común: la regla de la "mesa" (no utilizar nunca el móvil cuando se está a la mesa), la regla de la "confianza" (no mirar el móvil del otro), la regla de la "película" (no utilizar nunca el móvil cuando se está viendo una película), la regla de la "vida privada" (no responder a una llamada de trabajo el fin de semana o por la noche) y la regla del "dormitorio" (dejar el móvil fuera del dormitorio por la noche). Pero está claro que a las parejas no les convencen estas normas, por considerarlas demasiado exigentes.
"Esta noche, es modo avión"
Es demasiado difícil resistirse a la tentación, así que lo mejor es cambiar al modo avión. Ésa es la sorprendente conclusión de este estudio. "Los jóvenes prefieren la extinción a la desconexión o la limitación", subrayan los autores de la encuesta.
Entonces, ¿por qué no definir simplemente periodos en "modo avión"? Sin notificaciones, sin solicitudes, sin tentaciones. Esta parece ser la solución más eficaz para preservar el tiempo de calidad en pareja.
Solo queda definir un marco con el que ambos cónyuges estén de acuerdo: ¿modo avión los fines de semana, por la noche -a partir de cierta hora-, en la mesa…? Esta definición del marco permite recordar a la persona amada que "esta noche es modo avión".
Anticiparse y avisar con tiempo evita desilusiones o frustraciones y permite organizarse en consecuencia. Ese correo electrónico que hay que enviar o esos vídeos de fútbol que hay que ver esperarán al final de la tregua digital. Y es, sin duda, durante este interludio sin teléfono cuando nacerán las mejores conversaciones.