El trabajo dignifica al hombre. Sin embargo, hay ocasiones en las que éste puede ser pesado y agotador; pero aun así, muchos siguen levantándose cada mañana para salir a trabajar y llevar el sustento necesario a sus hogares.
¿Qué es lo que los motiva a realizar, cada mañana, sus actividades laborales? Esa fue la pregunta que investigadores de Harvard se hicieron, por lo que llevaron a cabo una investigación de años para dar respuesta a esta pregunta.
El pilar más fuerte
La familia es, para muchos, lo más importante, antes que cualquier otra cosa; y aunque parezca que ha perdido importancia en estos tiempos, definitivamente es el motor principal para toda persona, ya sea para su trabajo o para alguna competencia, emprendimiento o proyecto personal.
Tal es el caso de Serena Williams, una de las tenistas más reconocidas a nivel mundial, quien ha declarado que -desde que tenía dos meses de embarazo- su hija la animaba a dar todo de sí en los campeonatos, y fue de esta manera que logró posicionarse como campeona del Abierto de Australia, atribuyendo el campeonato a su hija, quien llevaba dos meses en su vientre.
Serena decidió dedicarse a su familia, por lo que se despidió del deporte. Tiempo después lanzó una línea de maquillaje, en donde su principal motor es su hija, quien ahora -con más edad- alienta a su madre a llevar a cabo dicha marca.
El trabajo es más fácil, cuando hay un propósito
Los investigadores de Harvard, realizaron un estudio el mismo año en que Serena se fortaleció en las canchas gracias a su bebé, analizando a 97 empleados pertenecientes a una fábrica de bajo costo al Norte de México, cerca de la frontera con Estados Unidos.
Tras encuestas, pláticas e indicadores de desempeño, descubrieron que "aquellos que se desempeñaban mejor eran aquellos que hacían el trabajo no para sí mismos, sino para el beneficio de su familia".
La influencia de la familia
Aleteia decidió preguntarle a Luis Carlos Frías, quien es padre de familia, cómo influye su familia en el desempeño de su trabajo y esto nos compartió:
Ante todo, debo aclarar que soy muy afortunado al tener un trabajo que me gusta y apasiona. Sin embargo, hay veces en que el cansancio, los problemas, algunas veces la soledad y otras la incomprensión, hacen mella en el ánimo y ahí encuentro la tentación de "aventar la toalla".
No obstante, sigo aquí. Yo creo que por dos motivos. El primero, porque esta reacción humana la descubro como tentación… para qué ir a trabajar si nadie se da cuenta del esfuerzo… para qué esforzarse más si a final de cuentas las cosas siguen iguales… En estos momentos es cuando hecho mano de mi vocación y misión para incorporarme y continuar en la lucha.
El segundo motivo es, indudablemente, mi familia. Y esto es evidente cuando hay algún malestar físico. ¡Qué ganas de no trabajar cuando se está enfermo, cuando duele algo, cuando cargas una cruz pesada!… pero aun así continúo porque mi familia espera el "pan de cada día", el cual me toca llevar en forma de salario. Claro que no trabajo por un salario. Si así fuera, sería como un simple engrane en una cadena de producción.
Lo que me mueve no es un salario, pero sí necesito de este para mantener a mi familia y esto, por sí solo, ya es suficiente para mantenerme en la lucha diaria. Pero en mi caso hay "algo más", o mejor dicho Alguien más, Dios, que me mantiene en laboriosidad permanente.
Sin duda, la familia es la motivación más grande que cualquier persona pueda tener. Incluso en los momentos más difíciles o de agotamiento, la familia siempre nos ayudará a ser la mejor versión de nosotros mismos y darlo todo por amor a ellos.