Hemos llegado al cuarto domingo de Adviento ¡estamos listos para recibir al Rey!
Durante estos cuatro domingos de Adviento hemos meditado sobre la justicia y docilidad de san José y nos inspiramos en su prudencia; sobre la disponibilidad de servir a Dios de María, que nos enseña a decirle sí a pesar de cualquier temor o dificultad; sobre la salida al encuentro de los reyes magos, que nos enseñan a preparar obsequios para el Niño Jesús...
Hoy reflexionamos en la figura de los pastores, aquellos afortunados que fueron elegidos para ser los primeros en ir a adorar a Jesús.
Pastores, modelo de prontitud
El Evangelio de san Lucas en el capítulo dos narra lo siguiente:
"En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche.
De pronto, se les apareció el Angel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Angel les dijo: 'No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre'.
Y junto con el Angel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: '¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él'.
Después que los ángeles volvieron al Cielo, los pastores se decían unos a otros: 'Vayamos a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado'.
Fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre".
Humildad y prontitud
Hoy el Padre Cruz nos invita a imaginarnos cómo habrá sido esa noche: los pastores cuidando a sus rebaños en una noche silenciosa; probablemente rutinaria, igual a todas las anteriores. Sin embargo, se les presentan los ángeles a darles el anuncio de que nació el Hijo de Dios.
¿Cuál fue su respuesta? Corrieron a adorarlo.
Los pastores no huyeron. Primero, escucharon atentos el mensaje que les entregaron especialmente a ellos. Después, van pronto, sin perder más tiempo, sin distraerse o preocuparse por otro cosa; sin postergarlo.
Muestran una entera disposición a encontrarse con Dios. Muestran humildad y prontitud.
¿Por qué habríamos de postergar un encuentro de amor con quien sabemos que nos ama y nos espera?
¿Por qué habríamos de sacarle la vuelta a Aquel que vino al mundo por cada uno de nosotros?
¿Qué cosa podría ser más importante que ir a su encuentro?
El padre Cruz nos invita a preguntarnos:
La invitación del cuarto domingo
Así como los pastores, nosotros también hemos de recibir un mensaje de Dios; un mensaje particular para cada uno de nosotros.
Muchas veces es complicado descubrir la voz de Dios en la vida cotidiana, pero Él nos habla, a cada uno, de manera personal.
La invitación de este domingo es a escucharlo, recibirlo e ir pronto y con disposición a adorar a ese Hijo que es Dios.
En nuestros hogares, con nuestras familias reunidas, y con la alegría que nos suponen estas fechas, dialoguemos e invitemos a los otros a salir al encuentro con el Salvador.