"Espera, ¿a cuántas personas quieren invitar tus padres a la boda?". La lista de invitados fue solo la primera de una larga lista de cosas que descubrimos que necesitábamos evaluar (¡y reevaluar!) durante la planificación de la boda. Ambos padres tenían ideas diferentes sobre lo que preferían en las bodas, y nosotros mismos no siempre coincidíamos en nuestra visión del día.
A esto hay que añadir el hecho de que ambos somos los hijos mayores y los primeros en casarse por ambas partes. Había muchas opiniones, y aprendimos por ensayo y error cuál era la mejor manera de planificar juntos un sacramento y una gran fiesta.
El trabajo en equipo empieza ahora
Lo primero que aprendimos fue que si no éramos un equipo, no iba a pasar nada bueno en la planificación. Teníamos que estar unidos en lo que queríamos como pareja; cuando no lo estábamos, era demasiado fácil arrastrar las opiniones de los demás al proceso de toma de decisiones, lo que complicaba aún más nuestra desconexión. Tuvimos que aprender a priorizar y discutir bien las cosas juntos.
En segundo lugar, nos dimos cuenta de que, una vez que estábamos trabajando en la misma página como un frente unido, podíamos navegar mucho más fácilmente con la familia y los amigos que estaban involucrados en la planificación. Para muchas parejas, esto puede significar tener en cuenta a familiares cercanos que contribuyen económicamente a la boda, o a aquellos que desean fervientemente que se incorpore una tradición determinada a la boda. Descubrimos que incluso cuando alguien dice que no tiene una opinión firme sobre algo, normalmente sí tiene un apego decidido o una idea sobre lo que es mejor.
Cuatro formas de navegar por la opinión de los demás
1ORDENA TUS PRIORIDADES
Una idea es establecer un orden de prioridades. Si los dos sabéis qué es lo más importante para vosotros ese día, podéis aseguraros de que esas cosas están fijadas y dejar más margen de maniobra y más espacio para que los demás aporten en los detalles que son menos importantes para vosotros.
2SI ESTÁ BIEN ...
Otra idea es que si no estás seguro de si debes seguir adelante con una idea o un aspecto de la planificación, y tienes tendencia a ser complaciente con la gente, piensa en esto. El sacerdote que nos casó nos dio un consejo al que todavía hoy recurrimos en muchas situaciones diferentes: "Si te parece bien a ti, a tu cónyuge y a Dios, hazlo".
3SÉ AMABLE
En tercer lugar, responde con amabilidad y seguridad a las sugerencias que no funcionen para ti y tu prometido. Escucha de verdad todas y cada una de las aportaciones que te hagan (escuchar la sabiduría de los demás es vital). Pero ten cuidado con la tendencia a desanimar a alguien con un "tal vez" o un "me lo pensaré" si en realidad no vas a considerarlo. Quítale la tirita ahora, con un "No creo que eso funcione para nosotros", en lugar de prolongar la conversación hasta otro momento.
4INCLUYE
En cuarto lugar, asegúrate de que tu familia esté incluida en tu boda, aunque no puedas o no quieras aceptar todas sus sugerencias para el gran día. Dales responsabilidades y puestos de honor para apreciar su impacto en tu vida.
Pero ahora, recuerda esto:
Y, al final del día, para tener algo de perspectiva, ojalá nos hubiéramos dado cuenta de que el día de nuestra boda -y, por tanto, toda la planificación de la misma- no era tan importante como yo imaginaba. Aunque el día era especial, y el sacramento de vital importancia, el color de las flores y lo que comimos para la cena, no lo era. Lo que yo pensaba que eran decisiones de vida o muerte (¿es necesario un camarógrafo? ¿Son importantes los discursos? ¿Qué tipo de flores son realmente las nuestras?) resultaron ser bastante poco importantes cuando se trata de la batalla y la belleza del matrimonio, que duran toda la vida.
Así que, mientras planean y sueñan juntos, recuerden que el día pasará rápido y que cada decisión no es lo que hará o deshará vuestro matrimonio.
San José, patrón del matrimonio, ¡ruega por nosotros!