El verdadero patrimonio qué poseemos, es el tiempo. Es el valor más grande que podemos conservar, porque es lo que seguramente se agota cada segundo que pasa.
Muchas personas dedican su vida a amasar una fortuna, a costa de su tiempo. Se la viven trabajando para acumular más y más riqueza. Convencidos de que el tiempo es oro. Pero no acabaron por comprender que en sí mismo, el tiempo, es el más grande tesoro que poseemos.
Por ello, saber aprovechar el tiempo y usarlo de la manera más sabia e inteligente posible, es una de las más importantes enseñanzas qué le debemos de trasmitir a nuestros hijos.
Valorar cada uno de los 86.400 segundos de cada día, es la gran meta a conquistar. Es tener clara conciencia de la b¡necesidad de darle el mejor uso a cada uno de esos segundos.
Y ahí está la clave de la calidad de vida que queremos tener. Qué tipo de agenda tenemos cada día, cuáles son tus rutinas y hábitos cotidianos.
Dime cómo usas tu tiempo, y te diré qué tipo de persona eres.
El problema es que existe el derroche, el desperdicio de nuestro tiempo, materialmente desaprovechamos las oportunidades para hacer algo que valga la pena. Y hacemos exactamente lo contrario, lo tiramos a la basura, perdiendo el tiempo. Lo tenemos en las manos, pero al no saber qué hacer con él, se nos escurre y lo dejamos ir.
Bendito tiempo, cada día que pasa tenemos menos, y de ese poco que nos queda, hay que saber disfrutarlo de la manera más agradable posible.
Y eso, cada quien sabrá cómo, ese es el sentido más personal y propio de lo que cada quien hace con él.
Toma conciencia de lo que estás haciendo con tu tiempo, observa tu propia agenda de vida y reflexiona, para saber si lo estás aprovechando de la mejor manera posible.
Haz lo que quieras con él, si quieres hasta lo puedes regalar o desperdiciar. Pero debes saber que el tiempo de vida que tienes es el mayor regalo que has recibido. La mayor felicidad es encontrar la manera de usarlo con pasión, con gozo, con gusto, haciendo algo creativo con él; al fin y al cabo el tiempo mejor aprovechado es el que pasamos con los seres más queridos.
Cada quien sabrá. Esa es tu libertad, los esclavos y prisioneros, no disponen de su tiempo, solo obedecen ordenes y hacen lo que otros indican. En cambio, las personas libres son las que disponen de su tiempo a su entero antojo. Vale la pena saberlo.
El alma, al despojarse de la esclavitud de la duda y de la incertidumbre ha de conquistar su confianza, en la certeza de que el futuro es también un camino incierto pero que de cualquier manera hay que recorrer.
Así lo señalaba San Juan de la Cruz en la canción segunda libro 2:
"Así como el caminante qué, para ir a nuevas tierras no sabidas, va por nuevos caminos no sabidos ni experimentados, que camina no guiado por lo que sabía antes, sino en duda y por el dicho de otros. Y claro está que éste no podría venir a nuevas tierras, ni saber más de lo que antes sabía, si no fuera por caminos nuevos nunca sabidos, y dejados los que sabia; ni más ni menos... Por tanto, siendo, como habemos dicho Dios el maestro y guía de éste ciego del alma... "
La ruta en que transitamos en ésta vida, ha de ser gozada o sufrida, pero en las manos de ese guía que nos conduce por los caminos qué aun no hemos conocido, pero que de alguna manera hemos de atrevernos a recorrer.
El tiempo es también el traslado que nos toma cuando nos movemos de un punto a otro. Cuando alcanzamos las metas que nos hemos propuesto y le arrebatamos más suspiros a la vida por el esfuerzo realizado.
No hay peor ciego, que el que no quiere ver que el tiempo es su más importante patrimonio y es el regalo que tenemos con una fecha exacta de caducidad, que todos desconocemos cuando vendrá su fin.
El gusto por usarlo de la manera más sabia, es una prueba de nuestra capacidad de vivir la libertad y de dejarnos conducir por el divino maestro que nos lleva a su bendito hogar.
Dejemos de matar el tiempo y arrojarlo al barranco de los desperdicios. Hagamos del tiempo, nuestro más grande aliado y seamos capaces de atrevernos a transitar, día a día, por nuevos caminos, haciendo cosas creativas, realizando obras de caridad que llenen nuestra alma de gozo, de tal manera que al final de cada jornada y antes de dormir, podamos decirnos con satisfacción: "he aprovechado bien mi tiempo".
¡Gracias Señor!