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La paz es un regalo pero tú puedes prepararte para recibirla

Ojciec z dziećmi idzie przez łąkę pełną maków
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Carlos Padilla Esteban - publicado el 09/06/22
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Puedo perder la paz si no vuelvo al lugar cada día donde se asientan los cimientos de mi vida...

Quisiera pedirle al Espíritu Santo hoy sus dones. Quiero pedirle la paz, para que acabe con esa inquietud que me duele, con esa guerra interna que reina en mi interior. Dice la Biblia:

Esa paz que llena el corazón de alegría es la que suplico en esta noche. El Espíritu puede calmar mis miedos, puede encender la fe, puede llenarme de la paz al saber que Jesús es quien gobierna en mi vida y todo va a salir bien.

¿Por qué voy a tener miedo? ¿Por qué me falta la paz? Porque quiero controlarlo todo. Y eso me tensa.

Quiero tener el dominio absoluto. No perder el control porque si se me escapa y no sé qué hacer.

Estar bien pase lo que pase

Quiero tener la paz de los niños que descansan en el corazón de Dios. Mis raíces llegan a lo más hondo, mis ramas a lo más alto.

El Espíritu Santo desciende sobre mí para llenarme de paz, eso me da tranquilidad.

Quisiera ser un pacificador. Quisiera repartir esa paz a los que la han perdido y viven luchando consigo mismo, con sus propios demonios.

Me gustaría tener siempre la paz incluso en los momentos de mayor tensión. ¿Cómo puedo creer que voy a estar bien incluso si nada sale como yo esperaba?

Tiene que ser un don, no un logro. Así como la alegría es algo que se me regala, no algo que he conquistado.

Lo que puedo hacer yo para tener paz

Puedo perder la paz si no vuelvo al lugar cada día donde se asientan los cimientos de mi vida. Allí donde puedo ser yo mismo y sentirme lleno del amor de Dios.

Y es que el don de la paz va acompañado del amor de Dios en mi vida. Quiero cultivar las actitudes que me dan paz.

No tomarme demasiado en serio. Reírme de mí mismo, de mis manías. Bajar las expectativas que tengo sobre las demás personas.

No obsesionarme con el resultado de todas las cosas que emprendo. No buscar el éxito como única motivación de las cosas que hago.

Relajarme y aprender a perder el tiempo. Hacer más silencio, orar con más hondura. Dejar que el Espíritu calme todos mis ímpetus.

¿Qué me quita la paz? ¿Qué es lo que más me inquieta? Descanso en el corazón de Dios. Él tiene la respuesta a todas mis preguntas.

La alegría verdadera y plena será en el cielo pero ya puedo lograr que esa alegría aumente en mi corazón cuando confío en el poder de Dios.

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