Perdonar es amar también, desde el fondo del corazón.
¿Ya has perdonado, desde lo más profundo de tu corazón, a los que te han ofendido?
En este artículo vamos a retomar algunos aspectos fundamentales del perdón, para que te des la oportunidad de revisar, en tu interior, qué tanto ya has perdonado a tus agresores y enemigos, y qué tanto aún permanece sin superarlo.
Unas preguntas para responder sinceramente
¿A alguien aún le guardas rencor, resentimiento, deseos de venganza o esperas que le vaya mal, o que pague lo que hizo?
¿No l@ quieres volver a ver, ni te interesa saber nada de su vida?
¿No olvidas lo que te hicieron y todavía sientes enojo, miedo o tristeza?
Dices que ya los PERDONASTE, pero en el fondo tú sabes bien que aún hay remanentes de lo sucedido que no has superado y que el asunto sigue ahí.
Perdonar bien no es tan fácil como se cree, no sólo es cuestión de decir que ya lo hiciste y creer que ya lo lograste, cuando mucho de lo que piensas y haces está basado en esa falta completa del perdón, que aún no acabas de cerrar plenamente.
El tiempo te ayuda a olvidarlo, pero no lo sana. Sigue ahí, porque aunque ya no está presente en tu memoria, al recordarlo vuelven algunos sentimientos negativos. Pueden ser desde el ligero sentimiento de venganza hasta que te dé gusto que le haya ido mal y que la vida le cobre, con sufrimiento, lo que te hizo a ti.
No quieres ni saber ni volver a ver a esa persona y si de casualidad te lo topas o algo te lo recuerda, vuelves a sentir algunas emociones negativas que indican que aún no lo has superado.
La falta de perdón te ancla y atora, e impide tu crecimiento emocional y espiritual.
Puntos para tener en consideración
Considera estos puntos y revísalos con mucha sinceridad, para comprobar que realmente ya perdonaste a fondo a esa persona.
1.- El verdadero perdón conduce a la reconciliación, es decir, a estar en paz con esa persona y a volver a estar como antes, e incluso mejor. Que ya no te afecte su presencia y lo puedas mirar a los ojos con compasión.
2.- Amar es desear el bien, es dar lo mejor de nosotros mismos. Si ya eres capaz de amar de nuevo a esa persona que te ofendió, entonces ya perdonaste. Si no, puede ser que aún tengas deseos ocultos de que le vaya mal o de que pague sus fechorías.
3.- Ya te preguntaste: ¿qué le hiciste a esa persona, para que te haya hecho lo que te hizo? ¿O qué mal has hecho a otros, que la vida te la regresó de esa manera? Todos cosechamos lo que sembramos. Así que más que seguirte haciendo la víctima revisa lo que tú les haces a los demás, más que lo que te han hecho a ti.
4.- ¿Ya te perdonaste por lo que le hiciste a los demás, y te has dejado de sentir culpable?
5.-¿Ya fuiste a pedir perdón y disculpas a las personas que les has hecho algún daño? ¿O todavía insistes en que no hiciste nada, y que eres inocente? Puedes revisar tus acciones y tomar más conciencia de lo que has sembrado.
6.- En los casos que es posible, ¿has intentado y realizado la reparación del daño que causaste? ¿O de plano te has hecho de la vista gorda?
7.- El creerte que no pasó nada y que no tenía importancia y dejar que el tiempo lo ayude a olvidar es una postura irresponsable. Te toca a ti poner las cosas en su lugar y arreglar tus emociones y sanar las relaciones.
Como te puedes dar cuenta, perdonar no es cualquier cosa y sobre todo de una manera sincera y profunda.
Perdonar vale la pena
Por eso hay muchas personas que caminan por la vida, muy quitados de la pena pero cargando el enorme bulto de llevar una falta de perdón o un sentimiento de venganza. O van castigando a los agresores y enemigos con el látigo de su desprecio o indiferencia. Creen que el veneno que emiten va a hacer daño a los otros, cuando al primero que le afecta es a uno mismo.
Perdonar no es una tarea sencilla, pero hay que insistir en hacerlo y sobre todo reconocer que sin la ayuda de los demás y sobre todo de la gracia, no será viable.
No olvides orar y perdonar a todos tus enemigos, el amor lo sana todo.