Anselmo nació en 1033 en Aosta del Piamonte (actual Italia) en una familia noble. Recibió maltrato por parte de su maestro laico y su familia confió su educación a los benedictinos. Entre ellos descubrió su vocación.
Siendo prior del monasterio de Bec, allí destaca en su conocimiento de la Filosofía y la Teología.
Se convierte en un gran metafísico, precursor de santo Tomás de Aquino. Se le considerará el padre de la escolástica.
Es famoso su "argumento ontológico" para llegar al conocimiento de Dios desde la Filosofía.
Un corazón sediento
En 1089, Anselmo tiene que viajar a Inglaterra donde será nombrado arzobispo de Canterbury el 4 de diciembre de 1043.
Por defender a la Iglesia será desterrado por el rey Guillermo el Rojo, enemigo de los católicos.
Entre sus obras destacan el Monologium (meditaciones sobre las razones de la fe), el Poslogium (la contemplación de los atributos de Dios) y tratados sobre la verdad, la libertad, el origen del mal y el arte de razonar. También escribió un importante tratado sobre la Encarnación.
Falleció en 1109 en Canterbury. Sus últimas palabras fueron:
"Allí donde están los verdaderos goces celestiales, allí deben estar siempre los deseos de nuestro corazón".
Oración
"Te ruego, Señor,
que me hagas gustar por el amor
lo que gusto por el conocimiento.
Hazme percibir a través del afecto
lo que percibo a través del intelecto […].
Atráeme por entero, Señor, a tu amor.
Todo lo que soy es tuyo por condición;
haz que lo sea también por amor.
Delante de ti, Señor, está mi corazón:
quiere, pero por sí mismo no puede;
haz Tú lo que él no puede.
Acógeme en la habitación de tu Amor.
Te pido, te busco y te llamo:
Tú que me haces pedir, haz que lo reciba;
Tú que me haces buscar, haz que encuentre;
Tú que enseñas a llamar, abre al que llama a la puerta».
(De la Meditación III. Sobre la Redención Humana)