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El papa Francisco ha concedido la celebración de la beatificación del padre Rutilio Grande S.J, Nelson Lemus, Manuel Solórzano y Fray Cosme Spessoto. La ceremonia en honor de los cuatro mártires tendrá lugar el 22 de enero de 2022 en San Salvador.
Para presidir el solemne acto en su nombre, el Papa ha elegido al cardenal Gregorio Rosa Chávez como su delegado especial. Los obispos de El Salvador informaron sobre la noticia a través de un comunicado este viernes 27 de agosto de 2021.
La ceremonia de beatificación debía haberse realizado a partir del 21 de febrero de 2020, después de que el Papa Francisco aprobó el decreto que reconocía el martirio de los Siervos de Dios salvadoreños, pero que fue postergada debido a la situación de emergencia por la COVID-19.
La beatificación de padre Rutilio Grande está directamente vinculada a monseñor Óscar Romero.
El Padre Grande fue asesinado el 12 de marzo de 1977, pocos días después de que Monseñor Romero tomara posesión de su cargo en la Archidiócesis.
Sobre todo, Romero se enfrentó a un número creciente de asesinatos de sacerdotes y catequistas, empezando por su amigo más cercano, el jesuita Rutilio Grande, que había elegido vivir como un pobre entre los pobres en la parroquia rural de Aguilares.
Durante la vigilia nocturna ante el cuerpo de su amigo que acababa de ser asesinado, Romero sintió que debía asumir una actitud de fortaleza, como él mismo la definía, es decir, de fortaleza pastoral, ante la violencia que afectaba a los pobres y a sus allegados en El Salvador.
Dos días después, la relación pública entre Romero y las autoridades militares en el poder se rompió cuando el arzobispo se dio cuenta de que el presidente no tenía intención de esclarecer el asesinato del jesuita.
Se ha hablado de la "conversión" de monseñor Romero ante la muerte del padre Rutilio Grande.
Según la biografía oficial presente en los actos de la Congregación de la Causa de los Santos, monseñor Romero siempre lo ha negado, afirmando que en ese momento más bien sintió que debía defender a los pobres como lo había hecho su amigo Rutilio.
De hecho, después de este asesinato, Romero vio su responsabilidad institucional bajo una luz nueva; identificó la causa principal de los males de El Salvador como la injusticia social, a la que quería poner remedio no con medios revolucionarios, sino con una conversión religiosa de los corazones.
Los ricos, deberían, en su opinión, compartir, es decir, compartir su riqueza.
La inequidad y la injusticia que, tanto como padre Rutilio Grande y monseñor Romero rechazaron, por ser incompatibles con la Doctrina Social de la Iglesia, tienen raíces en la historia del país centroamericano.
La obtención de la independencia del dominio español en 1825 llevó al Estado de El Salvador a apoderarse de los territorios arrebatados a los indios y al posterior enriquecimiento de los terratenientes y banqueros.
La riqueza pasó a manos de la clase empresarial con los años, mientras tanto, una gran parte de la población se empobreció.
Así, esa parte de la sociedad fue fácilmente influenciada por grupos extremistas de izquierda que predicaban una distribución diferente de la riqueza, incluso usando la violencia.
Entretanto, los grupos políticos de extrema derecha, apoyados por los militares, defendieron los privilegios que se habían creado.
La elección del Coronel Arturo Armando Molina como Presidente de la República en 1972 no llevó a la realización del intento de reforma del país.
En este contexto, se ha llevado a cabo el martirio de los siervos de Dios, asesinados el 12 de marzo de 1977 en Aguilares.
En 1979 se produjo un nuevo golpe militar al que se opusieron organizaciones populares de derecha e izquierda. El grupo militar disidente del anterior golpe organizó otro con el apoyo de las fuerzas gobernantes, lo que provocó el inicio de la guerra civil.
Rutilio Grande García (1928-1977) Ingresó en el seminario diocesano en 1941, pero cuatro años después pidió ser admitido en la Compañía de Jesús. Hizo el noviciado en Caracas (Venezuela) y emitió sus votos religiosos el 24 de septiembre de 1947.
De 1962 a 1964, estudió en el Instituto Lumen Vitae de Bruselas. Al regresar a su tierra natal, fue nombrado prefecto y profesor de teología pastoral en el Seminario de San José de la Montaña, tarea que desempeñó con eficacia y creatividad.
Promovió el envío de seminaristas a las parroquias para el apostolado entre la gente, una experiencia que también vivió personalmente. En 1972 fue nombrado párroco de Aguilares.
Aquí, el Siervo de Dios no dudó en condenar las acciones represivas contra las personas más pobres y campesinos por parte de los militares y la oligarquía en el poder.
Con sus iniciativas en consonancia con el Concilio Vaticano II y la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano de Medellín (1968), impulsó la participación activa de los fieles en la vida parroquial, especialmente con los cursillos, en el ámbito de las celebraciones litúrgicas y la promoción social.
En Apopa, el 13 de febrero de 1977, el Siervo de Dios pronunció una homilía en la que defendió públicamente al P. Mario Bernal, S.I., que acababa de ser expulsado del país por su compromiso social. Esto puso en peligro aún más su ya precaria situación con respecto al régimen.
El padre Rutilio tenía 49 años. El 12 de marzo de 1977, acudió a San José (El Paisnal) para presidir una celebración eucarística durante la novena de preparación de la fiesta patronal de San José.
En el viaje de vuelta a Aguilares, le acompañaban en el coche un catequista, el Siervo de Dios Manuel Solórzano, el joven Siervo de Dios Nelson Rutilio Lemus y tres niños.
A mitad del camino, hombres armados ametrallaron el coche, solo los niños se salvaron.
San Óscar Arnulfo Romero quedó profundamente conmocionado por el asesinato de su amigo jesuita y presidió personalmente la misa fúnebre en la Catedral de San Salvador.