El papa Francisco ha pedido poner en el centro de las políticas sociales a la familia, la maternidad y un sistema laboral que no explote con horarios inflexibles para que los padres puedan dedicar tiempo y jugar con sus hijos. Lo dijo participando en un congreso que se ocupa del problema de la natalidad en Italia, donde se registra un mínimo histórico de nacimientos desde 1861 y el máximo de muertes desde finales de la Segunda Guerra Mundial.
El invierno demográfico en Italia, se ha agravado a causa de la pandemia. “Por ello, para que el futuro sea bueno, debemos ocuparnos de las familias, especialmente de las jóvenes, acosadas por preocupaciones que corren el riesgo de paralizar sus proyectos de vida”, dijo el Papa Francisco que esta mañana, a las 9:00 horas, salió de la Casa Santa Marta y se dirigió al Auditorium della Conciliazione de Roma para participar en la inauguración de la primera edición de los Estados Generales sobre la Natalidad, una iniciativa online promovida por el Foro de Asociaciones Familiares en Italia.
Italia durante la pandemia perdió 384.000 habitantes en el 2020.Algo así cómo si hubiera desaparecido una gran ciudad como Florencia debido a las muertes a causa de la pandemia, según los datos del Instituto Nacional de Estadística italiano (Istat).
“Pienso en el desconcierto causado por la incertidumbre laboral, en los temores provocados por los costes cada vez más inasumibles de la crianza de los hijos: son temores que pueden engullir el futuro, son arenas movedizas que pueden hundir una sociedad”, afirmó el Papa.
El Papa dijo pensar, con tristeza, en las mujeres, trabajadoras “a las que se desanima a tener hijos o que tienen que ocultar su barriga”.
¿Cómo es posible que una mujer deba sentir vergüenza por el regalo más hermoso que la vida puede ofrecer? (la maternidad) No la mujer, sino la sociedad debería avergonzarse, porque una sociedad que no acoge la vida deja de vivir”, sostuvo.
“¡Los niños son la esperanza que hace renacer a un pueblo! Por fin, en Italia se ha decidido convertir en ley una prestación, definida como única y universal, para cada niño que nazca”, apoyó el Papa.
El gobierno prometió dar hasta 250 euros por hijo al mes para fomentar la natalidad.
“Expreso mi agradecimiento a las autoridades y espero que este subsidio responda a las necesidades reales de las familias, que han hecho y hacen tantos sacrificios, y marque el inicio de reformas sociales que pongan a los niños y a las familias en el centro. Si las familias no están en el centro del presente, no habrá futuro; pero si las familias vuelven a ponerse en marcha, todo volverá a empezar”.
El Obispo de Roma participó hoy en el mencionado evento para reflexionar sobre el descenso de la natalidad en Italia, y en la que participaron algunos ministros y el presidente del Gobierno italiano, Mario Draghi, cuya formación ha sido jesuita.
En los últimos 12 años ha habido un descenso del 30 % en los nacimientos, de 577.000 a los 404.000 actuales, lo que supone un nuevo mínimo histórico de nacimientos desde la unificación de Italia.
La situación es difícil en el flagelado norte del país, donde hubo un 61% más de muertes que el año pasado durante la primera ola de coronavirus.
A su llegada, el Papa fue recibido por el Presidente del Auditorio, Dr. Francesco Carducci y el Presidente Nacional del Foro de Asociaciones Familiares, Gigi De Palo.
A continuación, saludó a las autoridades presentes y a los participantes en el encuentro. Tras el saludo introductorio del Presidente De Palo y el discurso del Presidente del Consejo de Ministros, el Papa pronunció su discurso.
"Es urgente ofrecer a los jóvenes garantías de un trabajo suficientemente estable, seguridad para el hogar, atractivos para no salir del país”.
Algo, añadió, que "es una tarea que también concierne al mundo de la economía: qué bonito sería ver crecer el número de emprendedores y empresas que, además de producir ganancias, promueven vidas, que se cuidan de no explotar a personas con condiciones y horarios insostenibles, que llegan a repartir parte de los ingresos a los trabajadores, con miras a contribuir a un desarrollo invaluable, el de las familias”.
El Papa afirmó que Europa "se está convirtiendo en el Viejo continente, no por su gloriosa historia, sino por su avanzada edad" y, como en Italia, "cada año es como si una ciudad de más de doscientos mil habitantes desapareciera”.
Asimismo, dijo que "los dramáticos números de nacimientos y los espantosos de la pandemia exigen un cambio y una responsabilidad”.
"¡Cuántas familias en los últimos meses han tenido que trabajar horas extras, repartiendo la casa entre el trabajo y la escuela, con padres que han sido maestros, técnicos informáticos, trabajadores, psicólogos!”, dijo, al mismo timpo que rememoró el aislamiento, la zozobra y la dificultad del confinamiento durante la pandemia.
Además, confirmó "los sacrificios que se requieren de los abuelos, verdaderos botes salvavidas para las familias”.
Es tiempo de la responsabilidad para hacer florecer la sociedad. Por esto, consideró la educación como elemento importante para el crecimiento humano y los modelos que dan los adultos. "Es triste ver modelos a los cuales interesa solo la apariencia".
"Los jóvenes no crecen gracias a los fuegos artificiales de la apariencia, maduran si se sienten atraídos por quienes tienen el valor de perseguir grandes sueños, de sacrificarse por los demás, de hacer el bien al mundo en que vivimos.
Y mantenerse joven no pasa por hacerse selfies y retocarse, sino por poder reflejarse un día en los ojos de sus hijos.
A veces, en cambio, se transmite el mensaje de que realizarse significa ganar dinero y tener éxito, mientras que los hijos parecen casi una diversión, que no debe obstaculizar las aspiraciones personales. Esta mentalidad es una gangrena para la sociedad y hace insostenible el futuro".
Al final, tras saludar a algunas familias con niños, el Papa abandonó el Auditorio para regresar al Vaticano.