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Cómo hacer comunidad cuando somos tan diferentes

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Carlos Padilla Esteban - publicado el 22/04/21
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Hay cosas que crean puentes, unen a las personas y construyen la paz y en cambio otras que levantan muros y llevan a un triste individualismo, comprueba si tienes un corazón fraterno

La fraternidad es la respuesta en este tiempo difícil. Todos somos responsables del bien común de la Iglesia, del mundo.

Se trata de tender puentes, de dialogar con el que piensa distinto. Dialogar de forma abierta y frontalmente con el que no piensa como yo. ¡Qué difícil aceptar al que piensa de forma diferente!

Cuando Lucas describe la primera comunidad cristiana, esa comunidad de los santos que caminan hacia Dios, está presentando un ideal muy difícil de alcanzar. Una vida compartida en comunidad junto a Jesús.

Cuesta mucho vivir la fraternidad en los tiempos que corren. Uno se desilusiona y deja de creer en una comunidad de corazones que parece imposible. Comenta el papa Francisco:

Fraternité

No es fácil vivir esta fraternidad a la que me invita el Papa en este tiempo convulso de la pandemia.

He comprobado que faltan las fuerzas y el corazón se debilita. Falta la ilusión y dejo de creer que sea posible tocar el cielo compartiendo la vida con mis hermanos.

Es el desafío que Dios me pide. Que crea en la fraternidad, en la comunidad ideal.

Quisiera tener la capacidad de vivir con los que no piensan como yo y dialogar con ellos.

El individualismo es el camino fácil. Es pensar que no necesito a nadie para salvarme en esta vida.

Es dejar de creer en una Iglesia solidaria, comunitaria, para aplicar un lema en mi vida: yo me salvo solo.

Como si de mí dependiera todo para llegar al cielo. Como si no me importara si los demás que caminan conmigo en la tierra fueran a vivir también a mi lado en el paraíso.

MACK MCCARTER

La comunidad siempre es una exigencia. Me obliga a partir mi pan, preocuparme del que tiene menos y estar pendiente del que sufre.

Esa capacidad para abrir el corazón ante el que me necesita es lo que me salva.

Quiero abrir mi alma para mi hermano, para el que está junto a mí, a mi lado. No puedo poner la excusa de vivir pensando en lo que a mí me conviene.

El corazón comunitario no juzga intenciones ocultas, no malinterpreta las actitudes de su hermano.

Trata de acercarse para entender el origen de ciertas acciones. No habla mal del otro cuando no está presente. No cae en el egoísmo de no querer compartir la vida con los demás.

DYSKUSJA

Mucha gente se llena la boca con la palabra comunidad pero luego vive sembrando discordias, tensiones, diferencias.

En lugar de construir puentes construyen muros de odios y envidias.

Un corazón comunitario acoge al que es diferente, al que no piensa como él y es capaz de entrar en un diálogo constructivo.

Piensa bien de los otros. No los condena antes de conocer todo lo que están viviendo.

Es un corazón paciente que entiende que su hermano tiene diferente ritmo y forma de hacer las cosas.

Acepta y reconoce los errores cometidos con humildad, sin refugiarse en querer mantener una vida intachable, sin mancha.

Un corazón comunitario perdona los errores de su hermano. Acepta su debilidad. Comprende que no puede hacerlo todo como a él le gustaría.

Cada uno tiene sus formas y eso es algo sagrado.

BROTHERS, SMILE, HAPPY

Un corazón fraterno se solidariza con el débil sin condenar al poderoso.

Acepta su realidad como mediador y pacificador en medio de las tensiones de esta vida.

El corazón fraterno no busca los primeros puestos por vanidad o simplemente esperando el reconocimiento.

Sabe quedarse en un segundo plano con humildad. Acepta las críticas y no se defiende cada vez que recibe comentarios negativos. No se hunde ante la condena de su hermano.

Antes bien se pone en camino buscando el diálogo aunque este a veces parezca imposible.

Un corazón fraterno construye comunidad desde la verdad, desde la caridad. No condena desde las premisas que defiende a los que no viven de la misma manera.

Es un corazón misericordioso que se rompe por amor al hermano y lo acepta con alegría en su corazón. Sin pretender que desaparezcan las diferencias.

Un corazón fraterno no huye de la confrontación, no evita los conflictos. Antes bien intenta crear paz con mucha paciencia y alegría.

Un corazón fraterno es alegre. No deja que la tristeza lo cierre en su egoísmo queriendo vivir sus penas solo.

Un corazón fraterno se parte en cada encuentro comunitario. Se pone a servir al que está cerca. Acepta los comentarios hirientes.

No se llena de amargura cuando las cosas no funcionan. Vuelve a empezar de cero y cree en la fecundidad de la vida que se entierra para dar fruto.

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