Sin duda, la de Da Vinci es la más famosa, estudiada, replicada y admirada. Captura el instante en el que Jesús le dice a sus apóstoles que uno de ellos le traicionará, pero también cuando está a punto de tomar el pan y el vino, que sería el génesis de la Eucaristía. Sin embargo, otros artistas italianos también lograron capturar con su ingenio ese momento tan íntimo y trascendental. Aquí les mostramos cinco de ellas:
Giotto, Capilla de Los Scrovegni (Padua)
La llaman la Capilla Sixtina de Padua por sus hermosos frescos y, entre ellos, está éste de La Última Cena. Cada apóstol se diferencia por el color de sus vestiduras y ninguno mira al espectador. Judas, de amarillo, aparece tomando comida del mismo plato que Jesús, simbolizando su traición.
Fra Angelico, Monasterio de San Marco (Florencia)
Esta obra se encuentra en una de las celdas de los monjes. Llama la atención que no se centra en la traición de Judas (quien es el único que tiene una aureola negra) sino en la repartición del pan y el vino a los apóstoles. De hecho, por eso este fresco se titula Comunión y no La Última Cena.
Sor Plautilla Nelli, Museo Santa Maria Novella (Florencia)
Se cree que esta monja fue la primera mujer (o una de las primeras) en pintar este icónico episodio de la vida de Cristo. Fue una artista auto-didacta y su pieza es enorme (unos 7 metros) porque pintó las figuras en tamaño real, un gran logro considerando que en esa época a las mujeres se les prohibía estudiar la anatomía humana. Estuvo en el comedor de su convento hasta que cerró, luego pasó a un almacén, hasta que finalmente llegó al museo florentino. En el 2019, luego de cuatro años de restauración, se exhibió esta obra después de 450 años de olvido.
Jacopo Tintoretto, Basílica de San Giorgio Maggiore (Venecia)
Una obra sumamente diferente a la de da Vinci. No hay una simetría perfecta, es dramática, poco convencional, oscura y hasta algo “caótica”. Judas es el único apóstol que no tiene aureola y se incluyen también las figuras de los ángeles. El centro de luz es, por supuesto, Jesús.
Ghirlandaio, Iglesia de Ognissanti (Florencia)
De esta Última Cena destaca que el pintor no la representó como una escena de interiores, sino quiso integrar también a la naturaleza y su simbolismo. El árbol de naranjas y los cedros evocan la belleza del Paraíso; mientras que las palmas y los cipreses son un presagio del martirio y la muerte. El pavo real a mano derecha simboliza la inmortalidad y el renacimiento con su plumaje. Judas no sólo da la espalda al espectador, sino que además está sentado en un taburete que está debajo del nivel de Jesús y los demás apóstoles.