Estamos hablando de cosas que son importantes, pero no fundamentales y nos estamos olvidando de lo esencial…Mi esposa y yo hemos vuelto a las misas virtuales en vista de la férrea cuarentena que tenemos en nuestro país, Panamá. Todas las tardes, después de tomar el café y con unos panecillos calientes con mantequilla y mermelada de frutas nos sentamos a escuchar la misa.
Esta tarde escuchaba la homilía del padre Javier Martín, Franciscano de María. Me gusta escuchar a los sacerdotes en sus homilías. Aprendemos mucho de ellos.
“Hace unos días leí un artículo que cayó como anillo al dedo… Cuántas personas están hablando, muchos de ellos vociferando, si comunión en la mano, si comunión en la boca. Se puede comulgar de las dos maneras porque la Iglesia lo permite… Lo importante no es comulgar en la mano o en la boca” decía este sacerdote en su artículo con toda la razón. “Lo importante es comulgar en gracia de Dios”.
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Lo esencial de la Comunión
“Estamos hablando de cosas que son importantes, pero no fundamentales y nos estamos olvidando de lo esencial: que tenemos que recibir al Señor en gracia de Dios y para recibirlo en gracia de Dios es importante confesarnos al menos una vez al año, en peligro de muerte y si se ha de comulgar”.
Me hizo pensar en una realidad. Lo fundamental es la condición en que recibimos a nuestro Señor, con fervor, sabiendo que es Jesús Sacramentado, y está VIVO. San Pablo lo advirtió:
“Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor” I Corintios 11,27.
“Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas apariencias”, escribió santo Tomás de Aquino. “A Ti se somete mi corazón por completo, y se rinde totalmente al contemplarte. Al juzgar de Ti, se equivocan la vista, el tacto, el gusto; pero basta el oído para creer con firmeza; creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios: nada es más verdadero que esta Palabra de verdad”.
Prepararse
Comulgar es una bendición que se nos permite, pero un asunto también muy serio y debes prepararte bien.
“Hijos míos, nada es demasiado a la hora de prepararnos para la santa comunión“, decía el San Pío de Pietrelcina. Y san Josemaría Escrivá: “¿Has pensado en alguna ocasión cómo te prepararías para recibir al Señor, si se pudiera comulgar una sola vez en la vida? Agradezcamos a Dios la facilidad que tenemos para acercarnos a Él, pero… hemos de agradecérselo preparándonos muy bien, para recibirle”.
Acércate a comulgar sabiendo a quién vas a recibir en la hostia consagrada, con humildad, fervor y un inmenso amor a Jesús Sacramentado.
Dios quiere habitar en ti, hazle un espacio en tu alma y tu corazón.
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