Llevarlas encima puede marcar la diferencia en nuestra vida y la de los demás
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San Juan de la Cruz dijo que “si creemos, esperamos, y amamos ya tenemos la experiencia de Dios”. Hay elementos que pueden ayudar a vivir estas palabras que fundamentan la vida espiritual en medio de un mundo agitado.
La experiencia espiritual se materializa en las cosas que tenemos, llevamos o damos a los demás. Entonces, ¿qué podemos encontrar en algunos bolsos, que marcan la diferencia? Recursos que hacen de manera práctica que lleves fe, esperanza y amor.
Cosas que ayudan a reforzar la fe
Hay cosas, como estampas religiosas o rosarios, que por tradición han llegado a nuestros bolsos como un regalo que nos dan la oportunidad de alimentar la oración y el entendimiento de nuestra alma y, al mismo tiempo, ser herramienta útil para encontrar consuelo y paz.
Llevar encima el ejemplo de vida de un santo y sus extraordinarias obras, nos anima a pedirle su intercesión mediante la oración que encontramos en una estampa.
O el rosario, que al invitarnos a abrazar la oración más completa, nos permite enlazar a todos y a cada uno de los que más nos importan junto a nuestros anhelos y sueños más profundos.
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Cuando vivimos la fe, estos artículos se convierten en instrumento para otros reconfortando el alma, mostrando cercanía y dando fortaleza; como sucede cuando una persona que está enferma, sufre o está sola, los recibe.
Este puede ser el impulso necesario para obtener una gracia especial o recibir el aliento para dar un siguiente paso en momentos difíciles.
Cosas que ayudan a mantener una actitud de esperanza
La mirada en un futuro mejor se construye con la memoria. Aunque sea incierto, sabemos que no estamos solos si llevamos cosas que nos impulsan hacia adelante como una foto de nuestra familia, personas que han marcado nuestra vida o seres queridos que aunque no están con nosotros físicamente, están allí acompañándonos.
Llevar una agenda o libro de notas donde vamos apuntando nuestras prioridades y planes diarios también nos ayuda a proyectar y, al ponerlo todos en las manos de Dios, buscamos poder concretarlos. Estos son la promesa real de nuestras metas y nos recuerdan que están allí para cumplirse.
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Cuando vivimos con esperanza podemos con estas cosas movilizar a las personas que nos rodean, ya que nos dan un tipo de energía que despertando nuestros deseos nos sitúa en un estado de inquietud, de inconformismo y de anhelo que nos lanza a la acción.
Cosas que ayudan a poner en práctica la caridad
Todas las acciones de nuestro día deberían estar fortalecidas por nuestra oración, impulsadas por la esperanza, pero especialmente hechas con amor.
La caridad es la virtud más importante porque potencia nuestra voluntad buscando dar respuesta al llamado más perfecto que es amar a los demás. Cuando pasamos nuestras experiencias por el filtro del amor, podemos ver claramente las necesidades más ocultas.
Muchas veces ayudar a los demás no significa dar dinero. Podemos llevar en nuestro bolso algo comestible si vemos que alguien pasa hambre o algo que la abrigue si tiene frío.
Los necesitados de nuestro tiempo pueden incluso ser personas que visten chaqueta y van a la oficina todos los días y sus necesidades serán variadas y no siempre evidentes.
Cuando vivimos con caridad, podemos estar presentes y ser eficientes en darnos a los demás con los medios adecuados. Tal vez no podremos sacar a una persona de un estado de pobreza ni siquiera dando dinero, pero un acto real de amor es algo que nunca pasa desapercibido y deja huella en la vida de una persona.
¿Y quién sabe? ¡Puede que haya algo de eso al alcance de nuestra mano!