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Las personas que padecen enfermedad celíaca han incrementado en los últimos años. De acuerdo con el portal de la clínica Universidad de Navarra, este mal es "una enfermedad digestiva que daña el intestino delgado y altera la absorción de las vitaminas, minerales y demás nutrientes que contienen los alimentos". Agrega que quienes la padecen "no toleran una proteína llamada gluten, que se encuentra en los cereales (trigo, avena, cebada, centeno)", así es que, cuando consumen estos alimentos, sufren daño en la mucosa de su intestino delgado.
Ante esta realidad, el Magisterio ha buscado soluciones prácticas sin faltar al mandamiento de Cristo, el cual tomó el pan y lo dio a sus discípulos diciendo: "Este es mi cuerpo" (Mt 26, 26), por lo que la Instrucción general del Misal romano indica:
"El pan para la celebración de la Eucaristía debe ser de trigo sin mezcla de otra cosa, recientemente elaborado y ácimo".
Sensibilidad y soluciones propuestas
Las soluciones encontradas para los celiacos son dos: solo comulgar del cáliz (con atención a no poner ninguna fracción de hostia); y hostias especiales con cantidades mínimas de gluten, para salvar la verdad del signo sacramental (también en este caso las hostias se ponen en un copón aparte para evitar contacto con las otras).
Es necesario que los párrocos sean siempre sensibles a este problema y actúen con gran delicadeza.
No solo ellos, sino todos los sacerdotes, diáconos y ministros extraordinarios de la Comunión, estén siempre atentos a aquellos que tienen este trastorno, teniendo a disposición y conservando de manera correcta, en contenedores y copones distintos, las hostias especiales.
A las personas celiacas, hay que decirles que su sufrimiento y su malestar no disminuyen el valor del encuentro con el Señor en la Eucaristía. Más aún, enfrentar estas dificultades puede volverse un signo, incluso para los demás, de su amor por Cristo.
El pan debe ser de trigo, con gluten
Hay un documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, del año 2003, firmado por el entonces cardenal Ratzinger en el que se exige que el pan a consagrar durante la Misa sea con gluten o, al menos, que tenga una mínima cantidad de gluten que garantice su validez.
Una carta escrita desde el Vaticano a los obispos en 2017 reafirma que el pan a consagrar que no tenga gluten no es válido.
El código de derecho canónico dice que el pan debe ser de trigo, y se supone que ese trigo debe tener todos sus componentes o elementos.
Si faltara el gluten, el pan de trigo perdería su esencia. Ese es el pan que utilizó Jesús en la Última Cena.
Avisar al sacerdote antes de Misa
En vistas a esta situación, se pide que quien tenga intolerancia al gluten (el celiaco) y no pueda comulgar bajo la especie del pan, antes de la Misa, se lo haga saber al sacerdote.
Es tan seria la situación, que el sacerdote que no pueda comulgar bajo la especie del pan, aunque contenga una mínima cantidad de gluten, no puede celebrar la eucaristía ni individualmente ni presidir una concelebración.
Solo podrá concelebrar y comulgar bajo la especie eucarística del vino, con el permiso del obispo.