Para quien desea que el nombre de su hijo tenga origen bíblico, aquí van algunas sugerencias
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Elegir el nombre para un hijo es una gran tarea. En ese momento, todo el mundo quiere dar su opinión: la abuela materna cree que es hora de honrar al bisabuelo; la abuela paterna no para de repetir que el nombre del padre (es decir, el que eligió ella para su hijo) es bonito; y el hermano mayor insiste en que el bebé lleve el nombre de su héroe favorito.
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Son tantas opiniones que a fin de cuentas, lo importante es el significado que tiene y lo que representa para los padres del niño. Los nombres bíblicos son fuente de inspiraciones para muchas parejas, porque además de lo que representan, también llevan consigo la historia de grandes hombres y mujeres.
Ofrecemos en esta lista algunos de esos nombres para niños. Algunas historias quizás no las conoces, pero tienen mucha importancia en la cultura y en el arte de Occidente.
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Benjamín: el “hijo de la felicidad” o el “bien-amado”. Benjamín fue el hijo más pequeño de Jacob y Raquel, y su madre murió durante el parto. Antes de fallecer, ella le llamó Bem-Oni, que significa “hijo de mi dolor”, pero Jacob decidió llamarle Benjamín. A partir de él nació una de las 12 tribus de Israel. Su historia puede leerse en el capítulo 35 del libro de Génesis.
Enmanuel: “Dios está con nosotros”. Es una de las maneras de llamar a Jesucristo, y viene de una promesa citada en Isaías 7, donde se lee: “He aquí que la virgen concebirá y dará a luz a un hijo, y le llamará Enmanuel“. El nombre Enmanuel significa “Dios con nosotros“. En Mateo 1 se puede leer sobre esto, también.
David: puede significar “el amado” y “el querido”. David fue ungido por Samuel, y el Espíritu de Dios pasó a habitar en él. Al derrotar al gigante Goliat, cuando aún era adolescente, acabó irritando al rey Saúl y años más tarde, con su muerte, se convirtió en rey de Judá y después de todo Israel. Cometió errores graves, pero el reconocimiento del amor de Dios hizo que se arrepintiese. Fue un gran hombre y de su linaje nació Jesús. Su historia está en los dos libros de Samuel.
Daniel: significa “Dios en mi juez”. Uno de los profetas hebreos, Daniel, vivió durante el período en que los judíos estaban cautivos en Babilonia, y fue escogido para trabajar para el rey, junto con otros jóvenes inteligentes como él. Aun habiéndose entrenado para ejercer funciones reales y aprendiera sobre la cultura babilónica, él no se olvidó de Dios. A él y a otros se les quería obligar a comer la comida que el rey mandaba, pero no lo hizo, y se alimentaba sólo de vegetales. A pesar de ello tenía mejor salud que los demás. En otro episodio, fue arrojado a un pozo con leones, cuando el nuevo rey, Darío, creó una ley prohibiendo cualquier acto de culto que no se dirigiera al rey. A la mañana siguiente Daniel seguía con vida, lo que hizo que el rey creyera en el Dios verdadero.
Felipe: “amigo de los caballos”. Hay más de un Felipe en la Biblia, y uno de ellos es el apóstol. Fue el instrumento de Dios en la llamada de Bartolomé. El otro conocido es el que, al encontrar a un eunuco etíope, le habló sobre la fe en Jesús y le anunció el evangelio. Se puede leer sobre él en los Hechos de los Apóstoles y en el evangelio de Juan.
Gabriel: “hombre de Dios”. Fue el ángel Gabriel quien anunció a María la venida de Jesús. Antes ya había sido responsable de decir a Daniel, que la visión que había tenido era sobre el fin de los tiempos. Más tarde, de nuevo Gabriel, habló sobre la profecía de las setenta semanas y sobre la venida de Cristo. También fue él el responsable de contar a Zacarías que su esposa, Isabel, quedaría embarazada.
Levi: significa “ligado” o “unido”. Levi fue el tercer hijo de Jacob con su primera esposa, Lía. A partir de él nació una de las tribus de Israel, los levitas. Los miembros de esa tribu eran cantores y tocaban instrumentos, en los tiempos del rey David. Ellos cuidaban del templo construido por Salomón, de la manutención y cuidado y otras actividades que se realizaban en ese espacio. En el capítulo 35 del Génesis es posible saber más sobre Levi. Es también el nombre del apóstol Mateo, el cobrador de impuestos.
Juan: “el Señor se ha apiadado”. El apóstol Juan, antes de caminar con Cristo, seguía a otro Juan, el Bautista, que era hijo de Isabel, pariente de María, la madre de Jesús. Dejó el oficio de pescador para estar con Jesús y con los apóstoles. Era uno de los más cercanos al maestro – el único que le acompañó en su pasión y muerte – y fue llamado el discípulo amado.
José: “el que hace crecer” o “Dios multiplica”. En la Biblia, destacan dos personajes con ese nombre. José, hijo de Jacob, era el preferido del padre, porque era el primero que Jacob tuvo con Raquel. Jacob amaba tanto a Raquel, que trabajó siete años por su hermana Lía y después otros siete para poder casarse con ella. El favoritismo de José acabó creando una antipatía con los demás hermanos. Cuando él contó un sueño en que veía a la luna y las estrellas inclinándose ante él, se irritaron y vendieron a José a un mercader de esclavos. En Egipto fue vendido a Putifar, oficial del rey, y la esposa de Putifar intentó seducirle. Él se negó y ella hizo de todo para meterle en la cárcel. En prisión le conocieron por interpretar sueños, lo que le hizo llegar hasta el Faraón, que le convirtió en gobernador de Egipto y así pudo volver a reunirse con su familia. El otro José es el esposo de María, que tuvo la delicada misión de cuidar de ella y de Jesús, como su padre adoptivo. Llamado “hombre justo” por la Escritura, Dios le guiaba por medio de sueños.
Samuel: significa “Dios escucha”. Samuel fue un profeta y el último juez de Israel. Él también fue el hijo muy deseado de Ana, una de las mujeres de Elcaná y que era estéril. Samuel lideró al ejército de Israel en una batalla contra los filisteos. Cuando fue de edad avanzada puso a sus hijos como jueces, pero ante sus errores, el pueblo pidió que se nombrara a un rey. Samuel ungió a Saul y éste, algunos años después, se apartó de Dios. Dios pidió entonces que Samuel ungiese a un nuevo rey, que fue David.
(via Sempre Família)