El nuevo año civil está marcado por celebraciones particulares. ¿Por qué no hacer lo mismo para el nuevo año litúrgico?
Los niños descubren y viven su fe primero en el seno de su familia. Sin embargo, deben descubrir poco a poco que pertenecen a la Iglesia.
No pertenecen a la Iglesia como si estuvieran inscritos en un partido político, en un club de ocio o en una asociación benéfica.
En la Iglesia, no existen miembros honorarios ni simpatizantes: solamente hay y puede haber miembros activos, miembros vivos en y a través de la Iglesia.
“Cristo y la Iglesia es todo uno”, decía Juana de Arco. No podemos pertenecer a Cristo y vivir por Él y para Él sin pertenecer a la Iglesia y vivir en su seno.
Para ayudar al niño a comprender todo esto no hacen falta grandes discursos, sino referentes precisos y concretos.
El año litúrgico empieza en diciembre
Este domingo se abrirá un nuevo año litúrgico. Es un acontecimiento que a menudo pasa desapercibido, incluso en las familias cristianas.
El nuevo año escolar y el nuevo año civil están marcados por sucesos importantes o festividades particulares, pero, con frecuencia, entramos en el nuevo año litúrgico sin apenas darnos cuenta, si es que nos percatamos.
Sin embargo, el año litúrgico marca el ritmo de la vida de la Iglesia y, por tanto, también el de cada uno de sus miembros.
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