Carta a un Presidente Latinoamericano

Claudio de Castro - publicado el 24/07/16

Si le preguntas a cualquier persona cómo le gustaría que fuese su gobernante obtendrías respuestas que nunca imaginaste. Una vez me lo preguntaron a mí.

“Creo que en el fondo llegan con buenas intenciones.” respondí.  “Y sé que conservan la semilla de “la bondad” en su interior. En algunos está latente, en otros germina dando buenos y abundantes frutos”.

¿Cómo me gustaría que fuese?

Debe “tener gestos de misericordia”.  Esos actos de nobleza, que siempre llaman la atención y se multiplican, haciendo posible “el milagro de la confraternidad y el amor”.

No es necesario que lo sepa todo, pero sí saber “rodearse de los mejores”. Y escucharlos.

Muchos piensan que la política es una actividad indigna, no saben que puede convertirse en una vía de santidad. Hay un político (fue diputado) camino a los altares.

¿Su nombre? Igino Giordani.

Su vida nos muestra que en todos los ámbitos de la vida humana se puede agradar a Dios. Y nos enseña que es posible actuar con ética y moral en la política.

¿Quieres tener un buen gobierno?

Procura trabajar con amor y recta intención. No pierdas la presencia de Dios.

Llegaste al poder para gobernar en favor de los demás y engrandecer tu país.

Incluye profesionales probados, que “no teman” actuar por el bien común y renunciar a sus puestos cuando deban hacerlo.

No te quedes en un entorno donde te dicen que todo está muy bien. Ayuda mucho “salir y escuchar” el clamor de los ciudadanos. Y si caes, no te preocupes… te levantas y empiezas de nuevo. Lo importante es tener la voluntad de cambiar y mejorar por los demás.

La “humildad” es una gran compañera en el ejercicio del poder. Te recuerda quién eres y quién volverás a ser, al terminar tu mandato.

Te prestaron un país para que lo mejores. “No es tuyo”. Trátalo con respeto.

Si no te sientes capaz, sé honesto y pide ayuda.

Tus amigos, no suelen ser los mejores colaboradores. Busca personas independientes, con criterio, que “no te alaben” y hagan lo que tú quieres todo el día.

Un presidente cuando se lo propone, puede engrandecer y sacar adelante cualquier país… mejorar las vidas de sus ciudadanos. Pero también puede hundirlo, empobrecerlo y afectar negativamente sus ciudadanos, aferrándose al orgullo y a un mal proceder.

Procura un gobierno transparente, dinámico, con justicia.

Devuélvenos la esperanza.

Huye de lo fácil y engañoso.

No les facilites “negocios raros” a tus amigos y colaboradores.

Esta mañana escuchaba a un sacerdote decir, durante su homilía: “¿Quién es mi hermano? Mi prójimo más cercano”.  Me hizo reflexionar en lo mucho que me quejo y lo poco que rezo por mis gobernantes.

Recordé aquélla homilía, hace algunos años, en la que el sacerdote nos dijo: “A menudo vienen a mí y se quejan de nuestros gobernantes. A todos les pregunto: ¿Rezas por ellos?  Y les explico: -Te conviene rezar… Si lo haces, Dios los iluminará, trabajarán bien y tendrás un mejor país”.

¿Quieres un consejo?

Hoy leí un texto de Chiara Lubich, la fundadora del movimiento de los Focolares. Ella fue una de las que me motivó a emprender mi editorial, hace algunos años. Creo sinceramente que estas palabras, vividas a plenitud,  transformarían radicalmente el rumbo de cualquier país.

“Los miembros de una familia salen al mundo llevando el calor del hogar”.

Son palabras proféticas, en muchos sentidos.

Bastaría que los gobernantes nos recuerden “con sus obras”, que esto es posible,  y que todos somos hermanos… es lo que tanta falta nos hace.

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P.d. Recemos por Venezuela.

 

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