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La investigación sobre los restos de santa Teresa de Ávila, que se inició el pasado 24 de agosto en Alba de Tormes, España, está revelando detalles increíbles sobre la vida y el legado de la gran santa carmelita y Doctora de la Iglesia.
La noticia de que su cuerpo no había cambiado en los últimos 400 años, y que sigue teniendo el mismo aspecto desde la última vez que se abrió su tumba, ya fue sorprendente.
El profesor italiano Luigi Capasso dirige el equipo de investigación. Según el científico, tal y como recoge Alba de Tormes al Día, la historia que han revelado los restos es "una historia absolutamente extraordinaria".
El informe de 53 páginas examina, entre otras muchas cosas, el estado de los restos. Su cuerpo, brazo izquierdo y corazón se encuentran en Alba de Tormes; su mano derecha, en Málaga (España); y su pie derecho, en Roma. Todos están "perfectamente conservados", según el equipo, "con la piel intacta, el tejido subcutáneo y los músculos en su sitio, y sin ningún signo de descomposición", dijo Capasso.
El cuero cabelludo conserva mechones de pelo castaño y el iris oscuro del ojo derecho es visible. Su pie muestra las huellas de las correas de cuero de sus sandalias carmelitas, y su frente muestra las líneas de su barbijo.

"La conservación, más de 400 años después de su muerte, transmite una serenidad que refleja cómo afrontó ella su partida", dijo el científico.
Teresa de Ávila: "Oh Señor mío, y esposo mío, ya ha llegado la hora deseada. Por fin ha llegado la hora en que saldré de este destierro, y mi alma gozará en tu compañía de lo que tanto ha anhelado".
Según los estudios, la conservación de sus restos no se debe a ningún proceso de momificación artificial. Solo su corazón presenta depósitos inorgánicos, posiblemente relacionados con los productos utilizados en la extracción del órgano tras su muerte. Pero las demás reliquias se conservan sin intervención humana.
El entorno en el que han reposado las reliquias del santo durante todos estos siglos es clave para su conservación. La falta de humedad y de contaminantes ha mantenido el tejido estabilizado. "Es un fenómeno natural único", afirma Capasso.
La oración en el sufrimiento
Al mismo tiempo, la investigación ha revelado las dolencias crónicas que santa Teresa tenía que soportar cada día. La grave curvatura de su columna vertebral le dificultaba respirar y tomar aire suficiente, o incluso tumbarse cómodamente con la cabeza sobre una almohada.
Tenía una grave artritis, especialmente en la rodilla izquierda, que le dificultaba arrodillarse, y espolones en los pies que le causaban cojera. También había perdido casi todos los dientes, algo que debió de afectar a su vida cotidiana. Su brazo derecho muestra el desgaste propio del hábito de escribir prolíficamente.
Teresa de Ávila: "No se piense que el que sufre no reza, porque lo ofrece a Dios. Y muchas veces está orando mucho más que el que se rompe la cabeza en soledad, pensando que si ha exprimido algunas lágrimas está con ello orando".
Estas revelaciones, como reflexionaba el prior de los carmelitas de Alba de Tormes y Salamanca, P. Miguel Ángel González, nos ayudan a enriquecernos "con el ejemplo de su vida".


