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‘Robot salvaje’: instinto materno y solidaridad

Robot salvaje pelicula
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José Ángel Barrueco - publicado el 28/11/24
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De cómo un robot femenino y un ganso huérfano se convierten en familia

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A estas alturas parece que hay consenso: The Wild Robot (o Robot Salvaje en los países hispanohablantes) es la mejor película animada del año y, sin duda, una de las más notables de la factoría DreamWorks (recordemos que uno de sus fundadores fue Steven Spielberg). Dirigida por Chris Sanders, un cineasta habitual del cine familiar y juvenil, como demuestran Lilo & Stitch, Cómo entrenar a tu dragón o la nueva versión de La llamada de lo salvaje, que rodó con Harrison Ford, Robot salvaje constituye un regreso a algunas señas de identidad de los cuentos clásicos.

Un barco que transportaba varios robots naufraga a las costas de una isla poblada solo por animales. Entre los restos, la unidad Rozzum 7134 (con voz femenina, y a la que luego llamarán Roz) aún funciona y es capaz de activarse para cumplir los objetivos de su programación: completar tareas y resolver problemas. La fauna de la zona se asusta cada vez que aparece.

Para los animales el robot solo es un monstruo, algo extraño que nunca habían visto. Roz no consigue que nadie le oriente ni le ayude, así que emplea sus capacidades de aprendizaje para registrar, traducir y aprender el idioma de las bestias. Durante un tiempo solo tiene encontronazos con algunas criaturas: un oso, mapaches, etcétera. 

Cuando pisa, por accidente, un nido de gansos, descubre que queda un huevo cuya cría no tardará en nacer. Algunos animales, entre ellos un zorro llamado Fink (quien acabará ayudándole), le explican que ahora el cachorro es su responsabilidad. Tiene que ejercer de madre y adiestrarlo para que coma, nade y vuele. Es su tarea.

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Apodado Brightbill, el ganso se convierte en seguida en una especie de “patito feo”: los miembros de su especie lo repudian por criarse junto a ese monstruo y, para los demás, es una criatura rara, anómala.

Roz aprenderá a comportarse como cuidadora y a encontrar su instinto materno y Brightbill se ejercitará para no quedarse atrás y desarrollar su propensión natural a la supervivencia. La pregunta, ya implícita en Blade Runner, es: ¿puede una máquina desarrollar sentimientos?

Solidaridad, instinto materno y supervivencia

Basada en uno de los libros infantiles de Peter Brown (no confundir con el historiador del mismo nombre), Robot salvaje es una de esas películas que resultan entrañables y emocionantes sin caer nunca en lo ñoño.

La historia aparece surtida de valores como la solidaridad, el instinto materno, el respeto al medio ambiente, el equilibrio de la naturaleza o la supervivencia. “Solo intentamos sobrevivir. Y la amabilidad no sirve para sobrevivir”, le explica el zorro a Roz. Y la unidad dirá, más tarde: “Entiendo que todos tienen instintos que los mantienen vivos… pero a veces, para sobrevivir, debemos convertirnos en más que aquello para lo que fuimos programados”. 

En el caso particular de Brightbill hay un afán de superación, de esforzarse para aprender a volar y a nadar porque, siendo el miembro más débil de la camada, deberá luchar el doble. El pequeño ganso viene a ser un trasunto, no solo del patito feo de los cuentos clásicos, sino también un modelo basado en los jóvenes perdedores que vemos en tantas series y películas: se sienten inferiores y temerosos de todo, aunque acaban encontrando su valor.

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Otro de los aspectos destacables es cómo los personajes aceptan la muerte y la pérdida, algo que sin duda calará en los espectadores infantiles.

En el caso de Roz, en una escena dice: “No cuento con la programación para ser madre”, y una zarigüeya, mamá de varios cachorros, le responde: “Nadie la tiene, así que improvisamos”, lo que supone una valiosa lección para esas madres primerizas que siempre preguntan a sus propias madres cómo cuidar a su bebé: las respuestas de las abuelas suelen ser muy parecidas a la del marsupial.

Robot salvaje también nos habla de algo que nos preocupa mucho en estos tiempos: el cometido y la influencia de la Inteligencia Artificial. Los responsables de la película vienen a decirnos que, bien utilizada, la IA no tiene por qué ser perjudicial. El problema es en manos de quién esté y de cómo la use. 

Además de la animación, magnífica, The Wild Robot cuenta con un fabuloso reparto de voces en el doblaje original: Lupita Nyong’o, Pedro Pascal, Kit Connor, Ving Rhames, Catherine O’Hara, Stephanie Hsu, Bill Nighy y Mark Hamill. No sería de extrañar que, al menos, ganara el Oscar en la categoría de película animada. 

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