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"La verdadera alegría es siempre ser perdonados", explicó el Papa Francisco en la Audiencia General del 27 de noviembre de 2024, celebrada en la Plaza de San Pedro bajo un sol radiante. El Pontífice continuó su serie de catequesis sobre la acción del Espíritu Santo, centrándose esta vez en los "frutos del Espíritu", tal y como se describen en la carta de san Pablo a los Gálatas: "amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y autocontrol".
"Los frutos del Espíritu son el resultado de una colaboración entre gracia y libertad", explicó Francisco, invitando a vivirlos en todas las dimensiones más ordinarias de la vida. "No todos en la Iglesia pueden ser apóstoles, profetas o evangelistas; pero todos, sin distinción, pueden y deben ser caritativos, pacientes, humildes, pacificadores, etc.".
"La alegría, fruto del Espíritu, tiene en común con todas las demás alegrías humanas un cierto sentimiento de plenitud y de realización, que nos hace desear que duren para siempre". Al enumerar algunas alegrías humanas - "la juventud, la salud, la fuerza, el bienestar, las amistades, el amor"- el Papa las relativizó señalando que no duran.
"Aunque estas cosas no pasen rápidamente, después de un tiempo ya no bastan, o incluso aburren, porque, como decía san Agustín a Dios: 'Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti'", recordó Francisco.
El santo de la alegría
"La alegría evangélica, a diferencia de cualquier otra alegría, puede renovarse cada día y contagiarse", explicó Francisco, tomando como ejemplo a san Felipe Neri (1515-1595), "que ha pasado a la historia como el santo de la alegría", subrayó.
"San Felipe Neri amaba tanto a Dios que a veces parecía que el corazón le iba a estallar en el pecho. Su alegría era, en el sentido más amplio, un fruto del Espíritu", explicó Francisco, recordando que el fundador de la Congregación del Oratorio fue el iniciador de la "Peregrinación de las Siete Iglesias" tras el Jubileo de 1575.
"En su tiempo, fue un verdadero evangelizador de la alegría. Perdonaba todo y siempre, a la manera de Jesús", porque "Dios perdona todo", insistió Francisco. "Sed felices con la alegría de Jesús en el corazón", concluyó el Papa.
Al final de la audiencia, el Papa renovó sus llamamientos por "la paz en Tierra Santa", mencionando a Israel y Palestina, así como "por el martirizado pueblo ucraniano, que tanto está sufriendo", subrayó, refiriéndose a la falta de calefacción "en este invierno tan duro". Invitó a los niños presentes ante la basílica de San Pedro a rezar por "los niños y jóvenes ucranianos".