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"La salud mental es asunto de todos: Estado, comunidades, empresas y asociaciones". Según la OMS, las enfermedades mentales y los trastornos psicológicos afectan a casi una quinta parte de la población. Más de una cuarta parte de ellos consumen ansiolíticos, antidepresivos, somníferos y otros medicamentos psicotrópicos.
Entre el 15 y el 20% de las personas experimentan episodios depresivos a lo largo de su vida. Hemos observado una aceleración sin precedentes de la depresión durante la crisis de Covid en 2020.
Las causas
Un asombroso 76% de los mexicanos identifica que el trabajo impacta negativamente en su vida personal de alguna manera y más de la mitad (64%) dice que su trabajo influye en su salud mental, solo ligeramente por encima de la media mundial del 60%.
Podríamos continuar con esta alarmante observación . Muchos empleados sufren de falta de tiempo, que para ellos es la principal causa de su infelicidad. ¿Qué pasa con aquellos que van a trabajar sin entusiasmo? El entorno, las condiciones de trabajo, la presión por el desempeño se encuentran entre las múltiples causas de su infelicidad.
A pesar de las medidas propuestas, pocas organizaciones están realmente preocupadas por un enfoque de prevención de riesgos psicosociales entre sus empleados. El tratamiento de los trastornos psicológicos merece un enfoque global, pero el uso sistemático de medicamentos enmascara a veces las causas reales que pueden ser sociales, culturales o existenciales.
Por tanto, es necesario un enfoque holístico de la salud mental, que integre las dimensiones psicológica, social y filosófica. No abordaremos aquí las dimensiones ambientales y organizativas que merecen un largo desarrollo, para explorar brevemente tres vías: el cuerpo, la psique y la ética.
Nuestro cuerpo, primer socio de nuestra salud mental
El ser humano es, ante todo, un ser de sensaciones, estimulado o afectado por su estilo de vida: tómate el tiempo para comer bien. ¿Dormiste lo suficiente? ¿Haces ejercicio regularmente? ¿Reservas momentos de relajación para ti? Para Aristóteles, la templanza sirve no solo para regular los deseos, sino para establecer una disciplina de vida que apoye nuestra salud física y moral.
Hoy redescubrimos el papel preponderante del cuerpo sobre la mente: respirar lenta y profundamente, por ejemplo, activa el sistema nervioso parasimpático responsable de la relajación, lo que ayuda a calmar la ansiedad y la tensión.
Nuestra psique, un equilibrio que defender
El cuerpo alimenta nuestra psique a través de representaciones (imágenes mentales) y afectos (placer o estrés). En el mundo del trabajo, la información circula hoy instantáneamente y alimenta el culto al rendimiento o a la productividad a toda costa. El filósofo Philippe d'Iribarne habla tan bien que empuja a hacer más de lo que se pide, el mantenimiento y la defensa de la propia "reputación profesional"...
Estos mandatos afectan a nuestra psique. De ahí el trabajo sobre uno mismo, que debe hacerse solo o no, para negarse a soportar imágenes y tensiones cotidianas. Esto exige, en particular, comprender cómo funcionan los medios de comunicación y las redes, redefinir el propio posicionamiento respecto a ellos y restablecer el verdadero significado que se quiere dar a la propia actividad profesional.
La ética, en gran medida olvidada en la salud mental
Rara vez hablamos de la relación entre ética y salud mental. Sin embargo, el acoso, la injusticia o la falta de reconocimiento son claramente conductas que dañan a la persona en lo más humano, incluso más allá de su salud psicológica: el daño que experimenta tal conducta es profundo.
Recordemos que la gestión no es solo una habilidad, sino también una relación humana basada en el respeto mutuo. ¡Hay un inmenso trabajo por hacer en muchos entornos profesionales para luchar contra las prácticas tóxicas, servir mejor los valores humanos y proteger la salud mental de todos!