Este 2 de noviembre, el Papa Francisco celebrará la Misa por los fieles difuntos en el cementerio Laurentino, una parcela de 52 acres en el sur de Roma. Como en 2018, se espera que presente sus respetos en el "Jardín de los Ángeles", que alberga las tumbas de los niños no nacidos. Este dolor es particularmente querido por Francisco, que ha subrayado en repetidas ocasiones que "no hay palabras" para el dolor de los padres que pierden un hijo.
Inaugurado en 2012 en la Ciudad Eterna, el Jardín de los Ángeles es un césped de casi 6 mil 500 metros cuadrados bordeado de pequeñas lápidas blancas cubiertas de flores, peluches y juguetes. Las tumbas de estos niños que nunca vieron la luz del día están custodiadas por dos estatuas de mármol que representan a dos ángeles, símbolo de la inocencia y la pureza.
El Papa Francisco ya hizo una parada aquí en noviembre de 2018. Caminando por el pequeño sendero, se tomó el tiempo para leer los nombres de los niños fallecidos con sus fechas únicas de "nacimiento" y muerte, y depositó ramos de rosas blancas delante de sus tumbas. También se reunió con algunos de los afligidos padres, a quienes expresó su cercanía.
Intención de oración del Papa
Su visita del sábado 2 de noviembre resuena especialmente con la intención de oración que el Papa Francisco ha elegido para este mes de noviembre: invita a los fieles a interceder por "todos los padres que lloran la muerte de un hijo o una hija".
"¿Qué podemos decir a los padres que han perdido a un hijo? ¿Cómo podemos consolarles? […] El dolor es tan grande, que no hay palabra" para describirlo, dijo con tristeza en su mensaje de video publicado para la ocasión.
"Y no es natural sobrevivir a tu hijo. El dolor causado por esta pérdida es especialmente intenso", añade.
Ante su indecible sufrimiento, Francisco aboga por una escucha silenciosa. "Las palabras de aliento son a veces banales o sentimentales; no ayudan. Dichas con la mejor intención, por supuesto, pueden acabar agravando la herida", advierte en su mensaje.
Las campanas de los niños que no pueden nacer
Esta compasión, tantas veces expresada, del jefe de la Iglesia católica por los niños que mueren antes de nacer abarca también la realidad de los niños cuyas vidas han sido truncadas por el aborto.
Hace diez años, el 16 de agosto de 2014, durante uno de sus primeros viajes internacionales, a Corea, el Papa visitó un memorial dedicado a estos niños en particular. Visiblemente afectado, permaneció unos instantes en silencio ante las sencillas cruces blancas de madera plantadas sobre la hierba de la colina de Kkottonangnae, cerca de Seúl.
En varias ocasiones, especialmente en septiembre de 2020 y octubre de 2021, Francisco ha bendecido campanas destinadas a ser "la voz de los niños que no nacerán." Al promover esta iniciativa -que se originó en Polonia y luego se extendió a otros países como Ecuador y Ucrania- ha expresado su esperanza de que el sonido de estas campanas "despierte las conciencias de los legisladores y de todos los hombres de buena voluntad".
Ante estas imponentes campanas, el Papa pidió también "comprometerse en la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su fin natural".
Defendió con firmeza la vida "sagrada e inviolable" de "todo niño concebido".