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Según el psicoanalista Jean-Guilhem Xerri, cada día estamos saturados de ruido, de imágenes digitales, de un flujo continuo de información y de publicidad, que son tan "contaminantes" como sus homólogos endocrinos. Estos “desplazados internos” tienen efectos patógenos en nuestro crecimiento físico, intelectual y espiritual. Empobrecen la calidad de nuestra presencia ante nosotros mismos y ante los demás. Por eso te decimos en cinco pasos cómo recuperar tu vida interior.
1Limpia tu interioridad
Según Jean-Guilhem deciden limitar su influencia estableciendo hábitos nuevos y más saludables. Por ejemplo, si notamos adicción a nuestro smartphone, podemos plantearnos limitar su uso, estableciendo zonas libres de teléfono como el comedor y el dormitorio. Otro ejemplo, si estamos muy influenciados por la publicidad y empujados al consumo excesivo, podemos esperar tres días antes de finalizar nuestra compra, para madurar nuestra decisión y evitar compras compulsivas.
2Mejorar la presencia ante uno mismo y los demás
Un segundo paso para recuperar el control de nuestra vida interior es desarrollar un estado de vigilancia con respecto a nuestros pensamientos. Según investigadores canadienses en neurociencia cognitiva de la Queen's University, cada persona forma una media de 6 mil 200 pensamientos al día. Estas son muchas oportunidades para, si no tenemos cuidado, distraernos, perturbarnos y alienarnos de nosotros mismos y de los demás.
Por eso, antes de la práctica moderna de la meditación "mindfulness", los Padres del Desierto , en el siglo IV, invitaban a sus contemporáneos a desarrollar la atención sobre sí mismos, a observar sus pensamientos, escudriñar sus juicios, reflexiones y emociones. Recomiendan una vigilancia permanente (del griego antiguo νῆψις/ nêpsis ), para no dejarse llevar, a pesar de uno mismo, por pensamientos negativos o maliciosos.
3Toma conciencia de tus desequilibrios internos
Un tercer paso para recuperar el control sobre nuestra vida interior es tomar conciencia de nuestros posibles desequilibrios. El siglo XXI es el siglo de las “enfermedades de la interioridad”, según la expresión de Jean-Guilhem Xerri. Los trastornos depresivos, la ansiedad generalizada y las adicciones diversas constituyen, por su magnitud, un problema de salud pública.
Estas disfunciones interiores ciertamente se ven amplificadas por nuestros estilos de vida contemporáneos, que conducen a excitar nuestra codicia y alejarnos de Dios. Sin embargo, los Padres del Desierto ya habían elaborado un retrato, todavía vigente hoy, de las enfermedades "noopsíquicas" (trastornos psíquicos de origen espiritual).
Según ellos, se caracterizan por una alteración del equilibrio entre cuerpo, alma y espíritu. Pueden resultar en relaciones patológicas con el dinero, el sexo y el poder, o incluso en un sentimiento de profunda infelicidad.
4Maravíllate ante la belleza de la naturaleza
Pasa tiempo contemplando la naturaleza y maravillándote de su belleza y de Aquel que la creó, Dios mismo. En palabras de san Buenaventura, "levantarse para alcanzar a Aquel que es Vida" ( La vida de San Francisco de Asís) . Así, el biógrafo de san Francisco de Asís y futuro san Buenaventura nos exhorta a seguir el camino de Francisco alegrándonos de todas las obras "que salieron de las manos de Dios", y gracias a este espectáculo, a volver "hasta Aquel que es la causa y razón vivificadora del universo”.
5Desarrolla tus sentidos internos
Recuperar el control de nuestra vida interior requiere, en última instancia, tomar una decisión: favorecer lo que eleva nuestra alma en detrimento de lo que la degrada. La vigilancia interior es una conciencia necesaria. Pero estamos invitados a ir incluso más allá de la simple "protección del corazón" en una sociedad frenética.
Honrar nuestra vida interior y, por tanto, a Dios mismo, significa también comprender que solo seremos plenamente humanos y vivos si desarrollamos nuestros "sentidos espirituales", según la expresión de Orígenes, uno de los primeros Padres de la Iglesia nacido en Alejandría hacia el año 185.