Por cada generación, la Iglesia se ve obligada a hacer frente a un mal concreto y a promover la paz en todo el mundo. Esto era cierto en el siglo XIX y sigue siéndolo hoy. El Papa León XIII se encontró con diversos males durante la última mitad del siglo XIX y se sintió obligado a combatirlos con armas espirituales.
Creía que el santo Rosario destacaba como un arma singularmente poderosa.
Rezar el santo Rosario
El 1 de septiembre de 1883, el Papa León XIII promulgó la encíclica Supremi Apostolatus Officio. En ella explicaba cómo el Rosario ha sido siempre un auxilio supremo de la Iglesia y que deseaba que toda la Iglesia volviera a recurrir a él:
"Deseamos que esa misma devoción sea ofrecida por todo el mundo católico con el mayor fervor a la Santísima Virgen, para que por su intercesión su Divino Hijo sea aplacado y suavizado en los males que nos afligen. Y por eso determinamos, Venerables Hermanos, enviaros estas cartas para que, informados de Nuestros designios, vuestra autoridad y celo excitasen la piedad de vuestros pueblos a conformarse con ellos".
Explica en su encíclica que Santo Domingo utilizó el Rosario como medio para combatir el mal en su época:
"Aquel gran santo, en efecto, divinamente iluminado, percibió que ningún remedio se adaptaría mejor a los males de su tiempo que el que los hombres volvieran a Cristo, que 'es el camino, la verdad y la vida', mediante la meditación frecuente de la salvación que nos fue obtenida por Él, y que buscaran la intercesión ante Dios de aquella Virgen, a la que es dado destruir todas las herejías. Por eso compuso el Rosario de manera que recordase sucesivamente los misterios de nuestra salvación".
Por la paz del mundo
León XIII escribió a continuación cómo el Rosario debe ser utilizado de nuevo cuando la Iglesia está en necesidad:
Nosotros, que buscamos un remedio para males semejantes, no dudamos, por tanto, que la oración introducida por aquel hombre benditísimo con tanto provecho para el mundo católico, tendrá el mayor efecto para remover también las calamidades de nuestros tiempos.
En nuestra época, el Papa Francisco ha tenido una mentalidad similar, invitando con frecuencia al mundo a rezar el Rosario por la paz.
El Rosario no es en sí mismo una fórmula mágica, pero cuando se reza con fe, abre los corazones de todos nosotros y puede disponer al mundo a recibir un mensaje de paz.