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‘La joven y el mar’: historia real de coraje y alianza familiar

la joven y el mar película disney
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José Ángel Barrueco - publicado el 13/09/24
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Biopic sobre la primera mujer que cruzó a nado el Canal de la Mancha

Con el título La joven y el mar, que imaginamos homenajea a la novela El viejo y el mar de Ernest Hemingway por cuanto tiene de gesta del ser humano contra las aguas, se estrenó este verano -en Disney Plus- un biopic sobre Trudy Ederle, la primera mujer que cruzó a nado el Canal de la Mancha (hasta entonces una heroicidad en la que solo participaban hombres), cambiando para siempre la Historia en 1926.

Dirigida por el noruego Joachim Rønning y basada en un libro de Glenn Stout, es una película que, pese a abusar de clichés característicos del género, ofrece valores, corazón y la capacidad de angustiarnos incluso sabiendo cómo acabará la hazaña.

Trudy (Daisy Ridley) nació en Nueva York, fruto de un matrimonio de inmigrantes alemanes. Cuando ella y sus hermanos eran pequeños, en los muelles ardió un barco en el que perecieron más de ochocientas personas (la mayoría mujeres del barrio que iban a la misma parroquia). Cuando Trudy le pregunta a su madre por qué no saltaron del navío, ella responde que no sabían nadar y prefirieron quedarse a bordo.

Esa tragedia marcará a la familia. La madre se obstina en que los niños aprendan a nadar. Trudy, enferma de sarampión, sobrevive pero su oído se ve afectado y también se obsesiona con la natación: primero porque no quiere que le ocurra algo como lo del barco, y segundo porque es un deporte mal visto para las mujeres.

Su padre acaba enseñándola a regañadientes, en el mar y sujetándola con una cuerda para que no se hunda en las aguas. Junto a su hermana Meg pronto adquiere destreza y logra que las lleven a una escuela de aprendizaje junto a otras chicas.

Gracias a su obstinación, Trudy empieza a ganar competiciones e incluso participa en los Juegos Olímpicos de París. Un día ve las imágenes del segundo hombre que ha cruzado el Canal de la Mancha, William Burgess (interpretado por el magnífico actor Stephen Graham), y se propone ser la primera mujer en conseguirlo.

El camino no será fácil: su padre se opone, aunque acabará aceptándolo; los hombres se burlan (pretenden que las mujeres solo naden a braza, que no se entrenen entre ellas, que coman menos durante los entrenamientos para salir delgadas en la prensa, etcétera); los que financian su intento desconfían… 

Coraje, lealtad, perseverancia y unión familiar 

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Cuando Trudy se mete en el Canal de la Mancha, dispuesta a pulverizar los récords, la película ya nos ha ganado con su entusiasmo aunque (repetimos) abunde en los clichés habituales del género, y para entonces el espectador se come las uñas incluso sabiendo cómo terminará el asunto. Porque atravesar nadando el mar durante más de doce horas implica vencer numerosos escollos: frío, hambre, cansancio, mareas y bajíos, bancos de medusas, bañadores femeninos incómodos, gafas de buceo que fallan… Sin mencionar todo ese sexismo y machismo que el director nos muestra mediante las reacciones de los reporteros encargados de informar. 

Como decíamos, la película promueve varios valores propios del cine deportivo: la fe en uno mismo y en sus posibilidades; el coraje para atreverse a afrontar retos imposibles; la lealtad entre deportistas (la que vemos entre Trudy y otros competidores y entre Trudy y Burgess, quien se ofrece a guiarla en su segundo intento); la perseverancia para volver a intentar una gesta aunque hayamos fallado; la unión familiar, que consigue que todo sea más llevadero para la nadadora…

Si bien el padre se opone al principio a la natación entre mujeres, con el tiempo se convertirá en uno de sus apoyos más firmes; su hermana es capaz incluso de nadar con Trudy un tramo para darle la confianza necesaria; su madre lucha por ella en todo momento y es el único personaje protagonista que parece rezar en silencio cuando creen que la joven se ha perdido en el mar (pero esa oración también será colectiva: muchos ciudadanos ingleses deciden rezar y encender hogueras para guiarla).

El eje de La joven y el mar es contarnos una historia real sobre cómo una mujer, venciendo toda clase de prejuicios y sabiendo que el mundo en el que se metía estaba dominado por las gestas y los récords de los hombres, un mundo en el que las mujeres no podían hacer ciertas cosas, fue lo bastante terca, optimista y valiente como para desafiar esa mirada sexista y entrar de lleno en un capítulo histórico. Es lo que hoy llaman una película inspiradora.  

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