Durante la crianza, muchas veces nos enfrentamos a diversos retos. Sin embargo, la respuesta se encuentra en los hábitos y en la rutina. En especial cuando se trata de incorporar una rutina de oración en la familia.
Por ejemplo, ¿por qué la hora de dormir es tan alocada? La rutina necesita un ajuste: tenemos que retrasar un poco la hora de dormir en verano porque el sol todavía hace que sea más difícil relajarse. ¿Por qué mi familia tiene tanta resistencia a ordenar? Es porque cuando limpiamos en momentos aleatorios durante el día es una petición inesperada, pero cuando limpiamos en momentos fijos del día, es fácil hacerlo porque es un hábito.
Al momento de orar
Lo mismo ocurre con la oración. Cuando oramos juntos como familia algunas noches y otras no, o solo unas pocas veces al mes, la oración parece un invitado inesperado y necesitado que exige nuestro tiempo. Pero, cuando hacemos de la oración una rutina que mantenemos todas las noches, hay menos quejas y la oración es una actividad normal por la noche en lugar de una actividad extraordinaria y elusiva.
Encontrando tu rutina
La noche es la mejor hora para nuestra familia porque estamos todos juntos y nadie tiene que salir de casa. Sin embargo, según el horario de la familia, la mañana puede ser la mejor hora. Independientemente de la hora del día, es útil elegir un horario y ceñirse a él.
Puedes escuchar lo que funciona para otras personas. Hay quienes rezan el rosario por la mañana en familia a primera hora cuando todos se despiertan. Otros reproducen una grabación de las lecturas de la misa diaria y todos la escuchan durante el desayuno.
Cómo orar
Existen familias que tienen un tiempo de estudio bíblico familiar en el que leen y reflexionan sobre las Escrituras juntos, al estilo de la Lectio Divina. Comienza presentándoles a tus hijos la Liturgia de las Horas. Rezando juntos la oración de la noche, con cantos y procesiones por la habitación. El Pequeño Oficio de la Virgen María es más simple y más fácil de seguir para nuestros lectores principiantes que el breviario normal con las horas.
Una familia con niños mayores o adultos jóvenes podría tener fácilmente un ambiente tranquilo y reflexivo para la oración. Mientras crecen no exijas que los más pequeños se queden quietos, solo que jueguen en silencio o miren libros cercanos. Incluimos mucho canto, ya que todos parecen conectarse con eso y ayuda a dirigir el ruido en una dirección.
Flexibilidad
El tiempo de oración pasa por muchas variaciones lo largo de los años: desde rezar juntos una decena del Rosario hasta simplemente rezar juntos un Ave María por personas específicas que necesitan nuestras oraciones, hasta el tiempo más elaborado de cantos y procesión que tenemos ahora.
Incluyendo un simple examen de conciencia en algún momento del día y mejor si es por la noche. Esa es la belleza de la oración. Así como crecemos en nuestra capacidad de comunicarnos unos con otros, podemos crecer en nuestra capacidad de comunicarnos con Dios. Es natural y bueno que nuestra oración cambie a medida que cambiamos nosotros.
Cuando nos comprometemos a orar y nos mantenemos presentes de manera constante, le damos a Dios una sólida oportunidad para trabajar en nuestros corazones. Ese es un hábito que definitivamente debes inculcar en tus hijos.