"Los mataron a todos, primero a los ocho judíos, luego a Wiktoria y a su marido Jozef, para que la gente del pueblo viera el castigo que esperaba a quienes escondían judíos", recordó el cardenal Parolin el miércoles 6 de marzo, al inaugurar en los Jardines Vaticanos un manzano en honor a la memoria de la familia Ulma, masacrada durante la Segunda Guerra Mundial por albergar judíos.
A continuación, detalló las circunstancias de la masacre. "Los seis niños empezaron a gritar, pero también ellos fueron asesinados. En pocos minutos murieron 17 personas, entre ellas el séptimo hijo de los Ulma, aún en el vientre materno, en la fase final del embarazo. También se reconoció la palma del martirio a este niño no nacido, cuyo nombre solo se conoce en el Cielo", subrayó el segundo de a bordo de la Santa Sede. Los miembros de la familia Ulma "son ejemplos de amor evangélico vivido hasta el final, incluso hasta el don de la vida", insistió.
Gabriella Gambino, subsecretaria del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, declaró a Aleteia su emoción tras la ceremonia.
"Esta familia es un signo de la importancia de proteger la vida humana hoy, desde el momento de la concepción. Su testimonio es extraordinario, con sus hijos, con este niño que estaba todavía en el seno de su madre, y que es el primer mártir reconocido por la Iglesia cuando aún no había nacido", añade, señalando que este manzano es también signo de la vida que renace y da fruto, incluso de un frágil tocón.
"Este árbol es un signo de renacimiento, un signo de la Resurrección. Debería ser un testimonio para todas las familias del mundo que sufren y padecen, para que puedan redescubrir la esperanza", subraya Gabriella Gambino.
Despertar a las "ideologías totalitarias"
Este árbol representa "un monumento vivo, que produce frutos auténticos, símbolo de los frutos traídos por la sangre de estos mártires", subraya el cardenal Parolin, añadiendo que esta "historia conmovedora" ofrece también la ocasión de "pedir el don de la paz y de la reconciliación en el mundo".
"Queremos subrayar cómo todas las ideologías totalitarias difunden, en todas partes, siempre el odio, el sufrimiento y la muerte, y causan tragedias devastadoras", insistió. "Bendita familia Ulma, Jozef, Wiktoria y los niños, rezad por nosotros", exhortó el cardenal Parolin, en el contexto de la ofensiva rusa en Ucrania, que está reviviendo los traumas de la guerra en Europa.
Todas las ideologías totalitarias difunden, en todas partes, siempre el odio, el sufrimiento y la muerte, y causan tragedias devastadoras".
El embajador de Polonia ante la Santa Sede, Adam Kwiatowski, declaró a Aleteia que este manzano enlaza con la historia personal de Jozef Ulma, que fue "un hombre increíble, un innovador", tanto en el campo de la agricultura como en el de la fotografía, su otra gran pasión. El diplomático polaco recordó que la región de Podkarpackie (Bajos Cárpatos), cuna de la familia mártir, quiso plantar estos árboles en distintos lugares, en Polonia y ahora en Roma, "para enviar una señal sobre lo que provocan el totalitarismo, el odio y la guerra". Este mensaje no es solo para Polonia, sino para todo el mundo", insiste.
"Una historia de amor que vence al miedo"
El Presidente de la República, Andrzej Duda, envió un mensaje a la ceremonia celebrada en los Jardines Vaticanos. Citando a Juan Pablo II, dijo que el don de la vida de la familia Ulma demostraba que "incluso en lo más profundo del sufrimiento, el amor puede prevalecer". "La historia de este martirio es desgarradora. Pero, sobre todo, es una historia de amor que vence al miedo" y una imagen de que "el bien es más fuerte que el mal", aseguró el Jefe de Estado polaco.
El Presidente Duda, que había plantado él mismo un manzano en el jardín del Palacio Presidencial de Varsovia en el marco de la campaña de homenaje a los polacos que salvaron a judíos durante la Segunda Guerra Mundial, se congratuló de la plantación de este árbol en los Jardines Vaticanos. "Me alegro de que crezca, florezca y dé frutos aquí mismo, en la Ciudad Eterna, en el centro del mundo cristiano, donde cada año acuden millones de peregrinos en busca de inspiración y alimento espiritual", insistió.
Los participantes en la ceremonia, entre los que se encontraban numerosos miembros de la comunidad polaca de Roma, así como embajadores de países tan diversos como Ucrania, Cuba y Estados Unidos, observaron que la granizada que había retrasado los primeros discursos dio paso rápidamente a un sol radiante. Un signo, quizás, de la victoria de la vida sobre el caos y la muerte.